Desde el Paraguay
Los coroneles Falcón y West nos han de agradecer una indicación. La prisión de los obreros siempre causa molestias ¿no es verdad? Pues ¿por qué no los han de hacer viajar hasta el Paraguay. con retorno, en cualquiera de los vapores pertenecientes a la Empresa de los señores Buarque y Cia., "La Brazileña"? El precio es algo caro, 21.50 oro uruguayo, desde Montevideo, pasaje de tercera, pero en cambio ¡cuántos días sin pan ni galleta! con mucha suciedad, durmiendo sobre cubierta, recibiendo el palabrerío inmundo de los soldados brasileños que se dirigen a Matto Grosso, soportando la estúpida orden del cocinero que protesta porque le pedís comida, del mayordomo que reniega por vuestra queja, del capitán que os prohíbe pasear fuera del límite donde los pobres animales os compadecen cristianamente! Creedlo, Falcón y West la han de aceptar… Pero no, hay algo que os distrae tristemente, y esto ellos no lo querrán: son los soldados que, deportados de Río Janeiro, van conducidos a la ciudad militar.
¡Pobres hermanos nuestros! La brutalidad, la ignorancia, el cretinismo, se os presenta en cada uno de ellos. Separados de las filas principales del ejército por sus delitos para ir a purgarlos en una población escasamente civil, donde de noche, según palabras de persona seria, es difícil transitar sin ser despojado por algún uniformado, no tienen consideraciones ni respetos ni cariños. Acostados en cubierto la mayor parte del día, molestándose mutuamente, semi-desnudos, aguardan febricientes el momento del rancho. Recogido éste vuelven a su chiquero provisorio. De pronto, dos de esos vagabundos-instrumentos se han levantado, golpéanse en formal pelea. Acude el sargento, luego el sub-teniente, ¡oh, el sub-teniente Moraes! La caña, el cognac, el wisky y la ginebra hablan por él. Se planta frente a los combatientes. Su raquítico cuerpo lo hace pasar por una caricatura de macaco… Da órdenes. Insulta. Le burlan. Quién no ríe? La gorra baila en su cabeza. Perdonadme: ¿a eso yo llamé cabeza? Se retira. Vuelve. Riñe. Contestan. Amenaza. Va y viene. El sargento ha colocado unos fierros a los dos soldados. Da lástima verlos así. Solicitar el perdón?... Yo lo solicitaría agrediendo al imbécil oficialillo. Los demás esclavos cantan y brincan de alegría. Forman coro, y los miserables condenados sufren esa nueva condena…
Una mañana, Moraes estaba más borracho que de costumbre. Al sargento le habían robado el capote. Quién es el ladrón?, interroga Moraes. Del grupo, un infeliz se presenta. Cree que así obtendrá el perdón. Ingenuo! El sub-teniente le amenaza con el revólver. Y mientras nosotros presenciábamos con ira y dolor la escena, el soldado era estrujado por esa jauría odiosa de veteranos del vicio.
Presento el cuadro sin recargar las tintas. Ah, si pudiera!—Vea, me ha dicho et sargento en tono confidencial, "yo no tengo coraje para tratarlos… Es lo peor del ejército; son criminales, ladrones..."—Y ¿el sub-teniente?, le pregunté—No pudo contestarme. A qué diferenciarlos cuando son exactamente iguales?...
Es un viaje para estudio si no lo hiciéramos por necesidad. Meditando sobre los dolores aún por curar, las bellezas del Paraná pasan desapercibidas. Los vapores de la Compañía Brazileña nos sirven de escuela.
Representa en miniatura los contrastes del mundo burgués.
Hemos llegado a la Asunción: bajamos a aspirar nuevos aires y cobrar impresiones más tristes ya que aquí reina el analfabetismo.
LUZ DEL DÍA
Asunción, abril de 1908.
Desde el Paraguay
Asunción, abril 22 de 1908.
La policía es quizá la mejor institución, para el criterio burgués, con que cuenta el Paraguay. Un tiranuelo, ex comisario de la Argentina, llamado Elías García, es el jefe supremo. Tiene este señor la palanca formidable que mueve y derrumba todas las personalidades que no sean de sus conveniencias. Así, por el nombramiento hecho sin consultárselo por el presidente Gaona, tuvo éste que retirarse del poder, y, sin presentar renuncia, la cámara, sumisa a las órdenes de García, eligió en reemplazo al doctor Cecilio Báez.
El jefe de policía es, pues, la autoridad más importante. Y la tiene no por sus “virtudes” políticas, sino porque ha sabido organizar dos cuerpos de ejército bajo su mando directo: el escuadrón de seguridad y el de bomberos.
La disciplina se mantiene con un rigor inhumano, bestial, salvaje. Los jefes disponen de la vida de sus soldados con la misma facilidad con que se consume un fósforo. Si en todas partes el régimen militar es criminal, aquí es el colmo. No hay consideraciones, ni sentimientos. La violencia es la diosa. Y el escándalo. En el interior de la república, los desmanes de arriba se están suprimiendo con los revólvers de los ciudadanos honestos. En la capital se está cuidando a un jefe político, en un sanatorio. Y dos más han quedado en sus ciudades.
El viernes, en el escuadrón de seguridad, continuó la serie de las legítimas venganzas. El paraguayo es ignorante, casi sin inteligencia, pero por lo mismo, tiene sus grandes momentos de resurrección. Un teniente, 2º jefe Ortiz, era el pequeño Cuitiño del cuerpo. Sus castigos no tenían rivalidad por lo duros y crueles. Los soldados le odiaban con ese odio que se concentra en el alma y que aguarda el instante fatal para la revancha. Los particulares también tenían sus motivos para guardarle rencor. No es ignorado que la jefatura envía muchas veces a civiles detenidos al escuadrón de seguridad. Son pobres que, llevados por su ineducación y el vicio de la raza, se embriagan más que a menudo. El teniente Ortiz sabía reprimir esas contravenciones. Un día llama al sargento Techeira y le ordena "estaquée" de las extremidades a uno de esos particulares. El "inferior" cumple la orden, pero notando la debilidad en que ha colocado a la víctima, se presenta a Ortiz y le pide la suspensión del castigo. El teniente, encolerizado, da cuatro golpes de sable al desgraciado sargento.
En esta sucesión de incidentes, pasaron los días hasta el observado. En este, dos sargentos (uno de ellos era Techeira) obtuvieron permiso para salir. Debian regresar a la 1 p. m., y no habiéndolo hecho, ordenó el teniente Ortiz que cuando volvieran los pasaran a su presencia para que aprendieran a respetar a sus "superiores". Los sargentos entraron a las. 10 p. m. al cuartel. El de guardia les notificó las palabras de Ortiz. ¡Terrible confusión de ideas cruzó el cerebro de Techeira! Bien sabía él que el teniente no se contentaría con un sermón! Reunió a unos soldados, y seguro de su voluntad, les habló del tiranuelo, les alentó a que fueran valientes e imitaran su ejemplo… Dejándolos, se fue al jardín, donde el 2º jefe, el teniente Ortiz, el apaleador de los humildes, dormía. El sargento Techeira se acercó, tomo el revólver Colt de su "superior", y le colocó, bien puestas, todas las balas en la cabeza…
Los soldados de Techeira comunicaron al primer jefe, Ortuzar, y al de policía, García, la extrema acción del vengador. Pero ni Ortuzar ni García tuvieron coraje para presentarse, y recién después de varias horas, Ortuzar, temblando, con un revolver en la mano y rodeado de 50 bomberos, fue a imponer su autoridad!
Yo no dudo que Techeira ha de tener imitadores. Aquí es demasiada la relajación moral que existe. La tiranía reina en una forma poco disfrazada. Indefensos ciudadanos, por la más ligera contravención, son llevados presos a Emboscada I, donde trabajan como esclavos durante quince días el apóstrofe menos fuerte contra el gobierno, vale una persecución; el opinar con valentía, un destierro a Bahía Negra, donde purga imaginario delito un anarquista desterrado de la Argentina; el no tener influencias y estar bajo las antipatías de un comisario o de un cura de campaña, la condena es de cuatro años de servicio militar, y esto si al finalizar el tiempo se les antoja darles la baja…
Los caudillos obran sobre este pueblo, sabiéndolo embrutecido. No hay bondad ni justicia; sólo el abuso, el sable, el dictatorial grito, es la escuela en que se educa este rebaño de infelices, y, si no la creéis, observad el programa:
Azote con mboreví (guasca dura que cada golpe que se da, desgarra la piel); golpes con sable; ibiracuá, el cepo colombiano, el mismo de la época de Rozas!—medio de tormento que consiste en colocar un fusil en el sobaco de las piernas, y sobre los hombros, en la nuca, dos fusiles, los que unidos con el primero de las piernas, por cuerdas, se estiran hasta encorvar la cabeza lo suficiente para unir el tronco con las nalgas...
¿Queréis más?
LUZ DEL DÍA
Desde el Paraguay
Cómo se festejó el día del Trabajo
Asunción, 2 de mayo de 1908
Los trabajadores paraguayos es la primera vez que celebran el primero de Mayo con tanto entusiasmo. Ha causado extrañeza el hermoso triunfo obtenido. La gran mayoría de las fábrica y talleres cerraron sus puertas; los diarios no aparecieron; la empresa teatral hasta dio la función nocturna en homenaje, según rezaba el programa, a “que el trabajo está sobre el capital”. Excusado es decir que la burguesía le hizo el vacío. Y como los obreros más hablan el guaraní que el italiano, pocos fueron los que concurrieron. De todos modos, el acto generoso del artista Galli ha sido un golpe dado al prepotente jefe de policía. Este tiranuelo trató de impedir el mitin que se celebró por la mañana en el teatro Nacional, por diversas causas y pretextos. Al principio exigió los textos de los discursos después la presencia de los oradores en su despacho; más tarde quiso que en vez de celebrarlo en el teatro fuera en la plaza, frente al cuartel de bomberos y Departamento de policía; por último, lo concedió observando que al menor desorden sablearía con furia gauchesca. Estas alternativas en obtener el consentimiento policial fueron motivo de que sospecháramos el fracaso del mitin. Pero no. La platea y los palcos estaban concurridísimos. Una bandera blanca, — ya lo veis, ahí roja, aquí blanca; ahí combate, aquí paz; ¡cuánto falta a este pueblo para hacerlo rebelde e inteligente! — con un jeroglífico en el centro, representa a la Federación Regional Paraguaya. El obrero encargado de sostenerla está en el medio del escenario. Tres delegados de sociedades gremiales leyeron sus discursos, breves, llenos de vida. Combaten al alcoholismo; predican el estudio; hablan del mañana en un concepto puramente sentimental. El público aplaude, está conforme. El conferenciante oficial, digamos así, es el escritor Rafael Barret. Este y demás camaradas invitaron al compañero Bertotto a hacer uso de la palabra, quien, accediendo, estudió los orígenes del 1º de Mayo y atacó al clero y al militarismo; y a la hora de hablar, cuando la asamblea, vivando a la fiesta del Trabajo, seguía con muchísima atención la palabra del orador, la policía quiso interrumpirlo. Acostumbrado este pueblo a tenerle una increíble cobardía hubiera huido a no evitarlo los apóstrofes de Bertotto, quien hacía presente a los polizontes que se responsabilizaba de sus palabras, y las protestas de Barret ante el comisario ahí presente. La serena actitud de esos camaradas fue un triunfo obtenido sobre las criminales intenciones del jefe de policía Elías García. Le siguió el profesor Barret, leyendo su conferencia. Tuvo frases enérgicas para las explotaciones de que son víctimas los paraguayos en los yerbales; fustigó al capitalismo del país por sus innumerables abusos; alentó a los trabajadores a entrar en la lucha franca, y terminó hablando entusiasmado sobre la sociedad futura. Fue grandemente aplaudido. Su conferencia se publicará en folleto.
La victoria ha dado alientos a los proletarios paraguayos. Organizan para fines de mes otra conferencia, y está en proyecto la idea de fundar un periódico. Los comentarios a los discursos pronunciados son enormes. Hasta ese día no se había oído decir tantas verdades y revelar tantas injusticias. Las han escuchado desde el obrero que apenas sale de la taberna, hasta el diputado situacionista.
El 1º de Mayo ha sido día de simiente!
LUZ DEL DÍA
VIII CONGRESO DEL PARTIDO SOCIALISTA
LAS ÚLTIMAS SESIONES
GRAN NÚMERO DE CUESTIONES TRATADAS
CLAUSURA DEL CONGRESO
SESIÓN DE LA NOCHE
DIRECCIÓN DE “LA VANGUARDIA”
—“Considerando: que las condiciones de vida y trabajo de los obreros yerbateros al servicio de la región llamada “El Alto Paraná”, situada en las repúblicas del Brasil, Paraguay y Argentina, cuya extensión es de 5.000 leguas, es inhumana, deprimente y atentatoria, no sólo a la vida de esos obreros sino también a las de sus familias;
“Considerando: que las garantías constitucionales son letra muerta en ese gran feudo donde impera la voluntad soberana de unos pocos latifundistas, en perjuicio de miles y miles de hombres y hasta de generaciones enteras;
“Considerando, por fin, que es una afrenta sin nombre para la civilización, la descarada esclavitud moral, material e intelectual que impera en el inmenso latifundio del Alto Paraná, esclavitud doblemente odiosa por ser hecha a la vista y con la tolerancia de los poderes públicos de los países arriba nombrados, el VIII Congreso del Partido Socialista Argentino, resuelve:
“Imprimir el folleto por cuenta del Partido, las cartas publicadas en LA VANGUARDIA por el ingeniero Bouvier, y enviarlo a todas las instituciones científicas y humanitarias. Mandar igualmente al secretariado internacional de los Partidos Socialistas una nota para que encomiende la publicación de dicho folleto en la prensa socialista del mundo entero.
“Agitar continuamente la opinión pública hasta tanto los gobiernos arriba nombrados hagan respetar las leyes que amparan o cobijan a toda la clase productora del Alto Paraná tenida hasta hoy por sus amos por esclava y tratada como tal.—Alberto Maya, P. R. Goyeneche, A. Dickmann, E. Dickmann, Jacinto Albertini, M. Meyer González, Juan Ballán, Simón Nájera, P. Peretto, Eugenio Albani”.
La esclavitud en un territorio argentino
Las terribles revelaciones de nuestro corresponsal oficioso
El gobierno y la prensa no las toma en cuenta
UN RECUERDO
Las leyes de conchabo en las provincias del Norte
DEROGADAS HACE DOCE AÑOS
EN PARTE POR LA PROPAGANDA SOCIALISTA
Tenemos que repetir la campaña libertadora!
Fuera de algunos periódicos del interior y de la provincia de Buenos Aires, los diarios de la capital y del resto del país, que destinan sendas columnas a darse bombo mutuamente, sobrándoles espacio a montones, no han dedicado ni dos líneas a las terribles revelaciones que viene publicando LA VANGUARDIA acerca de los crímenes de lesa humanidad y de lesa civilización que está cometiendo un puñado de capitalistas en los vastos territorios del Alto Paraná, en Misiones, y contra una población obrera impotente y sin ninguna defensa.
Se trata, sin embargo, de la vida y la libertad de grandes núcleos de obreros, y del porvenir de una región vastísima arrebatada a la civilización por los traficantes del latifundio.
Cualquier delito vulgar llena las columnas de esa prensa vacua y mercantilista, insensible a los lamentos de los parias del trabajo, ya se levanten estos en movimientos necesarios de defensa, ya sufran en silencio el yugo que los agobia y los diezma.
En cuanto al gobierno, su silencio es más culpable. No son ya obreros inhumanamente explotados que reclaman protección y defensa de las altas autoridades nacionales: son los hombres asesinados cobardemente, cuyos manes humildes están clamando justicia.
En un territorio nacional no hay seguridad para la vida de sus habitantes, no hay justicia contra los delincuentes llenos de dinero, ni garantías constitucionales para aquellos, colocados fuera del derecho de gente por capitalistas aventureros, audaces en la explotación y en el delito.
Qué hace el ministro del interior, engolfado con frecuencia en la solución de pleitos de campanillas entre la burocracia de las gobernaciones?
La constitución y las leyes lo obligan a intervenir en favor de las peonadas de los yerbales de Misiones, so pena de que tengamos que constatar con dolor que en la República Argentina existe todavía la esclavitud, y hay un gobierno complicado con los traficantes del capital en su mantenimiento.
El sistema esclavista que hoy se ha refugiado en los Territorios nacionales, imperaba hace unos años en las provincias del Norte, bajo el nombre de "ley de conchabo".
Estaba tan adelantado el sistema de esclavización, que, según parece, había en Tucumán contratantes que se encargaban de proveer a los ingenios con el ganado humano necesario. Pagaban por eso una patente, y un derecho de entrada en la provincia, a tanto por cabeza.
El patrón llevaba a sus futuros peones a la policía, compraba allí una libreta para cada uno, por la que pagaba un peso, que no era más que un impuesto sobre los salarios, y en seguida, se convenia allí mismo el tiempo del conchabo, y el monto del salario.
Cumplidas esas formalidades, el trabajador "pertenecía" ya al patrón que le había contratado durante el tiempo convenido, escrito en la libreta policial. Ya no podía cambiar de patrón, aunque éste lo azotara o no le diera de comer; ya no podía cambiar de trabajo, aunque el que le mandaran hacer no conviniera a sus gustos ni a su salud; ya no podía disponer de su persona ni de su tiempo sino con el beneplácito del patrón.
Ay del jornalero que por necesidad o por gusto, abandonaba al amo que lo había comprado! La policía lo buscaba, lo castigaba, y lo entregaba al patrón, que si ya lo trataba a látigo antes de escaparse, como lo trataría después!
Tampoco podía el infeliz peón conchabarse en otra parte, porque estaba prohibido tomarlo si no había cumplido su tiempo con el anterior patrón.
Era tal la apropiación que los patrones se hacían del trabajador, que cuando no lo necesitaban por todo el tiempo convenido, lo vendían a otro, pasándole la libreta de conchabo.
Las leyes infames fueron derogadas, una tras otra, en Santiago del Estero, en Tucumán, en Salta; y LA VANGUARDIA hubo de combatirlas con energía, mientras obreras y algunas logias masónicas se unieron en la noble campaña, celebrando un gran mitin público contra las leyes de conchabo, que eran una afrenta para un pueblo aparentemente libre.
La nueva esclavitud es más infame, más terrible en sus consecuencias, que la abolida doce años atrás, porque se ejerce en un medio más inaccesible a toda tentativa de defensa de las víctimas, y tiene por fin, con mayor frecuencia, la muerte lenta o el asesinato alevoso de los esclavos.
Ayer mismo, nuestro colaborador Bouvier revelaba lo que es la "libreta de identificación", semejante a la antigua "libreta de conchabo". El peón registrado en la oficina de identificación establecida en Posadas, a vista y paciencia o, mejor, con la complicidad del gobernador del territorio, es hombre vendido al capitalista, que no suelta fácilmente su presa. Los señores de las provincias del Norte hacían cazar por medio de la policía a los peones que huían en busca de libertad; los del Alto Paraná, no teniendo policía a mano, cazan ellos mismos a balazos al desgraciado que intenta una huida desesperada.
¿Podemos tolerar en silencio semejantes crímenes, tal régimen de esclavitud?
Si queremos ser dignos de la liberación económica y moral a que aspiramos, debemos prestar el auxilio de nuestra solidaridad a los indefensos parias de los yerbales, a los más débiles y desgraciados de nuestros hermanos.
Preparémonos a hacerlo, poniendo en la noble empresa todos nuestros entusiasmos.
Abajo la esclavitud! Nuestra condenación para los traficantes en carne humana, y para el gobierno y la prensa que los protege o los encubre!
CORREO
JACINTO COZA—Posadas.—Díganos si recibió varios paquetes de LA VANGUARDIA para propaganda con las correspondencias del ingeniero Bouvier.
Los obreros de Misiones
Las denuncias de LA VANGUARDIA
INSTRUCCIÓN DE UN SUMARIO
El gobierno ha esperado que sobre su responsabilidad se acumulara cargos enormes para decidirse. Las publicaciones de LA VANGUARDIA sobre la condición de los trabajadores de Misiones, han conseguido desmoronar la inercia del ministerio del interior. El achacoso señor Avellaneda, después de ir y venir, parece que telegrafió a la gobernación de Misiones, dándole cuenta de las denuncias a fin de que ordenara una investigación.
El gobernador así lo ha resuelto, disponiendo que el empleado policial Zarza, se traslade al Alto Paraná con el fin de constatar los hechos y levantar un sumario.
No tenemos por qué no ser pesimistas. Por eso colocamos un interrogante en el “éxito” de la investigación.
Entre ellos, es posible que haya cornadas?
No obstante, esperaremos la palabra oficial. Mejor dicho, otras palabras oficiales, ya que los varios viajeros del gobierno han comprobado que en los territorios del Chaco y Misiones, los peones son tratados como “bestias”.
AL “CÍRCULO DE LA PRENSA”
Recordando el objeto de su existencia
Es sabido que el “Círculo de la Prensa”, organización de periodistas, no se ha preocupado para nada del proyecto liberticida de Falcón.
Reclamado por varias publicaciones de la capital a fin de que tomara una iniciativa en defensa de los derechos amenazados, no ha dado señales de vida.
En vista de esto, el ciudadano Mario Bravo, adherente de esa organización, se ha dirigido a la C. D. con la siguiente nota:
“A la comisión directica del “Círculo de la Prensa”:
“Como afiliado a esa organización y como militante en el periodismo nacional, me permito distraer la atención de la comisión directiva del “Círculo de la prensa” sobre dos asuntos que estimo de gran importancia, que están encuadrados dentro de los fines de esa organización, y que, me supongo, los ignora.
“El primer punto: Actualmente el gobierno tiene a estudio un proyecto confeccionado por la policía, restringiendo la libertad de prensa, tan declamada por la ley fundamental del país. El proyecto tiene ya a su favor el dictamen del procurador de la nación, y, según publicaciones hechas por los diarios del presidente de la república y por el silencio que han guardado otros órganos más o menos oficiales del gobierno, será convertido en ley, o existe el propósito de convertirlo, contra toda oposición.
“Como este proyecto va directamente contra los móviles del Círculo, y una de las resoluciones del reciente Congreso periodístico lo prevé, me permito, con el carácter invocado, llamar la atención de esa organización, a fin de que, substrayendo algunos minutos a la tarea de organizar banquetes para los conferenciantes del día 25 de Mayo, destine un momento a la consideración y estudio de una medida gubernamental, radicalmente contraria a los intereses del periodismo nacional.
“El segundo punto: El diario de la mañana LA VANGUARDIA, ha publicado una serie de correspondencias del ingeniero Bouvier, sobre la situación de los trabajadores en Misiones. Adjunto los ejemplares correspondientes, que también han sido enviados bajo sobre a los directores de todos los diarios de la capital. Haciéndome solidario de las denuncias que esas publicaciones encierran, reclamo la atención del “Círculo” para que comprometa a favor de los obreros de Misiones la acción y propaganda de los periodistas adheridos, y de las publicaciones que tengan vinculación solidaria con el “Círculo”.
“A este respecto, hago presente que por resolución del VIII Congreso Socialista Argentino, el Partido Socialista ha acordado la impresión en distintos idiomas de las correspondencias de Bouvier, para que sean reproducidas en todos los diarios, periódicos y revistas de las organizaciones socialistas y obreras del mundo, como un testimonio de la civilización argentina y de la dedicación de la clase gobernante por el bienestar del pueblo.
“Sin otro motivo, saludo atentamente a la C. D.—Mario Bravo.”
Por los esclavos de Misiones
EL ANUNCIADO SUMARIO SERVIRÁ PARA ALGO?
Se necesita una investigación amplia y bien hecha
El sumario ordenado por el gobernador de Misiones, según parece a indicación del ministro del interior, no ofrece ninguna garantía de seriedad y eficacia.
Se ha encargado de eso a un empleado policial del territorio, en contacto diario con los traficantes acusados en LA VANGUARDIA, cuando la policía y el mismo gobernador por cuyas manos va a pasar el informe o los datos del subordinado sumariante, han sido señalados como cómplices y auxiliares serviles de los culpables.
Hasta ahora esas autoridades han hecho la vista gorda ante las atrocidades de los esclavistas, y aun le han prestado su concurso para que consumen la negra obra. Presentarlos como culpables, sería, para los funcionarios de la gobernación, condenarse a sí propios.
¿Se concibe, entonces, que pueda inspirar confianza el sumario ordenado?
Lo que correspondería es una investigación amplia, completa, hecha por comisionados directos del gobierno nacional, que no tuvieran relaciones anteriores ni posteriores con los capitalistas interesados en que se perpetúe el régimen de extorsión y esclavitud imperante en el territorio de Misiones.
Esa comisión, que en Posadas podría hacer muy buenas averiguaciones, podría pasar a Villa Encarnación, donde nuestro informante Bouvier le presentaría—según nos dice—muchos testigos que abonarán sus denuncias.
Qué inconveniente puede haber para que el ministro del interior nombre y envíe de aquí esa comisión investigadora?
Lo hace a menudo – aunque la comisión sea unipersonal – para solucionar miserables conflictos de preponderancia entre los gobernadores, los jueces letrados a otras autoridades de los Territorios.
Por qué no hacerlo cuando se trata de la libertad y la vida de millares de trabajadores, y aun del porvenir de una importante región del país abandonada, hundida en la esterilidad y la inmovilización por gobernantes rutinarios y venales, y por capitalistas tan torpes como avaros?
Desde el Paraguay
Asunción, 30 mayo de 1908.
Asunción empieza a agitarse. Se discuten las ideas que hasta ayer eran despreciadas por la ignorancia o el temor. Ha bastado la actitud valiente de algunos camaradas para que obreros y estudiantes, en el hogar, en el café, en el taller o en la escuela, hablen sobre sus miserias o sus ensueños. Los diarios acogen con simpatía el movimiento iniciado. Uno de ellos, “El Diario”, publica las conferencias; los otros, “La Patria”, “La Ley”, y los periódicos “El Enano” y “Rojo y Azul” comentan y aceptan los artículos de polémica. Nadie se atreve a atacar al escritor Barrett o al compañero Bertotto. El primero, leyendo sus disertaciones, fruto de estudios serenos y elevados, y el segundo con su palabra franca, incapaz de ocultar una mentira, han iniciado lo que un periodista ha querido llamar “la nueva era”. El pueblo está entusiasmado; la burguesía imposibilitada de ejercer presión ante el empuje de sus adversarios, calla, y el Estado, preocupado en los mil rumores de revolución o en las cuentas mal calculadas del ministro de la guerra Duarte, o en los gastos diplomáticos de Báez o Soler, no hace más que permanecer en completa indiferencia. García, el jefe de policía deportador de los obreros Jelz y Llorca, ve con disgusto los escritos, manifiestos y boletines que circulan, pero temeroso de que acrecienten los ataques que a cada instante se le dirigen, simula respetar la libertad de reunión y de palabra. Asunción empieza, pues, a agitarse. La organización obrera se robustece. Los inconvenientes que existían para formar una sola fuerza desaparecen, y no tardaré mucho en comunicarles que los trabajadores de esta ciudad han resuelto para siempre estar unidos.
Los artículos del ciudadano Julián S. Bouvier, publicados en LA VANGUARDIA, no son sino un tenue reflejo de todos los martirios y de todas las villanías que sufren centenares y centenares de infelices en los infernales obrajes y yerbales del Alto Paraná. Bouvier no se equivoca al dudar de si quienes visitan esos lugares de explotación salen ciegos o amordazados por el oro. Me consta que hay personas que han cobrado miles de pesos para no pronunciar una palabra; periodistas que han sido muy bien recibidos, y han salido muy conformes. Los latifundistas forman un grupo formidable por sus influencias y sus capitales. La esclavitud existe, nadie lo duda; al contrario, ¿quién la ignora o desconoce? Pero siendo difícil, como afirma Bouvier, ir hasta allá y poder libremente constatar los crímenes y crueldades que se cometen, las empresas continúan en la mayor tranquilidad su tarea inicua.
Las declaraciones de Bouvier y otros datos que unos compañeros andan recogiendo para la campaña que emprenderán dentro de uno o dos meses, revelarán un mundo ignorado amparado por guardadores del orden y representantes de la ley. Mientras tanto, LA VANGUARDIA ha sido de los primeros en dar la voz de alerta, y el ciudadano Bouvier ha contribuido poderosamente a la obra de emancipación.
El domingo, en el nuevo local del “Instituto Paraguayo”, llevose a cabo la primera de la serie de conferencias populares. Trabajadores y estudiantes formaban la asamblea. Leyó su estudio sobre “Problema sexual”, el escritor Rafael Barrett. Después de diversas consideraciones, aceptadas por la concurrencia, terminó diciendo:
“No engañéis, pues, a la mujer, no la empujéis hacia la sima. Vuestras manos, que se robustecieron en la lucha, que se ennoblecieron en la humilde labor cotidiana, no están hechas para ayudar a caer sino para ayudar a levantarse. Amad! Eso es todo, todo. Amad, y seréis divinamente compasivos. El que ama es verídico, fiel, inconmovible. A qué más código? A qué más sacramento? No hablo del amor libre porque el amor siempre fue libre, y si no es libre no es amor. No es la cuestión libertar el amor, sino tenerlo. Amad, pues, y despreciaréis las fórmulas y las ceremonias. Y los gratuitos juramentos ante el altar y ante el juez. El amor es más grande que todo eso. Amad, y basta. Amad, y fundaréis la familia invencible. Esperad el amor, no derrochéis en estériles caprichos el capital genésico de que sois depositarios. Esperad y la mujer vendrá, la elegida, la que os dará el más sano y copioso fruto, los mejores hijos, los triunfadores de mañana. Vendrá la mujer única, la vuestra. Y cuando la poseáis, sentiréis que lo que contra vuestro pecho palpita es la estatua ardiente del destino”.
Bertotto habló sobre la “esclavitud política del paraguayo”. Apostrofó a los tiranuelos que valiéndose de la ignorancia del pueblo, lo aplastan cobardemente; declaró que el miedo era una de las causas por las cuales los ciudadanos paraguayos aceptaban las imposiciones del jefe de policía o sus caudillos, y censuró la mansedumbre moral de los trabajadores y la dictadura de los politicastros.
El estudiante de derecho Ricardo Bongada (h.) complementó el cuadro bosquejado por Bertotto denunciando los sufrimientos que han padecido desdichados proletarios, muchos de los cuales habrán sido detenidos para obligarlos a trabajar en la finca particular del jefe de policía (!).
Los discursos fueron entusiastamente aplaudidos, pues los oyentes considerábanse como vengados por los desmanes de que han sido víctimas casi todos ellos.
Con motivo de esta conferencia, el presidente del “Instituto Paraguayo” hizo una publicación hiriente para sus organizadores, la que contestaron Barrett y Bertotto desde “La Patria” y “La Ley”. El público que no esperaba tantas incidencias, está agitado, y aguarda el segundo domingo del próximo mes para escuchar de nuevo a los oradores.
“La verdad está en marcha…”.
LUZ DEL DÍA.
A propósito de las denuncias sobre Misiones
EL SEÑOR BARTHE EN “LA VANGUARDIA”
Ayer tarde vino a nuestra sala de redacción el capitalista de Misiones Domingo Barthe, acompañado de un empleado o amigo.
Quería—nos dijo—hacer algunas aclaraciones acerca de las correspondencias que publica LA VANGUARDIA, y sincerarse de los cargos personales que se le dirigen.
A título de información, reproducimos en síntesis las palabras de Barthe.
Este maneja sus explotaciones de yerbales y obrajes en Misiones desde hace unos treinta años
Presenta a Posadas como un centro muy elevado de cultura, donde existe la más perfecta seguridad para las personas.
Reconoce el sistema de los anticipos de salarios a los peones, y de la oficina de identificación y enganche de éstos.
Explica que esta última responde al propósito de impedir que los peones reciban a un mismo tiempo anticipos de varios patrones, y luego desaparezcan sin ir a trabajar con ninguno.
Pretende que el anticipo es indispensable, porque sólo así se encuentran peones.
Dice que para precaverse de ser engañados por éstos, hay que tomar esa medida, aunque reconoce que el 60 por ciento de los peones son excelentes hombres de trabajo, cumplidores, padres o hijos de familia, que emplean bien su dinero, y después de cumplir su tiempo de contrato, vuelven otra vez a conchabarse.
Aseguró que los peones son tratados sin ninguna dureza; y al hablarle de la intervención de las autoridades en favor de los patrones, repuso:
—Desgraciado del patrón que necesita confiar en autoridades!. . . Se va al bombo.
Lo que nos parece una revelación de las garantías reales para sus intereses, que hallan los capitalistas del Alto Paraná en el régimen de esclavitud en que mantienen a los trabajadores.
El señor Barthe concluyó anunciando que acusará a quien corresponda por los ataques que se le han dirigido en LA VANGUARDIA, para lo cual consultará a un abogado.
En el transcurso de la conversación, el acompañante de Barthe refirió un caso de infidelidad de peones, que muestra a lo que conduce y lo que significa el sistema de los anticipos de salarios.
Conchabó en Corrientes ochenta peones para un obraje de Resistencia, los proveyó de herramientas, adelantó a cada uno 100 pesos, y después, una vez llegados al punto de destino, “se mandaron mudar”.
—Por supuesto—dijímosle—, usted habrá renunciado a adelantar dinero a peones.
—De ninguna manera—nos contestó.—Necesito hacerlo. Lo que pasará es que tendré que cuidarlos.
Y ya se sabe, agregamos ahora nosotros, lo que significa eso de cuidar a los peones: estar con el ojo atento a ellos como si fueran presidiarios o esclavos.
MOVIMIENTO SOCIAL
Partido Socialista
Por los esclavos del Alto Paraná—El Centro Socialista de la Boca, reunido en asamblea el día 10 del corriente, ha resuelto aplaudir la actitud valiente del ciudadano Julián S. Bouvier, el cual, desafiando las iras y las altas influencias de todos los potentados negreros del Alto Paraná, supo enrostrarles, desde las columnas de LA VANGUARDIA, los crímenes y la explotación de que hacen víctimas a los obreros que inconscientemente caen bajo sus garras.
Un aplauso, también, para LA VANGUARDIA, la que, acogiendo favorablemente los artículos del citado ciudadano, cedió sus columnas para relatar los hechos y defender, al mismo tiempo, a los proletarios de tres naciones que se llaman libres y que, sin embargo, sus autoridades cierran los ojos ante la esclavitud más inicua y cruel.
Por los peones del Alto Paraná
Hemos recibido la siguiente nota:
“El Centro Socialista Femenino, hondamente indignado por los crímenes y la explotación inicua a que se somete a los proletarios del Alto Paraná, protesta enérgicamente contra los inhumanos latifundistas, y envía un caluroso aplauso al ciudadano Julián S. Bouvier por su campaña justiciera en nuestro valiente diario LA VANGUARDIA, y le estimula a proseguir sin vacilaciones la hermosa obra emprendida.—Juana Clerc, secretaria general.
MISIONES
Podemos decir que somos los descubridores de Misiones? Bien tenemos derecho a semejante título, si nuestra propaganda ha hecho saber a toda la república cosas ignoradas hasta hoy por el pueblo. Pero no pretendemos reivindicación tal. Colma nuestra satisfacción el aporte que hemos prestado al pleno conocimiento de la dominación capitalista en la Argentina y al sistema de esclavitud que perdura aún con tan horribles tintas en el territorio constitucionalmente libre de la nación.
No podemos decir que la prensa haya colaborado en nuestra tarea, ni nos lamentamos por ello, desde que tenemos arraigado el convencimiento de la evidente complicidad del periodismo criollo y el capitalismo.
Cuando los diarios grandes han dedicado su atención al territorio de Misiones, después de nuestra prédica insistente, ha sido para tratar de estafadores a los obreros explotados en aquellas regiones de bárbara opresión. Así lo ha hecho “La Nación”. Así lo hace “La Prensa”. Y “La Prensa”, reclamando por un lado la intervención del gobierno para poner límite a la esclavitud en tal forma que el capitalismo perpetúe su obra, es la misma que dos días después reclama del gobierno la consolidación de los latifundios para bien de las industrias y del pueblo de Misiones.
No tenemos por qué bordar nuevos comentarios alrededor de hechos que tienen ya trascendencia y notoriedad públicas, pero que no han tenido la virtud de conmover como debían la inmovilidad gubernativa.
Basta saber que la prensa capitalista se ha encontrado en la imposibilidad de negar nuestras denuncias, y al hacerlo no ha podido dejar sin defensa al capitalismo, ya que esto último constituye su mandato especial.
Oigamos la voz de un órgano de la prensa burguesa:
“La Prensa”, del domingo 4 del corriente, publica un telegrama de su corresponsal en Posadas, con estos títulos: “Los peones del Alto Uruguay.—Las denuncias de malos tratamientos”. El telegrama dice: “Posadas, junio 13—Con motivo de las publicaciones aparecidas en esa sobre los malos trataos dados a los peones que trabajan en la explotación de yerba y maderas en la región del Alto Paraná, convendría que el ministerio del interior nombrara un comisionado especial para que se traslade a este territorio y estudie de cerca las condiciones especiales de la clase trabajadora en los bosques, a fin de proyectar y solicitar del congreso una ley que contenga disposiciones acertadas, de acuerdo con las peculiaridades del trabajo y el clima de esta región, a fin de que muchos obreros no sean explotados por algunos patrones poco escrupulosos, ni los industriales que exponen grandes capitales sean defraudados por los obreros que, aprovechando la proximidad de las repúblicas fronterizas, se escapan, adeudando sumas considerables que perciben en calidad de adelantos por sus servicios.
“En los obrajes del Paraguay y del Brasil existen numerosos ciudadanos argentinos que trabajan en los montes y no regresan a esta por no haber cumplido con la ley de enrolamiento en su debido tiempo, unos por ignorancia y otros porque sus contratos de colocación de servicio y escasos medios para trasladarse a esta no les permitía, y si regresan ahora serían condenados a sufrir penas por esa falta involuntaria.
“Es conveniente que el gobierno dicte una amnistía para esos contraventores, lo que importaría un beneficio para el ejército y para las industrias de este territorio.”
“La Prensa” de ayer, ocupándose de Misiones, reclama el pronto despacho de solicitudes de yerbales, para los capitalistas, porque la demora perjudica a los industriales radicados en el territorio y a un “pueblo numeroso que vive en el interior de las selvas, y se mantiene solo de lo que produce la explotación de la yerba”.
Para los obreros, no hay ni una sola palabra. Sin embargo, ese diario que empuja al gobierno a despachar concesiones de yerbales, es el mismo que líneas más abajo constata esta otra iniquidad:
“El pueblo de Itacarnaré, en el partido de San Javier, cuenta con 3,600 habitantes, y produce 400,000 kilos de tabaco al año. El pueblo se encuentra dentro del latifundio de los explotadores Errecaborde y Cía., latifundio que tiene 240 leguas cuadradas. El pueblo tiene 28 casas de comercio, cinco escuelas, comisaría, etc., “pero nadie sabe con seguridad lo que tiene, ni rigen allí, por ser un latifundio de propiedad particular, las prescripciones del código rural sobre invasión de animales, deslinde, etc.”.
Con todo esto los trabajadores no han merecido aún ninguna distinción oficial.
Puede continuar “La Prensa” reclamando nuevas concesiones de yerbales, para que no se perjudiquen los explotadores, y se mantenga la esclavitud actual.
Los crímenes del Alto Paraná
Nuevas denuncias de otro ciudadano
CASOS CONCRETOS
Nuevas denuncias sobre los sucesos del Alto Paraná, formuladas por un ciudadano que visita de continuo la población de Posadas y otros pueblos del litoral, vienen a corroborar las ya numerosísimas correspondencias de Bouvier, que han visto la luz en las columnas de este diario.
Tres hechos concretos, uno de ellos producido recientemente, nos comunica hoy.
El denunciante a que aludimos es un obrero afiliado en la “Liga Obrera Naval Argentina”, que se interesó por la suerte de una de las víctimas de los negreros, el peón Antonio Pérez Ramírez.
Aquel nos ha remitido en el día de ayer la siguiente carta:
“Días pasados se presentó en esta secretaría (la de la Liga Naval Argentina), Antonio Pérez Ramírez, que bajó el día 31 de marzo de puerto pampa herido de un balazo bajo el sobaco del brazo izquierdo, saliendo el proyectil por el pulmón de la misma parte.
“Contestando a mi interrogatorio, díjome que en la mañana del 20 de mayo encontrábase enfermo de fiebre, y no podía absolutamente trabajar; por ese motivo León Soalvi, dueño de los yerbales de aquel paraje hasta puerto Piray (Brasil), dio orden al peón Benito Sarza de “tirarle a matar” por el delito de ser “un sinvergüenza”. Este a pesar de ser compañero de infortunio de Pérez Ramírez, no titubeó en cometer el crimen, y sin reparar en el estado en que su compañero se encontraba, cumplió el orden patronal, hiriendo a Pérez en la forma mencionada más arriba.
“Inmediatamente de conocer este suceso, me apersoné al doctor Malariaga, pidiéndole diese entrada al herido en un hospital. Este accedió. El doctor Barreiro, que visitó al enfermo, viendo que su estado era grave informó del hecho al departamento central de policía, donde se trasladó el inspector Maciel, estando yo también presente en el interrogatorio.
“Se ha iniciado un sumario contra Benito Sarza y León Soalvi, pero tengo motivos para dudar de su prosecución.
“Ya en otra ocasión se archivó un sumario levantado con motivo del asesinato cometido en pleno día a orillas del puerto de Posadas, y cerca de una comisaría, en la persona de un peón, que recibió nueve puñaladas, una de las cuales lo degolló. Además, le robaron 3.500 pesos que en la mañana había recibido de la casa Juan B. Mola.
“La policía dejó cómodamente huir a los criminales, y el sumario resultó inútil.
“En la misma forma se procedió cuando la desaparición del ciudadano posadeño A. Flores: la pesquisa, que dirigía el jefe político Julián Gallardo, fue de pura fórmula. En vez de ocuparse de los hechos que sucedían en el territorio de Misiones, donde los ciudadanos pedían—y piden aún—garantías para sus vidas, toleraban y estimulaban a los comisarios de campaña para que siguieran cometiendo atropellos inauditos: robando a mansalva y violando domicilios de ciudadanos pacíficos. El jefe político, don Julián Gallardo, y el gobernador, don Manuel Bermúdez, no pueden o no saben evitar semejantes abusos. Los comisarios de campaña son, en Misiones, los señores de horca y cuchillo.”
Por los peones del Alto Paraná
La Juventud Socialista ha resulto en su última asamblea enviar un voto de aplauso al ingeniero Julián S. Bouvier, por su campaña contra los viles negreros del Alto Paraná; lo mismo que a LA VANGUARDIA, por prestar sus columnas para una acción tan noble.
También envía un voto de censura al jefe de policía Falcón, que imitando al presidente de la república, pretende dar otro puntapié a la constitución argentina, restringiendo la libertad de imprenta.—J. Bertotto, secretario.
Por los peones del Alto Paraná
La Juventud Socialista de las secciones 6ª y 9ª, protesta virilmente contra los latifundistas yerbateros del Alto Paraná, verdaderas sanguijuelas de sus peones esclavizados. También protesta contra los gobernantes que protegen a esos capitalistas, lo mismo que la prensa burguesa, que en esta ocasión, como siempre, ha permanecido muda, haciendo oídos de mercader a las denuncias del ciudadano Julián S. Bouvier, quien, cumpliendo con un deber de hombre humanitario, hizo público los crímenes de nuestra burguesía en los bosques de Misiones.
Un voto de aplauso a LA VANGUARDIA que ha justificado ser el único diario defensor de la clase trabajadora.—El secretario.
Un defensor de última hora
Un ciudadano llamado Eugenio Cervantes, nos ha escrito una larga carta en la que después de justificar la explotación inicua de los peones del Alto Paraná, y los demás cargos hechos por este diario en las correspondencias publicadas, asegura que el señor Domingo Barthe es la persona más filantrópica de Posadas; pues si es coloso por sus millones, en cambio los ha ganado con “su trabajo corporal”. Agrega que este señor es el que más arriesga su capital con el que imprime vida al territorio y a Posadas.
Descarga la responsabilidad sobre los demás latifundistas a quienes culpa de haberse acaparado el territorio de Misiones, y asegura que Barthe ha fundado un taller mecánico en Posadas donde trabajan muchos obreros. Supone que estos trabajadores se libran así del yugo del Alto Paraná.
Termina el ciudadano Cervantes cantando un himno a la verdad y a la justicia, para volver a decir que Barthe es el hombre más bueno del Alto Paraná, pues ha llevado su filantropía hasta el extremo de permitir a los peones que así lo desearon celebrar la fiesta del trabajo.
Esta es, en síntesis, la opinión del tardío defensor del mayor latifundista del Alto Paraná.
Las largas y elocuentes correspondencias publicadas en LA VANGUARDIA nos ahorran todo comentario.
MOVIMIENTO SOCIAL
DIVERSAS
Club “Bernardino Rivadavia”—En su sesión de anoche resolvió exteriorizar su propaganda política. También ha dado un voto de aplauso al ciudadano Bouvier por su heroica campaña contra los latifundistas del Alto Paraná.
La asamblea protestó contra el proyecto del jefe de policía que quiere amordazar la libertad del pensamiento.
MOVIMIENTO SOCIAL
PARTIDO SOCIALISTA
Centro de la 7ª y 13ª—En su última asamblea general se resolvió lo siguiente:
Dar un voto de estímulo al ciudadano Julián S. Bouvier por sus valientes publicaciones contra la bárbara explotación que ejercen los negreros del Alto Paraná, y hace votos para que triunfe la verdad, y devuelva la libertad a esos millares de infelices que permanecen desterrados de la civilización humana.
También protesta contra el jefe de policía coronel Falcón, por su proyecto draconiano que restringe el más sagrado derecho: la libertad de imprenta y del pensamiento, proyecto digno de echarlo al canasto.
Se acordó avisar a todos los compañeros que residen en estas secciones y que estén afiliados en otro Centro, deben pedir pase para éste, de acuerdo con la resolución del VIII Congreso del Partido, que dice así: “Todo socialista debe estar afiliado en el Centro de la sección que reside”, pudiéndolo hacer los compañeros que deseen todas las noches de 7 a 10, en la calle Pringles 965”.—El secretario.
Centro Socialista Femenino—A invitación de este Centro, el diputado doctor Felipe Guasch Leguizamón dará una conferencia sobre “educación”, a fines del corriente mes.
En la última sesión de la comisión directiva se ha resuelto agradecer a todos los niños que tomaron parte en la fiesta pasada en el salón de Villa Crespo.
La explotación de los obreros del campo
EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES
Las correspondencias de J. S. Bouvier han denunciado al mundo civilizado los crímenes cometidos por los capitalistas del Alto Paraná y no me causa extrañeza que eso ocurra en el lejano territorio de Misiones cuando aquí, en la primera de las provincias argentinas se cometen descaradamente iguales abusos, faltando únicamente las persecuciones para que esto se parezca a los yerbales.
La casa acopiadora de cereales que gira en Pergamino bajo la razón social de Martelli y Cía., tiene una colonia que explota en el campo de Pobladeras, distante ocho leguas de la citada ciudad. Cuando esos señores tienen que hacer el trabajo de la trilla y desgrano, mandan gran número de trabajadores a la estación Cano, diciéndoles que desde ahí los conducirán en brek o carros a las máquinas, lo que es una grosera mentira puesto que se ven obligados a ir a pie y caminar una distancia que en vez de ir acortándose a medida que prosiguen la marcha parece que ocurriera lo contrario.
Una vez junto a las máquinas se encuentran con un capataz que les impone una jornada de 12 a 14 horas y les escatima la comida. La mayoría no puede soportar ese trato y abandona el trabajo. Entonces el capataz descubre cuál es la misión que le han confiado los patrones, pues al hacer el vale rebaja el salario estipulado “por no haberlo acompañado hasta el fin de la cosecha”. En algunas ocasiones el vale indica solo el número de días sin el salario que les corresponde. En ese caso, en el escritorio de Pergamino les pagan a los pobres peones lo que se les antoja, y es sabido que si vinieron en el tren desde Pergamino a R. Cano se lo han costeado los obreros y con más razón cuando se trata de volver. La mayoría se ve en la necesidad de marchar a pie ocho o nueve leguas, para encontrarse muchas veces con que al ir a cobrar les contestan que no está el pagador o que no han recibido orden de abonarles.
Esa misma casa tiene una cuadrilla de hombres para la carga y descarga de cereales en la estación Cano y no corre mejor suerte que los anteriores. Trabajan 10 u 11 horas y tienen como habitación un verdadero chiquero que de invierno resulta un frigorífico y un horno en verano. Está construido con chapas de fierro de un antiguo galpón destruido por un incendio. Tiene 4 y ½ metros de largo por cuatro de ancho y habitan en él generalmente seis o siete hombres. Sirve de cocina, comedor y dormitorio.
La higiene es desconocida allí. Los pobres obreros no pueden tener una pieza de ropa regular porque las chapas en invierno destilan el rocío junto con herrumbre, y esas gotas manchan de manera indeleble la ropa.
Comen malísimamente, y cada semana tienen que ir a cobrar sus vales a la casa de negocio establecida en la estación Basualdo, que dista algunos kilómetros. Deben ir a pie, y les sucede a menudo lo mismo que a los otros en Pergamino, es decir, que suele no estar el pagador, o no haber cambio o… cualquier pretexto para no pagarles en seguida. En realidad, eso es una táctica para hacerlos quedar allí tanto tiempo como les conviene, porque entretanto se alcoholizan, juegan a la table y, una vez ebrios, les ajustan la cuenta, cobrándoles los artículos a más alto precio de lo regular.
A. L.
Desde Posadas
Otra víctima de los yerbateros
Por intermedio de la Liga Obrera Naval Argentina hemos recibido las siguientes denuncias, que nos las remite desde Posadas la señora Angela Valenzuela.
El peón Juan Valenzuela, hijo de la denunciante, se contrató, en el mes de agosto del año pasado, para trabajar en Puerto San Pedro con el yerbatero Antonio Baldez. Hasta junio último estuvo sujeto en aquel paraje a la explotación descrita en estas mismas columnas por el ciudadano Bouvier.
En los primeros días del mencionado mes, se enfermó. Pidió a su patrón lo remitiese a Posadas para curarse, pero inútilmente; no se le hizo caso. La enfermedad avanzaba y Valenzuela insistía, reclamando su traslado a Posadas para curarse.
Cuando el enfermo se declaró imposibilitado para el trabajo, recién se le remitió a la ciudad. Pero ya era tarde, la enfermedad había minado su organismo y en la travesía Valenzuela falleció en el pasaje llamado Arroyo Anta entre Puerto Pampa Piray y San Pedro.
La incuria y la avaricia patronal ocasionaron dos desgracias. La muerte del obrero y el desamparo de su anciana madre.
El conchabo de Valenzuela era solo por ocho meses; sin embargo, después de 11 meses consecutivos de trabajo, no podía conseguir librarse de las garras de sus explotadores.
Repetidas ocasiones solicitó el retiro. Nada, el patrón no entendía, necesitaba explotarlo hasta aniquilarlo completamente.
Es la historia de los yerbales. Es la suerte que espera a los obreros de ese territorio entregado a la sed de lucro de un puñado de latifundistas.
En San Pedro de Misiones, los mismos dueños de yerbales son los que designan las autoridades y jueces de paz. Y como es lógico, este remedo de justicia, tutela y ampara la descarada explotación de que se hace víctima a tanto obrero.
MOVIMIENTO SOCIAL
PARTIDO SOCIALISTA
Comité Ejecutivo—Sesión del 29 de julio—Presentes. De Armas, Repetto, Del Valle Iberlucea, Porrini, Oddene, Cúneo, Vidal, Rosaenz, Bravo—Ausentes: Palacios y Colombo.
—Se acuerda que la secretaría del Partido envíe a la Oficina Socialista Internacional, un resumen de las correspondencias de Bouvier sobre los trabajadores de Misiones, para su publicación en los órganos de los Partidos Socialistas, hasta tanto sea posible editar dichas correspondencias en folleto.
—Se acepta la adhesión que solicita el Centro de la 11ª (Capital).
—Se acuerda organizar una conferencia pública en local cerrado sobre los proyectos de armamentos el jueves 10 de agosto. Oportunamente se designará local y oradores.
—El Comité acuerda tener presente el pedido del Centro de Avellaneda, de una conferencia de Ferri en esa localidad.
Centro de la 11ª — En su última asamblea se resolvió que todos los ciudadanos que deseen afiliarse, pueden hacerlo todos los días de 5 a 6 p. m., en Viamonte 2322. Los afiliados en otras agrupaciones deben solicitar pase al Centro de su distrito. La comisión hará circular una nota en ese sentido. En breve se anunciará una conferencia de propaganda socialista en un salón público.
La comisión se reunirá el día 3 de agosto próximo.
La explotación de los peones en Misiones
LOS YERBATEROS Y EL GOBIERNO CONTRA LOS TRABAJADORES
Transcribimos a continuación los principales párrafos de una carta enviada por el doctor Alejandro Peralta (ex juez del territorio de Misiones) al subsecretario del ministerio del interior, doctor Pedro Alcácer, que justifican plenamente las correspondencias publicadas en LA VANGUARDIA por el ciudadano Julián S. Bouvier sobre las tristes condiciones en que trabajan y viven los obreros de los yerbales y obrajes de ese territorio.
Dice así:
“He estado dos años en Misiones, y debí abandonarla por decisión del ministerio de justicia, motivada por una maligna campaña que allí se me hizo, aunque no se me pudo concretar un solo cargo que fuera tal.
“¿La causa de la campaña? Justamente: los peones del Alto Paraná.
“Cuando llegué a Misiones encontré implantado, respecto a esos peones, un curioso procedimiento. Eran contratados por sus patrones por un plazo indeterminado, y, al contratarlos, se les hacía un adelanto de dinero sobre sus futuros jornales, adelanto que nunca llegaba a compensarse con el trabajo, porque las provisiones que se veían obligados a hacer en los almacenes de sus patrones les eran vendidas a precios verdaderamente fabulosos, con lo cual eran siempre deudores. Cuando por cualquier razón, generalmente por haber recibido alguna descomunal paliza, el peón huía del obraje, era cazado en el monte a balazos o a lazo por la policía, como un delincuente peligroso, y entregado nuevamente al patrón para que lo hiciera continuar trabajando en su provecho.
“Naturalmente, denunciados hechos de esta clase al poco tiempo de llegar yo a Misiones, procesé a los comisarios o subcomisarios que tal hacían por abuso de autoridad, y por ello fue alguno condenado. Esto cortó de raíz el tal procedimiento, porque la jefatura y el gobernador dieron nuevas órdenes al respecto. No sin antes prevenirme de los serios inconvenientes que me acarrearía mi actitud; pero levantó una grita ensordecedora entre los obrajeros de Misiones que echaron a buscar otro procedimiento para asegurarse el trabajo obligatorio de sus peones.
“Lo encontraron, a su manera.
“Cuando un peón abandonaba el obraje debiendo a su patrón, que siempre le debía, lo acusaban ante la policía por estafa, y la policía lo detenía y lo remitía preso a disposición del juzgado. Los juicios fueron resueltos por sobreseimiento definitivo en favor de esos peones que, si bien podían deber a sus patrones, no por eso eran estafadores.
“Esto comenzó a desesperar a los patrones, que declararon arbitrario al juez que dictó esos autos.
“Llegadas estas cosas a oídos de los peones que hasta entonces habían vivido encerrados en el más resignado y deprimente silencio por no haber encontrado quien les escuchara, comenzaron a denunciar también, en cada caso, los brutales, feroces tratamientos de que eran objeto.
“Se les apaleaba, se les ataba a los troncos de los árboles por largas horas y hasta por días, se les colgaba de los árboles y se les dejaba allí toda una noche, llegando, por este procedimiento, algunos, a perder uno o ambos brazos; se les colocaba por días y semanas en el cepo de lazo, sin darles siquiera de comer!!!
“Y ¡cuántas atrocidades! ¡cuántas vejámenes miserables y salvajes!
“Desaparecían los hombres de los obrajes como si los hubiera tragado la tierra, quedando el secreto enredado entre los garabatos del bosque impenetrable!
“Algunos procesos se formaron por esto, que dieron a la grita del principio los caracteres de un alboroto imponderable, que se expandió en todos los órganos de la prensa metropolitana, siempre dispuesta al ataque y a la recriminación de los funcionarios rurales de los territorios, y que llegó en brazos influyentes hasta el ministerio de justicia.
“¿Qué se decía del juez?—Qué se levantaba con todo el poder de la ley, y encarcelaba a una serie de señores con mucho dinero, muchos árboles de yerba, muchas maderas riquísimas y muchos peones! Que las cárceles estaban llenas, que era un arbitrario, un energúmeno, y… ¡que recorría las calles con el chambergo echado sobre su melena de Juan Moreira para aterrar a los inocentes pobladores de aquella tierra!...
“Ese juez era yo.
“Fui a Buenos Aires y me presenté a las redacciones de los principales diarios, pudiendo obtener con mis explicaciones… el silencio, nada más que el silencio. Ellos no podían rectificarse: hubiera sido una vergüenza y un descrédito para ellos.
“Callaron, pues, los diarios, salvo uno de segundo orden, en que me dijeron con toda sencillez que Deagustini gastaba mucho dinero en la campaña, pero quedó una legión de hombres importantes que presionaban el ánimo del ministerio de justicia y el del mismo presidente de la república llevados a los respectivos despachos personalmente por Deagustini y otros yerbateros y obrajeros de mucha plata, y me vi obligado a acatar una orden de traslado antilegal y arbitraria.
Tuve un caso, el caso madre, el que produjo todo el escándalo, que, a pesar de aparecer en una causa diversa de las demás, no es otra cosa que la demostración de los procedimientos empleados en los bosques misioneros, en cuyo expediente puede apreciar todos los esfuerzos que hice para mantener a la altura que lo corresponde la majestad de la justicia recta y verdadera, aunque mis esfuerzos se vieron frustrados por la solución que en mi ausencia le dio el juez federal de Corrientes. Se lo recomiendo muy especialmente, él le dará un concepto exacto de los salvajes procedimientos usados, y del criterio que se ha formado la gente empleada en la explotación de los bosques de aquellos parajes.
“Es el proceso seguido contra Leandro Arrechea, por lesiones graves y abuso de autoridad, que se encuentra en el archivo del juzgado letrado de Misiones. Duró más de un año, que pasó, con una pequeña tregua, en la cárcel el procesado Arrechea; pero fue absuelto: no había hecho más que tener diez y nueve días en el cepo de lazo a un peón procesado por homicidio de un hermano suyo (de Arrechea), y mandarlo a Posadas a disposición del juez haciéndole marchar a pie por una picada intransitable para un caballo, en un estado verdaderamente miserable, de absoluta miseria física, como decía el médico en su informe.
“Pero nada pude con todo ello, porque aquellos hombres pesaban más que yo (como que llevaban la conciencia cargada de culpas que en otros serían arrepentimientos, y los bolsillos de oro) en la balanza del gobierno central,… y fui sacrificado en aras de una tolerancia que no acepté jamás, porque la considero criminal, que parece ha podido imperar después de mí.”
Los horrores del Alto Paraná
y un conato de investigación gubernativa
Se recordará que por orden del ministro del interior, la gobernación de Misiones inició una investigación acerca de las denuncias publicadas en LA VANGUARDIA por el ciudadano Bouvier.
El resultado de esta investigación no es conocido hasta ahora del público, aunque en el ministerio del interior es ya cosa vieja, y los diarios grandes han podido, con sus poderosos medios de información, recogerlo y darlo a publicidad.
Nuestro corresponsal en Posadas nos remite copia de la nota en que el gobernador interino de Misiones comunica al ministro del interior las conclusiones a que ha llegado la investigación referida.
Sentimos que la falta de tiempo y espacio nos impida hoy reproducir y comentar como es debido ese documento.
Será el martes.
La esclavitud en el Alto Paraná
UNA INVESTIGACIÓN FRACASADA
Informe de la gobernación de Misiones sobre las denuncias de “La Vanguardia”
LAVÁNDOSE LAS MANOS…
Cuando supimos, en plena campaña periodística sobre la esclavitud de los peones del Alto Paraná, que un empleado de la gobernación de Misiones había sido enviado en comisión para averiguar el fundamento de las denuncias hechas en LA VANGUARDIA, expresamos al punto nuestra desconfianza respecto al resultado de esa anunciada investigación. ¿Qué podíamos esperar de la obra de un empleado en constantes y viejas relaciones con los negreros, máximo cuando estaba en el interés de la gobernación de que dependía,—acusada de complicidad en los crímenes y los atropellos contra el peonaje—pretender probar la inexistencia de éstos o en todo caso aminorar su gravedad?
La nota que publicamos en seguida, y que nos la ha proporcionado nuestro corresponsal en Posadas, demuestra que estuvimos en lo cierto al predecir el fracaso de dicha investigación.
He aquí ese documento, firmado por el gobernador interino de Misiones, señor José M. López, y dirigido al ministro del interior:
“Posadas, julio 25 de 1908.—Excm. señor ministro: Con los informes que preceden, devuelvo a V. E. este expediente con el recorte de LA VANGUARDIA que fue remitido a esta gobernación. Debo empezar por manifestar a V. E. que en el espíritu del artículo subscripto por el señor Bouvier hay mucha pincelada efectista, porque el cuadro de su narración, lleno de asombros y de horrores, no es exacto, y menos al referirse a la traición de la ley que imputa a los funcionarios públicos, desde que ni esta región es una factoría, ni sus habitantes esclavos que pudieran en silencia soportar yugo de vergüenzas extremadas. Eso no obstante, se trata de una cuestión tradicional, en que los intereses de los peones de obrajes con los de sus patrones están en pugna latente, y los unos a los otros se atribuyen faltas que en raros casos—por el silencio de ellos mismos—llegan a debatirse ante la justicia. Los peones se quejan de mala alimentación, de trabajo excesivo, de la carestía de los artículos, y los patrones de la diaria fuga de aquellos, que se van adeudándoles sumas importantes, sin volver al trabajo a pagar con él las deudas por los anticipos que reciben y por los gastos que hacen en el tiempo de permanencia en los montes. Ese anticipo, precisamente, es uno de los males, a juicio de este gobierno. Está constituido por una cierta cantidad de dinero que reciben en esta capital los peones, antes de embarcarse para los obrajes, y que, como es natural, en gente sin hábitos de economía y sin mayor alcance intelectual, ese dinero es gastado generalmente en jaranas. Ahora bien, para comprobar la exactitud de los hechos que se relacionan con el trato y la vida en los obrajes, y conocer lo que verdaderamente existe en el fondo, sería preciso hacer una investigación formal—trasladándose a todos los obrajes y estudiar en todas sus faces el asunto, juzgando en el propio terreno la verdad que asiste a unos y a otros, puesto que sólo en el mismo medio es posible palpar la realidad. Allí en el centro de los bosques, donde no llega la acción directa del gobierno, pues para ello sería preciso que en cada obraje se estableciera, cuando menos, algunos agentes de policía, está el secreto de todas estas cosas. Por otra parte, esta gobernación, señor ministro, carece de elementos para disponer la investigación formal que, pausada y prolijamente, pudiera revelar lo que sucede, y aconsejar el remedio del mal. Debo advertir también que este gobierno no tiene injerencia alguna en los contratos entre los trabajadores y los empresarios de maderas o yerbales, cuyas explotaciones, en su mayor número, se hallan establecidas en terreno de propiedad particular. En cuanto a los hechos delictuosos de que se habla con motivo de estas publicaciones, debo declarar al señor ministro que cuando ellos han llegado a conocimiento de la autoridad, se ha tomado el giro que la ley dispone, dando la correspondiente intervención al tribunal letrado del territorio. No hay duda, Exmo. señor, de que este asunto merece una formal atención por parte de los poderes públicos, y el ideal sería lograr una legislación especial que garantizara a los obreros sus derechos, evitando que fuesen víctimas de explotaciones injustas, y a los capitalistas que fueran estafados, y estuvieran a cubierto de perjuicios explicables. Por estas consideraciones, Exmo. señor, pienso, salvo mejor parecer de V. E., que el poder ejecutivo debe designar un comisionado especial que, con el tiempo y los recursos necesarios, se traslade a este territorio, y visitando los obrajes e investigando en ellos mismos todas las circunstancias que le sirvan para aclarar el asunto, presente a la consideración de V. E. el resultado de su labor libre de la parcialidad, que pudiera atribuirse a personas ya vinculadas aquí. Por el medio, la modalidad y la región en que debe actuar, sin olvido también de los diversos factores que tendrá en cuenta, ese carácter no sólo debe revestir el carácter de una investigación, sino también habrán en él consideraciones económicas y sociológicas que serían el fundamento de la ley especial a que he aludido, para su aplicación en este territorio. Quizás, señor ministro, un tribunal compuesto de elementos en que se representaran los trabajadores, los capitalistas y el Estado, fuese el medio más sencillo que una ley autorizase para la solución de los casos en que el capital y el trabajo estuviesen en choque, de manera que ese jurado estableciera la culpabilidad y la penalidad de unos y otros. Resumiendo, señor ministro, en este asunto—descartadas las exageraciones siempre habituales, y colocados en una zona imparcial—hay mucho campo en que la acción del gobierno debe extenderse para encontrar la solución razonable del problema, y el anhelado régimen que encauce por la vía de la justicia y de la equidad los intereses en lucha. Dejo así, ligeramente sometidas a la consideración de V. E. las ideas apuntadas en este informe, y saludo a V. E. con la consideración más distinguida.—José M. López.—M. G. Durán.”
Prácticamente, este informe no concreta nada acerca de los hechos denunciados en LA VANGUARDIA. Se ve que las autoridades de Misiones puestas en un trance duro, han querido escaparse por la tangente. Cómo podían ellas, tan bien quistas con los ricachos explotadores, pronunciar contra ellos una palabra condenatoria? Y para negar rotundamente la verdad que ya conoce mucha gente, les ha faltado valor o impudicia.
El comisionado de la gobernación de Misiones ha sido un juez de paz quien ha hecho su viaje de investigación a expensas de los patrones acusados, transportado, mantenido y agasajado por ellos en su gira de severa (!) fiscalización.
Creemos, sin embargo, que la campaña hecha por LA VANGUARDIA está todavía en camino de dar resultados prácticos, si de las conclusiones generales del informe que hemos transcripto, el cual merece largo comentario, se toma lo bueno que en ellas hay.
LA ESCLAVITUD EN EL ALTO PARANÁ
Complicidad de las autoridades de Misiones
UN INFORME QUE TIENE MUCHA MIGA
Las denuncias hechas en LA VANGUARDIA por el ciudadano Bouvier han tenido plena confirmación con la carta del ex juez letrado de Misiones doctor Peralta que publicamos hace pocos días.
Habrá quien niegue autoridad a la palabra de este último, como se ha querido—y eso puede ser más fácil—negársela a la de Bouvier? El doctor Peralta ocupa ahora mismo un cargo judicial análogo al que ocupaba en Posadas, de donde fue removido por obra y gracia de los negreros latifundistas, a quienes parece incomodaba su independencia, el espíritu de justicia que observaba al encontrarse frente a un abuso o un atropello de aquéllos contra los pobres peones. Y las afirmaciones de ese funcionario,—que debe poner cierta reflexibilidad en sus dichos y a quien se le puede reconocer sinceridad cuando no habla en su propio interés, como en este caso,—iban dirigidas a un superior jerárquico, por feliz coincidencia, amigo particular también, según parece.
Era, pues, aventurado negar las atrocidades y las miserias denunciadas en LA VANGUARDIA con tantas apariencias de verosimilitud, con un lujo de detalles y con tales acentos de pasión, que revelaban todo el fondo de verdad que en esas denuncias había.
Las autoridades vecinas de los dueños de yerbales no se han atrevido a negarlas. Tachándolas en términos vagos de exageradas, han prestado ya un buen servicio a los negreros.
Como esta disminución antojadiza de la gravedad del problema no bastaba para considerar llenada su misión, esas autoridades han tenido que presentar a su modo—o al modo patronal—los términos de aquél, y dicen: “Los peones se quejan de mala alimentación, de trabajo excesivo, de la carestía de los artículos, y los patrones de la diaria fuga de aquéllos, que se van adeudándoles sumas importantes, sin volver al trabajo a pagar con él las deudas por los anticipos que reciben y por los gastos que hacen en el tiempo de permanencia en los montes”. Agregando después que “el ideal sería lograr una legislación especial que garantizara a los obreros en sus derechos, evitando que fuesen víctimas de explotaciones injustas, y a los capitalistas que fueron estafados, y estuvieran a cubierto de perjuicios explicables”.
No dicen ni piden otra cosa los patrones! Ellos admiten la justicia de muchas de las quejas del peonaje, aunque desprendiéndose de la responsabilidad, que echan sobre capataces o encargados; pero todo lo justifican, todo lo atenúan con el agravio, con la extorsión de que les hacen víctimas (!) los trabajadores huyendo de la ergástula… sin poder pagar las deudas contraídas con sus patrones, después de largos meses y aún años de duro trabajo (!).
Vengan medidas gubernativas, disposiciones parlamentarias que legalicen la esclavitud hoy tolerada en Misiones!
Es lo que quieren los latifundistas, los ricachos explotadores de los yerbales.
En toda la república, fuera de esos feudos del latifundismo, ningún patrón, ningún industrial ha pensado pedir nuevas protecciones legales, a más de las que el Código contra los obreros establece, que puedan estafarlos. Los negreros del Alto Paraná necesitan una protección especialísima!
Bien podían ellos evitar las estafas de que se dicen víctimas aboliendo el sistema de los anticipos de salarios.
Pero no es eso lo que ellos quieren. Todo lo contrario. Los anticipos son precisamente las cadenas con que esclavizan a la peonada.
El trabajo o la esclavitud
EN LOS YERBALES Y OBRAJES DE MISIONES
Un proyecto de ley en preparación?
Según información oficial se está preparando en el ministerio del interior un proyecto de ley por el cual “se reglamenta el trabajo de las mujeres (!) y niños en los obrajes del territorio de Misiones, con el fin de evitar los abusos denunciados”.
No ya el trabajo de las mujeres—que creemos no existe—ni el de los niños solamente, muy reducido, al parecer, sino el trabajo de los hombres, en el que se ha implantado un sistema de verdadera esclavitud, es el que hay que reglamentar en los yerbales y en los obrajes del territorio de Misiones.
Ignoramos de qué antecedentes se valdrá el ministro del interior para elaborar su proyecto de reglamentación.
Asesorado particularmente por persona que le sea digna de crédito, ¿ha tomado como buenas las revelaciones hechas en LA VANGUARDIA, en las que se ponían al desnudo los males y se indicaban los remedios?
O le habrán servido de elementos de ilustración los llantos de cocodrilo de algunos negreros, o el anodino informe de la gobernación de Misiones?
Hay en este último algo bueno que pudo o puede el ministro tener en cuenta, y es la necesidad de enviar a ese territorio una comisión investigadora amplia, pero no tan amplia que formen parte de ella—como “jueces de instrucción”—los mismos acusados, los latifundistas, los negreros.
Veremos si el gobierno se resuelve a tener en cuenta, todavía, esa indicación, a la que nos asociamos y que hemos hecho los primeros; y como anticipo, quedamos a la espera del proyecto anunciado, que ha de merecernos atención especial.
La esclavitud en el Alto Paraná
Otra confirmación de las denuncias de LA VANGUARDIA
A los cuatro o cinco meses de haber publicado nosotros las tremendas revelaciones del ciudadano Bouvier sobre la explotación, o mejor, sobre la esclavitud a que están sujetos los peones en los yerbales y quebrachales de Misiones, “La Prensa” se hace remitir algunos datos al respecto, dándolos en su número del domingo bajo estos títulos: “Los peones en el Alto Paraná.—Costumbres inhumanas.—Explotación de yerbales”.
Ignoramos a qué razones de última hora obedezca esa especie de ruptura de relaciones con los negreros de los yerbales, a los que “La Prensa” ha estado últimamente ligada, como lo revela—para quien no lo sepa—su largo silencio.
De todos modos, queremos reproducir las informaciones del diario de la Avenida, porque ellas, a pesar de sus misérrimas proporciones, vienen a confirmar el inmenso cúmulo de denuncias aparecidas en LA VANGUARDIA, que en vano han pretendido presentar como exageradas el gobernador interino de Misiones y algunos corresponsales “tocados” por los patrones.
Helas aquí:
“Con motivo de la noticia que oportunamente publicamos sobre un proyecto de reglamento para las peonadas del Alto Paraná, que confecciona el ministerio del interior, nos ha escrito un antiguo empleado del gobierno en Misiones, suministrándonos algunos datos muy interesantes sobre la vida y costumbres de los trabajadores de esa región.
“Los patrones obrajeros y yerbateros del Alto Paraná tienen establecido el sistema de adelantar fondos a los peones en el momento de contratarlos. Les dan de 100 a 300 pesos, mitad en efectivo y mitad en mercaderías, pues los contratistas poseen casas de comercio, en las que recargan a los peones enormemente el precio de los artículos.
“Ese anticipo les dura dos o tres días; de modo que cuando los trabajadores suben al vapor, en Posadas o Santa Ana, los dos grandes mercados de peones, apenas les resta una que otra botella de caña y las armas indispensables, que consisten en un revólver y un machete de sesenta centímetros de largo. Los peones brasileños usan una gran pistola y cuelgan al cinto el machete, como los vigilantes.
“Los contratos obligan a los peones a trabajar durante todo el tiempo de la zafra, que dura de siete meses a un año.
“La mayoría de esa gente no puede, con su trabajo, pagar el anticipo, y por esta causa son frecuentes las fugas. Si los patrones saben dónde se hallan los fugitivos, los rescatan fácilmente y los internan de nuevo en el obraje; pero los dueños o encargados de un puerto tienen especial interés en mantener oculto al desertor, que admiten en sus trabajos.
“Los peones de los puertos ganan de 15 a 20 pesos mensuales. Tienen que subir barrancas de ochenta y más metros de altura, cargados con bolsas de 80 y 100 kilos.
“Los troperos ganan 30 pesos y los peones auxiliares 18, 20 y 25; manejan bruacas de yerba de 100 y 125 kilogramos.
“El trabajo, en todo el Alto Paraná, se lleva a cabo en una forma torpe; bolsas, bruacas y todo bulto son levantados por un solo hombre.
“Esa pobre gente a los 30 años ya se halla impedida para hacer todo trabajo de fuerza, porque padece de dolores a la cintura o internos.
“La comida que se da a los peones consiste em “yopará”, guisado hecho con grasa, maíz y porotos; “revirado”, hecho con grasa, harina y pedacitos de charqui, y mate amargo a todas horas.
“Los artículos de consumo se venden en los almacenes de los contratistas de peones a los siguientes precios: galleta, 80 centavos el kilo; azúcar, 1.40; charqui, 0.70; porotos, 0.40; jabón en barra, 1.00; tabaco, 4.00 el kilo; petróleo, 1.50 el litro.
“En varios obrajes que distan 20 leguas de los puertos, esos precios se recargan aún en 20 y 30 por ciento.
“Los vapores llevan a bordo más pasajeros de los que indican sus respectivas patentes. Los peones de segunda van hacinados y muchas veces no comen, porque no alcanza la comida del buque.
“Cuando algún trabajador, atolondrado por el alcohol, se olvida de su contrato y trata de irse, es apresado por los marineros o se le mata de un balazo, dando luego la noticia de que un tigre lo ha hecho su víctima.
“La inspección de yerbales en Misiones, según el mismo informante, deja mucho que desear. Los bosques se destruyen rápidamente, sin que pueda impedirlo el personal del gobierno, por falta de elementos de movilidad.
“La inspección de bosques y yerbales, a pesar de este título, carece hasta de una oficina. La fiscalización es, en consecuencia, completamente nula.
“Se encuentra todo allí tan desquiciado, que los concesionarios de bosques prefieren abandonar sus trabajos e irse al Brasil, de donde exportan la yerba por el Alto Paraná, a pesar de tener que recorrer largas distancias, pues las tropas emplean de quince días a un mes en llegar a los puertos.
“Prueba de todo esto son las cifras de la estadística.
“El año pasado, la cantidad de yerba brasileña que se fiscalizó por el tránsito terrestre, fue de 941.285 kilogramos, y la argentina de 682.599.
“Este año la argentina no alcanzará a la mitad.”
Los negreros de Misiones mal impresionados!
Un telegrama de Posadas, que publica anoche “Sarmiento”, nos trae esta novedad:
“Ha producido muy mal efecto en este territorio la carta que dirigió el doctor Peralta al subsecretario del interior, doctor Alcácer, y publicada en el diario socialista LA VANGUARDIA.”
Lo sabíamos. Podíamos suponerlo.
¿Cómo no habían de producir mal efecto en los negreros, en los explotadores y verdugos de los infelices peones, yerbateros y obrajeros, las denuncias del doctor Peralta, confirmatorias de las extensas y gravísimas hechas con anterioridad por LA VANGUARDIA?
Porque, indudablemente, los mal impresionados a que alude el corresponsal de “Sarmiento” no serán los peones, ni la gente imparcial, desligada de los capitalistas, sino éstos y sus lacayos, empleados, o dependientes.
Acostumbrados a manejar a todo el mundo, dominando con el oro y los favores, esa gente tiene que asombrarse ante los pocos hombres y los pocos diarios de independencia que suele haber.
La esclavitud en Misiones
Lo que dicen el gobernador y un diario pagado
De cuando en cuando resuellan los informantes oficiales que estudian los fundamentos de las denuncias hechas en LA VANGUARDIA sobre la terrible situación de los peones en los obrajes y yerbales de Misiones.
Notas van y notas vienen, hasta ahora nada práctico se ha hecho ni propuesto, y no sabemos si el ministro del interior y sus subordinados se atreverán a salir de ahí.
Hasta ahora, las denuncias de Bouvier en LA VANGUARDIA han sido tácitamente confirmadas en general, y de una manera categórica por un funcionario judicial, el antiguo juez de Misiones, doctor Peralta.
Un informe del actual gobernador del territorio, doctor Solari, acaba de recibirse en el ministerio del interior, a juzgar por el siguiente que vemos en la “Tribuna”:
“Con motivo de reiteradas denuncias precedentes de los obrajes establecidos en el territorio de Misiones, el ministerio del interior solicitó del gobernador un informe circunstanciado al tenor de aquellas situaciones según las cuales los peones escapados en dichos comercios, eran víctimas de malos tratamientos y hasta se aseguraba que habían ocurrido crímenes y fusilamientos ordenados por los patrones.
“El doctor Solari, evacuando lo solicitado, refiere que en cuanto concierne a las arbitrariedades y hechos de sangre, es completamente inexacto cuanto se ha dicho, pero que es verdad que los comerciantes de referencia explotan el trabajo de esa gente, pues cobran una enormidad por los artículos comestibles y de vestir, de que los proveen.
“En consecuencia, el ministerio resolverá de un momento a otro lo que corresponda, para proteger a las peonadas aludidas.
Por lo pronto, la gobernación fiscaliza y estudia con todo detalle el procedimiento que se observa a efectos de adoptar medidas de represión contra los abusos, hasta el alcance de sus atribuciones.”
Al mismo tiempo que la noticia precedente, aparecía ayer en “Sarmiento”, el terrible órgano armamentista, otra en que después de aludir a investigaciones hechas por los socialistas y por el gobierno, agrega:
“Las peonadas de los obrajes y yerbales de Misiones, salvo raras excepciones, están formadas de nenitos que han ganado aquellas lejanas y salvajes alturas, buscando la soledad y poniendo la mayor distancia entre sus pagos, donde seguramente “se desgraciaron”, como dicen ellos, y tienen cuentas serias que arreglar con las autoridades.
“Esos peones que, por supuesto, no pierden las mañas, se conchaban recibiendo varios meses de sueldo anticipado. Y es claro que ese mismo anticipo los incita a embromar a los patrones, y de ahí que abandonen un obraje o campamento yerbatero para repetir la misma operación en otras partes y con otros patrones.
“Son estos, pues, las verdaderas víctimas y no los peones como de continuo lo dicen las majaderías de los corresponsales de ciertos diarios.
“Naturalmente, que las buenas autoridades presten ayuda a los patrones para que los peones hagan el menor daño posible, y así sucede que muchas veces se les obliga por la fuerza a que cumplan sus contratos.” (!!)
Ha debido ser el informe del gobernador Solari, con aparecer bastante mediocre, y el anuncio de medidas contra la explotación de que son víctimas los peones, lo que ha motivado la insolente “salida” de “Sarmiento”, que se ve a la legua es producto del convencimiento que han llevado a su ánimo los ricos señores feudales de Misiones. Sólo estos cegados por su interés, por su egoísmo, pueden mentir y odiar como se ha visto en los párrafos del diario armamentista.
El “agente socialista” (será el ciudadano Bouvier, que simpatiza con nuestra causa, aun no siendo socialista militante?) no ha podido encontrar infundadas las denuncias hechas, y los inspectores del gobierno las han confirmado en gran parte.
Y no son oficiales, no valen tanto como las de cualquier inspector las declaraciones categóricas y aplastantes del juez Peralta, tildado despreciativamente de socialista porque tuvo el valor y la independencia necesarios para decir la verdad y aplicar la ley a los patrones, neutralizando sus desmanes?
Con el informe del gobernador Solari—quien también va a resultar socialista si se descuida—y con el suelto de “Sarmiento” se reconstruye precisamente toda la irritante realidad de la esclavitud en que viven los infelices peones del Alto Paraná.
El gobernador confiesa que los empresarios de yerbales y obrajes roban escandalosamente e los peones cobrándoles UNA ENORMIDAD por los artículos comestibles y de vestir, de que los proveen.
Y los empresarios, por medio de las columnas de “Sarmiento”, se jactan cínicamente de OBLIGAR POR LA FUERZA a los peones, con ayuda de las “buenas autoridades” (!) a que cumplan sus contratos.
No es esa la esclavitud, patriotas del “Sarmiento”?
Y esos infelices peones, a quienes habéis adulado como “hijos de la tierra” para los fines de vuestra miserable campaña armamentista, merecen hoy insultos y burlas porque sus victimarios son poderosos (quién sabe si extranjeros?), hombres de influencia y de dinero sobre todo!
PEONES CONTRATADOS PARA EL ACRE
La odisea desde Bolivia, contada por ellos mismos
LOS PATRONES EN BUSCA DE SUS ESCLAVOS
RETRATOS DE DOS PEONES “SUBLEVADOS”
Hace algún tiempo, LA VANGUARDIA sostuvo una campaña moralizadora sobre la infame explotación que los yerbateros del Alto Paraná realizan con las peonadas a su servicio. El ciudadano Bouvier, corresponsal oficioso, detalló en innumerables correspondencias las penurias, atrocidades y expoliaciones de que eran víctima aquellos peones. La propaganda por la abolición de tan odiosa esclavitud casi no encontró eco. Los diarios grandes se solidarizaron con los negreros, y el gobierno mantiene archivados los informes oficiales que recogió sobre el mismo terreno, y que son una confirmación completa de nuestra insistente prédica denunciando ese cúmulo de iniquidades capitalistas.
Ahora, nuevamente, tenemos que ocuparnos de un asunto parecido. Ya no son los peones del Alto Paraná, sino contratados que desde Bolivia se les transporta al territorio del Acre, donde serán sometidos a trabajos bárbaros.
Dos de estos obreros se presentaron en las oficinas de este diario, prestándose a un interrogatorio sobre su odisea al través de los puertos bolivianos y su estadía actual en Buenos Aires.
Vamos a relatar los pormenores de la conversación, pues en ella quedará involucrada la audacia de los contratistas y la libertad de este régimen económico que rebaja a condición de bestias a los que no cuentan con otro capital que sus brazos.
Eleuterio Monteros y Luís Moreno son dos jóvenes bolivianos de 19 y 20 años de edad, respectivamente. En Bolivia trabajan como jornaleros, ya de peones de albañil o carneando reses para vender charque.
En unión de otros compañeros, menores de edad también, fueron contratados por un tal Pedro Franco, agente o socio del capitalista Elías Antelo, residente en Bolivia, para ir al Alto Acre a trabajar en la goma.
Según cuentan los dos bolivianos, antes de salir de su país, se les hizo firmar un contrato por el cual se comprometían a permanecer en el Acre dos años, debiendo, en caso contrario, abonar una multa de 500 pesos y pagarse el pasaje de vuelta. En el mismo contrato se les especificaba el salario: 20 pesos mensuales, casa y comida.
Del interior de Bolivia, el contratista Franco los llevó a Puerto Suárez, donde trabajaron durante ocho días en el acarreo de piedras y leña, sin percibir un solo centavo por una jornada brutal que comenzaba con el sol y terminaba con la aparición de las estrellas.
Ya eran esclavos de la empresa que los contratara.
Cuenta Monteros que el intendente municipal de este puerto les aconsejó no continuaran viaje, pues se les engañaba miserablemente haciéndoles creer que iban para trabajar, cuando en realidad se les destinaba a formar parte de una partida que invadiría aquel territorio.
Solamente uno pudo escaparse; los otros fueron amenazados con pegarles un balazo si intentaban desembarcar.
Pocos días después siguieron viaje a otros puntos, sufriendo mil dificultades y privaciones hasta que llegaron a Buenos Aires, hace como mes y medio.
Se alojan en una fonda de la calle Chile 346; se les da de comer por cuenta del contratista, manteniéndoles en rehenes como si se tratara de esclavos comprados para venderlos en otro mercado. Se quejan de hallarse casi desnudos, pues el señor Franco, que vive en el hotel Frascati, les da un peso por semana para que se “diviertan”. Nunca ha cumplido con el cuento de la contrata.
Estos pobres hombres se hallan asustadísimos con las cosas que les cuentan del Alto Acre, y, por consiguiente, se niegan a embarcarse para ese punto.
Se les dijo que el 5 de enero próximo partiría el vapor para el lugar del trabajo, y que la demora era originada por la enfermedad de un compañero llamado Valeriano Bolaio, quien se asiste en el hospital Rawson.
Dicen nuestros interpelados que con ellos se halla un viejo, que fue cacique, el que representa el papel de consejero, quien dio ayer la voz de alarma al agente de Antelo, el que a su vez ordenó al fondero despidiera de su alojamiento a los dos peones sin entregarles su ropa, enviando al mismo tiempo a esta redacción al empleado Velarde a imponernos la inmediata “entrega” de los peoncitos.
Por la noche recibimos la visita del subcomisario de la sección 14ª quien deseaba enterarse de lo que sucedía, pues los patrones habían concurrido al local policial solicitando que la autoridad nos obligara a declarar dónde estaban los peones “sublevados”.
Dadas las explicaciones del caso, el subcomisario se retiró convencido de que la policía no tenía nada que hacer en este asunto.
Así, en líneas generales, queda esbozado el plan de una empresa contratista de peones bolivianos para el Acre en condiciones humillantes para un ser humano y que los gobiernos debieran impedir, combatiendo con todo rigor tan infame tráfico de hombres, convertidos en una propiedad particular de esos negociantes sin escrúpulos.
Anoche fuimos sorprendidos por la presencia de tres personas que abrogándose el derecho de propiedad sobre los peones contratados en Bolivia, tuvieron el cinismo de intimarnos la entrega de dos obreros, presentes en ese momento en las oficinas del diario.
Con una torpeza propia de quien maneja esclavos, nos disputaron el “sagrado compromiso” contraído por los dos peones y la intención de que abonaran la comida al fondero sin sentirse ellos obligados, por su parte, a pagarles un solo centavo como fruto de la explotación a que fueron sometidos desde su salida de Bolivia.
Les explicamos el desairado papel que representaban, invitándolos a abandonar la casa. Así lo hicieron.
Los peones se irán a donde mejor les plazca, pero resueltos a no seguir con semejantes “personajes”.
Los peones del Alto Paraná
“La Prensa”, inspirada en nuestra propaganda ha iniciado publicaciones tendientes a demostrar la bárbara situación del obrero yerbatero de Misiones.
Al mencionar la actitud adoptada por el diario citado, debemos agregar que durante nuestra prolongada campaña en favor de aquellos esclavos, guardó el más absoluto silencio unas veces, e insertó noticias contrarias a nuestra prédica sana y regeneradora otras.
Esperamos que esta vez sea más consecuente.
POSADAS
Preparativos para el 1º de Mayo
POSADAS, 17 – En la sesión celebrada por este Centro el día 11 del corriente, se discutió acerca de la fecha que conmemora anualmente la clase trabajadora de todo el mundo.
El 1º de Mayo por la noche—según resolución—se dará una conferencia en el local del Centro, la que terminará con un baile familiar.
El compañero Julián Bouvier ha sido invitado para dar la conferencia.
El sábado de noche el compañero Coza disertará sobre el tema: Socialismo y necesidad de la organización gremial.
El domingo 2 de mayo se hará una gira campestre.
La esclavitud en Misiones
Bárbaros tratamientos con los obreros
INSTRUCCIÓN DE UN SUMARIO
Confirmación de las denuncias de LA VANGUARDIA
Misiones continúa siendo el martirologio obrero de los infelices peones entregados a la avaricia de los negreros.
Las denuncias que el ciudadano Bouvier hiciera en LA VANGUARDIA por medio de numerosas correspondencias, han sido confirmadas en más de una ocasión.
Hoy, nuevos hechos de barbarie cometidos por los capitalistas, ratifican aquellas publicaciones. Léase el siguiente telegrama de nuestro corresponsal.
“POSADAS, 11—Después de doce días de investigación sobre los malos tratamientos a los obreros de los obrajes en los montes de propiedad de Pedro Vila, llegó en el vapor “Edelira”, procedente de puerto Delicia, el inspector de policía José G. Solari.
“Conduce presos a tres jefes de obrajes y a cinco obreros enfermos a quienes les negaban aquéllos permiso para venir a Posadas a curarse.
“El sumario instruido por dicho inspector, que se mantiene reservado, pasó a la justicia federal.
“Me consta que en él se comprueba una gran parte de las denuncias hechas por LA VANGUARDIA sobre malos tratamientos a los peones y la explotación de que son víctimas.
“Parece que en el referido sumario se ha comprobado la muerte de dos peones en puerto Delicia, por falta de curación eficaz, a uno de los cuales el encargado de los obrajes, Pedro Serra, sobrino del propietario Vila, le negó permiso para venir a Posadas a curarse, alegando que le era deudor de un adelanto en efectivo.
“Varios obreros declaran que hace poco se escapó un peón de aquel puerto, y que mandado perseguir por Serra, fue conducido a Delicia y puesto en el cepo, obligándolo a trabajar.
“Ante esta actitud, los demás peones protestaron de tal vejación e intentaron sublevarse, obligando a Serra a dar libertad al detenido.
“Con motivo del sumario, se hallan detenidos por orden del juez letrado, el administrador de los trabajos de explotación de los bosques de Pedro Serra, y los subadministradores Antonio Garriga y Ambrosio Ibarra.
“Los obreros enfermos, a quiénes se negaba permiso para bajar a Posadas, para curarse, y que han sido traídos al hospital por la policía, son Ramón Morel, N. Cabrera, Juan Paiva, Diego Almirón y J. Díaz.”
La esclavitud en Misiones
Bárbaros tratamientos capitalistas
CONFIRMACIÓN DE LAS DENUNCIAS DE “LA VANGUARDIA”
Más de una vez se han alzado voces indignadas protestando contra los crímenes de que eran víctimas trabajadores honestos en los obrajes del Alto Paraná.
Más de una vez han llegado a nuestra mesa de redacción casos concretos de malos tratamientos que en su mayoría costaron la vida a algún peón de los yerbales.
Y más de una vez, ante las continuadas denuncias de LA VANGUARDIA, debieron intervenir las autoridades nacionales para poner coto a tanto escarnio, pero siempre retrocedieron ante la influencia de los capitalistas que explotan a aquellos parias modernos, relegados a una esclavitud brutal y odiosa que es un escarnio para la civilización que hemos alcanzado.
Sin embargo, la constancia es una virtud que al fin da sus frutos, y de ahí que Misiones vea llegar ahora la justicia federal para intervenir y deslindar responsabilidades deteniendo preventivamente a los autores de los últimos asesinatos de obreros.
Son tantos y tan estúpidos los crímenes cometidos en esos desgraciados, que la policía del territorio se ha visto obligada a intervenir, poniendo a uno de los asesinos a disposición de la justicia, acusándolo de maltratar, apalear, estaquear y como consecuencia de estos castigos haber ocasionado la muerte de unos obreros y hallarse otros gravemente enfermos en el hospital de Posadas.
Aunque no esperamos mucho de las autoridades y justicia de los territorios, anotamos el caso como una corroboración de lo que siempre hemos sostenido a pesar de las críticas de toda la prensa mercantilista al servicio de los ricos yerbateros de Misiones.
Del periódico “El Iguazú”, que aparece en Posadas, tomamos algunos datos acerca de las actuaciones policiales y judiciales sobre este criminoso asunto.
Continúan llegando a las autoridades numerosas denuncias y reclamaciones por los abusos y arbitrariedades de que son víctimas los obreros de los obrajes y explotaciones de bosques en el territorio.
Siete de esos desgraciados obrajeros se encuentran en un hospital, desesperados por los sufrimientos y mal tratos que les han dado sus patrones, quienes sin reparar en el estado delicado de su salud los obligaban a trabajar en los obrajes que administra un sujeto Serra, muy conocido en Posadas, quien se encuentra preso a disposición del juez del crimen, juntamente con tres capataces de dichos obrajes.
Según informes recogidos en el hospital de Posadas, dos peones han fallecido a causa de las palizas recibidas.
Uno de estos infelices, según se desprende del sumario instruido por el inspector de policía, resolvió recuperar su libertad dándose a la fuga, siendo a poco trecho del camino alcanzado y preso por los esbirros que tiene amaestrados el tal Serra. Conducido a su presencia fue atado y puesto en el cepo sin más forma de proceso…
La barbarie de este pillo sublevó los ánimos de la peonada que en un rugido de indignación clamaron por la vida de su compañero. La amenaza surtió efecto y el cobarde apaleador sintió miedo ante su propia obra, puso en libertad a su víctima y escondió su miseria moral huyendo del lugar de sus hazañas.
La esclavitud en el Alto Paraná
SE SUPRIME UNA DE SUS CAUSAS?
“La Nación” publicaba ayer el telegrama que sigue:
“POSADAS, 10—Todos los industriales que tienen obrajes en el Alto Paraná firmaron un convenio comprometiéndose a no dar anticipo alguno a las peonadas que trabajan allí, a contar desde el 1º del corriente mes.
“Los firmantes del contrato pagarán una multa de cinco mil pesos cuando falten a este convenio.
“Esta medida es aplaudida por todos, por cuanto los anticipos han sido siempre causa de muchas sublevaciones de peonadas y pérdidas de grandes sumas de dinero por parte de los capitalistas industriales.”
Como se ve, la propaganda de LA VANGUARDIA no ha sido del todo ineficaz.
Con la supresión de los anticipos, no se evitarán “sublevaciones” de peonadas que nunca han existido, sino la caza a los “esclavos blancos” que huyen para librarse alguna vez del trabajo forzado, del sufrimiento y la muerte.
Parece que los dueños de obrajes se han anticipado a las medidas que en vano se ha anunciado dictaría el ministerio del interior en favor de los trabajadores de Misiones.
No basta, por supuesto, la supresión de los anticipos para considerar terminada la esclavitud en esa región horriblemente misteriosa.
Los negreros no tendrán en lo sucesivo que cazar a tiros a los peones escapados para librarse de la esclavitud que echaba hasta ahora sobre sus hombros el anticipo de dinero malgastado antes de comenzar sus duras labores; pero podrán hacer lo mismo buscando cobrarse las deudas por gastos superiores a los jornales (!), si no se pone coto a la explotación infame de que se hace víctimas a los pobres parias cobrándoles a precios escandalosamente usuarios las ropas, los objetos, y los artículos de consumo que expenden los proveedurías patronales.
Al gobierno le sobran recursos directos e indirectos para evitar esa explotación inicua, pero le falta voluntad y “libertad”, acaso, principalmente.
Cómo decidirse a molestar a los patrones, a los latifundistas, a las empresas ricas, que puedan pagar espléndidas coimas y proporcionar negocios proficuos de todo género?
Ni los jueces, ni los gobernadores, ni los ministros, ni el presidente pueden dudar mucho al respecto.
Lo estamos viendo.
Muchas investigaciones, estudios, informes, proyectos… y ningún hecho concreto, ninguna medida real.
Por los esclavos del Alto Paraná
Petición al Congreso
Un núcleo de ciudadanos radicados en Posadas (Misiones) han dirigido al congreso nacional el escrito siguiente:
“Posadas, Mayo de 1909.—Señor Presidente de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación—Buenos Aires.
Los abajo firmados, movidos por sus sentimientos humanitarios ante el deprimente espectáculo de las lamentables condiciones en que trabajan los peones del Alto Paraná, se dirigen a la Honorable Cámara de Diputados por vuestro intermedio, sometiéndole un proyecto de reglamentación del trabajo, que ya fue publicado por LA VANGUARDIA del 20 de Marzo próximo pasado, número 1038.
Señor Presidente: El trato que se da a los peones del Alto Paraná constituye una afrenta para la civilización moderna, y merece llamar la atención de la Honorable Cámara de Diputados en las vísperas del centenario, época que señalará indudablemente para la República Argentina un espléndido triunfo sobre un pasado de luchas y contra la explotación que esclaviza a millares de analfabetos al yugo de otros hombres más favorecidos.
Los peones del Alto Paraná son hombres que jamás conocieron la escuela, y por eso más fácilmente son engañados por medio del anticipo que los compromete por uno o dos años de trabajo, a veces más.
Apenas regresan, vuelven a sacar otro anticipo, y son otros dos o tres años más de dura labor, mal retribuida y cumplida bajo un régimen presidario en el cual la mala administración es moneda corriente. Además, son explotados bajo otra forma cuando se les vende los artículos de primera necesidad al triple o cuádruple de su valor.
Extenuados y rendidos de cansancio, de noche se tiran sobre el duro suelo, sobre un jergón o sobre una viga para de allí ser despertados a las dos o tres de la madrugada, y seguir nuevamente esa vida embrutecedora durante todo el día, y así todos los días.
Esas generaciones sepultadas en las selvas se extinguen paulatinamente, silenciosas en su miseria moral y material, y sus restos confiados al bosque no pueden servir de testigos para denunciar al mundo entero la triste y abominable explotación de que son víctimas. Son generaciones perdidas para todos, para la civilización y para la patria, para la familia y para la sociedad.
Los más de ellos son llevados al Brasil por los puertos que convergen a Barracón y de allí se internan más y más hasta que la distancia insuperable los sujeta en algún punto lejano de donde vuelven o no vuelven, porque eso ni siquiera se sabe positivamente.
Reglamentado el trabajo con las modificaciones que la Honorable Cámara juzgue oportuno introducir en el proyecto publicado por LA VANGUARDIA y que le adjuntamos, desaparecerían en parte los males que acarrean la funesta costumbre del anticipo que corrompe y destruye esa fracción de nuestro organismo social, atraída hacia las selvas por la astucia capitalista que hace vislumbrar ante sus ignorantes miradas sumas de dinero que representan uno o dos años de trabajo.
Se trata de llevar a cabo una obra de patriotismo y de humanidad a favor de esos desheredados, de quienes un escritor ha dicho que era necesario implorar para ellos el amparo de la Sociedad Protectora de Animales, ya que no había sociedad humana que los protegiera.
No dudando que nuestra generosa solicitud en pro de esos desdichados encontrará eco en el Honorable Congreso Legislativo, nos es grato saludar al señor Presidente y a la Cámara de Diputados con nuestra más alta consideración.—Eugenio Cervantes, Gregorio Petri, Pablo M. Christin, Jacinto Coza, Oreste Salone, Juan J. Chaves, B. Pettri, Emile Christin, Ramón Aguirre, Pedro Buchler, Silverio Ribimky, Luis M. Alberti, Bernardino López, Francisco Calvo, Eugenio Tafsi, Luis Altamirano, Sebastián Coza, José Godoi, Aniceto Alegre, Antonio Bonfils, Angel González, Francisco Casa, Luis Martin, Juan Miguel, Ricardo Izaguirre, Ricardo Fernández, Pedro Antúnez, Antonio Ruiz, Ramón Aguirre, José Alegre, Constantino García, Jacobo Rodríguez, Francisco Pérez, Oscar Quiñones, Rufino Sosa, Liberato Bernal, Pedro Sosa, P. Moleda, Tomás Giménez, Francisco Garay, Daondo Brandan, arquitecto J. Opprezzi, Gaudencio Cortés, Juan Núñez, Juan A. Simonetti, Pablo Fernández, Luis Gonele, José Benítez y Lorenzo Morales.
Los crímenes de los negreros de Misiones
Un documento oficial
Oportunamente que la justicia del territorio de Misiones, de la que no sabemos cuáles milagros pueden esperarse, se había visto obligada a tomar en cuenta la denuncia de uno de los tantos crímenes consumados por los negreros del Alto Paraná, y del que fueron víctimas varios peones de los obrajes de Puerto Delicia, del señor P. Vila. Dos de esos infelices, Fermín Enrique y Norberto Arce, murieron a consecuencia de los castigos recibidos estando enfermos y de la falta de asistencia médica.
De Posadas nos envían, aunque un poco tarde, copia del auto de prisión preventiva dictado por el juez doctor Tello contra los administradores de los obrajes Pedro Serra, Antonio Garrigo y Ambrosio Ibarra. El primero de estos “capataces” de los negreros salió en libertad bajo fianza.
He aquí el referido documento, el que confirma las revelaciones hechas en LA VANGUARDIA sobre los procedimientos inquisitoriales a que están sometidos los peones del Alto Paraná:
“Posadas, mayo 29 de 1909.—Autos y vistos.—Resultando de las presentes actuaciones seguidas por los hechos de detención privada y castigos corporales y muerte de los peones Fermín Enrique y Norberto Arce en los obrajes de Puerto Delicia:
1º Que hallándose enfermos e imposibilitados para trabajar los peones Antonio J. Cabrera, Ángel Paiva, Gumercindo García, Francisco Morel y Diego Almirón (v. informes médicos de fs. 36 a 40 y de fs.) los administradores de los obrajes Antonio Garrigo, Ambrosio Ibarra (detenidos) y Juan López (prófugo) les impidieron venir al sanatorio de esta capital para su asistencia, negándoles permiso y medios de traslación, so pretexto de que eran deudores por anticipos que habían recibido a cuenta de trabajo, y cuya deuda aumentábase con la alimentación que cobrábaseles durante la enfermedad, lo que ocasionó un agravamiento de las dolencias que padecían, al extremo de imposibilitarles para ganarse el sustento; que siendo práctica observada en todos los obrajes descontar una cuota voluntarias a cada peón, con objeto de sostener un sanatorio donde reciban asistencia gratuita en casos de enfermedad contraída en los trabajos (v. boleto de fs.), aparece evidente el injusto proceder de dichos administradores atentando a las garantías individuales de los perjudicados, por medio de privaciones y violencias, en detrimento de la libertad humana; que tales hechos son generadores del delito de detención privada legislado en el título sexto del Código penal, siendo directamente responsables los nombrados Garrigo, Ibarra y López.
2º Que en el mismo obraje el peón Purificación Aranda, fue sometido a iguales violencias, pero habiéndose refugiado a bordo del vapor Edelira para librarse del poder de sus agresores fue desembarcado a la fuerza por éstos y encerrado en una habitación, estaqueado, y debido a la reclamación conjunta de los demás peones fue librado del encerramiento e internado en el monte, de donde se cree huyó; que tal hecho constituye otro delito de detención privada con supuestas lesiones, pero que según refieren los testigos examinados en el sumario, cuando fue sacado del estaqueamiento tenía el brazo fajado y enfermo.
3º Que los peones Norberto Arce y Fermín Enrique habiendo estado sometidos a iguales privaciones, llegó la gravedad de sus enfermedades a ocasionarles la muerte (v. f. de fs. y el informe médico de fs.) habiendo negado el gerente don Pedro Serra los permisos de traslación al sanatorio y medios conducentes—pasajes—hasta tres días antes del fatal desenlace; que la privación de la asistencia médica negando permisos y medios para el cuidado que exigía la enfermedad de Arce y Enrique ha tenido por consecuencia la muerte de éstos, y si bien no puede imputársele una responsabilidad absoluta a Serra como autor de esas muertes, no es menos creíble—dadas las constancias del sumario—que ha habido de su parte una omisión o negligencia culpable en los términos del tit. Tercero del Código penal.
4ª Que teniéndose en cuenta que en los obrajes del territorio existe el hábito del adelantado al peón, y cuando éste se inutiliza por enfermedad o accidentes del trabajo algunos patrones para no perder sus dineros adelantados toman precauciones que a veces llegan al abuso, como que el pretexto de curarse en el sanatorio suele ser un medio para no volver a trabajar más con un patrón que les ha entregado cientos de pesos a cuenta, de ahí que cuando el peón se enferma, se halla vigilado por sus capataces para que no abandone el obraje, siendo de observar que sin dinero con que abonar pasaje en los vapores de la carrera, más sencillo se presenta el sistema de violación a la libertad individual ejercida. En semejantes condiciones la detención ilegal que prevé y certifica el Código es indiscutible en el caso sub-judice, porque como dice el comentador doctor Aguirre, para que exista el delito basta que la persona no pueda retirarse libremente o disponer de sí mismo.
(Véase declaraciones de Eralio Espinosa fs 3. F. Mena fs. 6. S. Cardozo fs. 8 v., R Fernández fs. 31. J. Candado fs. 13 v., F. Enrique fs. 15 v., A. Paiva fs. 19, A. Villalba fs. 19 v., D. Almirón fs. 20 v., F. Morel fs. 22, A. Ojeda fs. 23 v., E. García fs. 24., A. J. Choesa fs. 25 y ratificaciones de fojas).
En consecuencia de lo relacionado, el infrascripto considera que existe la semi plena prueba del artículo 366 de los delitos de privación privada imputada a los detenidos Garrigo e Ibarra, y en el de culpa o imprudencia en la muerte de Arce y Enrique, respecto de Serra, y habiéndose llenado los demás requisitos del artículo, conviértase en prisión preventiva la detención que sufren y ofíciese para ser trasladados a la cárcel.
Dese vista de lo actuado al ministerio fiscal y téngase por defensor de los detenidos a los indicados en sus indagatorias.—Jorge E. Tello.—Ante mí, Justo Viñas Urquiza.
De las Provincias
JUNIN
Conferencias con proyecciones luminosas sobre las riquezas de los territorios de Misiones y del Chaco—Los crímenes denunciados por LA VANGUARDIA confirmados por el explorador Max Neumayer—Otras noticias.
JUNIN, 30 — Con una regular concurrencia realizose en el Teatro Italiano la conferencia anunciada por el explorador Neumayer. Empezó haciendo notar el porqué la república del Norte superaba en riquezas y civilizaciones a las del Sud, demostrando con una serie de proyecciones las industrias de uno y otros países, como asimismo la indolencia e impericia de nuestros gobernantes que sólo se ocupan de politiquear.
Refiriéndose al Alto Paraná, dijo que hoy, como en los tiempos primitivos reina la barbarie y se le da caza al peón, que luego los negreros de los obrajes lo someten a la esclavitud más vergonzosa.
Esto ha venido a confirmar las correspondencias del ciudadano Bouvier, publicadas por LA VANGUARDIA.
Después de la conferencia con proyecciones, refutó una dada en la iglesia por un charlatán de sotana, sobre materialismo y darwinismo.
Anteanoche esa ave negra dio una conferencia sobre socialismo.
Varias veces los compañeros pidieron la palabra para refutar el cúmulo de desatinos que lanzaba, pero la turba de empleados municipales y seis frailes acompañados de la policía, imponían silencio.
Sin embargo, al decir que sólo la religión católica será capaz de realizar el verdadero socialismo, una silbatina general fue la respuesta, y, enseguida se entonó el “Hijo del Pueblo”, mezclado con grito de ¡abajo la farsa y los farsantes de la Iglesia!
Movimiento Social
Gremiales
“La Aurora del Marino”—Hemos recibido el número 25 del órgano de la Liga Obrera Naval Argentina.
Su primer artículo está dedicado a secundar la campaña contra los negreros del Alto Paraná, que LA VANGUARDIA ha iniciado desde hace un año más o menos.
La esclavitud en el norte de la república
Una entrevista con el explorador Max Neumayer—Su próxima conferencia con proyecciones luminosas en el “Príncipe Jorge”.
Los lectores de LA VANGUARDIA que han leído las correspondencias del ciudadano Bouvier, en las que relataba los horrores de la esclavitud a que son sometidos los trabajadores en el Alto Paraná, tienen una idea de lo que ocurre en aquel “cementerio de la civilización”, como lo llamara nuestro colaborador.
La llegada a este capital, pues, del explorador Max Neumayer, que ha visitado aquella región y las de los país circunvecinos—Brasil y Paraguay,—y que trae impresiones propias de lo que allí ocurre, no podía menos que despertar nuestro interés por entrevistarlo y oír de sus labios la verdad detallada de cuanto ocurre en aquel pedazo de territorio americano.
Y el que ha sido testigo ocular de aquellos horrores no sólo confirmó lo dicho por Bouvier, sino que—agregó—éste no ha podido decirlo todo porque no le era posible estar en todas partes para verlo.
Era necesario que un naturalista explorador, recogiendo materiales para sus estudios viajara y viera de paso todo lo que no le impidieron ver los que tienen interés en impedir que trascienda al exterior cuanto ocurre allí.
Al anunciarnos en su alojamiento del hotel “Universal” y saber que íbamos de parte de la redacción de LA VANGUARIDA, el señor Max Neumayer nos recibió muy afablemente, poniéndose a nuestra disposición para cuanto deseáramos saber. Nos mostró diversas vistas fotográficas de los territorios recorridos, varios certificados de los comisarios, jueces, y otros agentes del gobierno, encargados de ejercer autoridad, como comprobante y para destruir todo juicio interesado que pudiera achacar a obra de la fantasía sus relatos.
Nos anunció, en fin, que el viernes 17 dará una conferencia pública en el salón “Prince Jorge Halls”, a las 8 p. m. en punto, cuya entrada será libre, y en la que describirá la riqueza y la vida de aquellos territorios, ilustrando su exposición con sesenta proyecciones luminosas.
GRAN CONFERENCIA
sobre la esclavitud en el norte de la república
El explorador Max Neumayer dará esta noche a las 8 en punto, en el salón “Prince George Halls”, Cuyo 1234, una interesante conferencia con proyecciones luminosas, la que versará sobre las condiciones de vida y trabajo de los peones en el Alto Paraná.
El tema interesa sobre todo a la clase trabajadora por las revelaciones que hará el conferenciante, contestes con las de nuestro colaborador, el ciudadano Bouvier, acerca de la vida en los yerbales y que publicó LA VANGUARDIA.
La entrada es libre.
La esclavitud en el norte de la república
LA CONFERENCIA DE ANOCHE EN EL “PRINCE GEORGE HALLS”
Ante un auditorio que llenaba completamente el amplio salón inglés de la calle Cuyo, “Prince George Halls”, dio anoche su anunciada conferencia acerca de la esclavitud de los indios y de los no indios que trabajan en el Alto Paraná, el explorador Max Neumayer. Frecuentemente aplaudida en varios pasajes muy felices, la conferencia, ilustrada con una larga serie de proyecciones luminosas, resultó muy interesante, pues obtuvo el resultado que se proponía el orador, de poner de relieve las iniquidades que se cometen en los yerbales, en los obrajes y en todas las faenas en que se necesitan braceros.
El conferenciante fue presentado al público por el pastor protestante señor Thomson, quien se expresó así:
“Hay justicia para los animales, con más razón debe haberla para nuestros hermanos los indios.
Despojar al indio del terreno que poseía como primitivo poblador, ha sido la obra que lo ha obligado a seguir llevando una vida nómada, pues no ha podido adaptarse a la vida civilizada por la indiferencia de nuestros gobiernos que jamás se han preocupado de ellos. No le dan los medios de buscarse la vida y es constantemente perseguido. Hasta ahora el indio no es más que una víctima. Esta condición, si hay justicia, en nuestra tierra debe cesar.
Esta noche—agregó, concretando su pensamiento acerca del objeto principal perseguido—nos reunimos para constituir una sociedad protectora de los indios, después de haber oído al orador, el explorador Max Neumayer.
Tengo la firme confianza que después de oír al señor Neumayer no repudiaréis en inscribir vuestro nombre como adherentes a la constitución de la sociedad protectora que auspiciamos.
Enseguida le siguió en el uso de la palabra el conferenciante.
No haremos una crónica detallada por ahora, pues nos falta el espacio y el tiempo indispensable para hacerla hoy. Nos concretaremos por ahora a hacer una muy sucinta reseña.
Empezó el conferenciante diciendo que mientras viajaba por el interior de la república tuvo oportunidad de presenciar las más atroces injusticias cometidas con seres humanos, que los animales no soportarían sin reaccionar. Y describió cómo son engañados los peones que se contratan, el tratamiento cruel e inhumano que reciben, la vida de miserias y privaciones que soportan, cómo son asesinados impunemente por los capataces, cuya única razón para justificar sus procederes la llevan en el revólver, y cómo proceden las autoridades cuando en salvaguardia de los intereses de los desalmados explotadores persiguen a los peones que buscan una vía de salvación en la huida.
Pero ya hemos dicho las razones que nos impiden por hoy darle a la conferencia toda la extensión que merece.
Lo haremos mañana detalladamente.
LA ESCLAVITUD en el Alto Paraná
Upton Sinclair ha tenido una frase feliz, puesta en boca de uno de los personajes de su obra “La Jungla”, para dar la medida del aprovechamiento que las fábricas de carnes conservadas de Chicago obtenían al faenar los cerdos: “aquí se aprovecha todo, excepto los gruñidos”.
Algo semejante se podría decir a propósito de la explotación de los peones en el Alto Paraná, tratados no precisamente como los cerdos, porque no se ha llegado aún a la antropofagia, pero sí como simples herramientas, como máquinas humanas, las más baratas de las máquinas, cuya conservación nada les importa a quienes les utilizan y explotan.
Allá en los yerbales y obrajes se saca de los peones todo el provecho posible, explotando su trabajo, sus necesidades y sus vicios.
La empresa “La Industrial Paraguaya”, por ejemplo, de Tucurú Pucú, con el pretexto de que no se les vendiera alcohol a los peones desalojó a todos los pequeños boliches que se habían establecido en sus dominios.
La medida a primera vista debía perecer simpática; pero, así como se dice que “detrás de la cruz está el diablo”, detrás de ella había un propósito que se manifestó después.
La empresa estableció despachos propios para el expendio de ese veneno, pero con una diferencia: teniendo el monopolio de la venta quintuplicó su precio, y con éste el rendimiento del capital invertido en ese comercio.
Téngase en cuenta, además, que los peones no ven nunca en ese como en los otros feudos una moneda de níquel o un billete de banco, pues éstos son sistemáticamente reemplazados por los famosos vales.
En los ingenios de San Pedro y Ledesma los negocios no pertenecen al feudo, pero su existencia depende del capricho de los señores de horca y cuchilla que campean allí en plena Edad Media.
Es natural, pues, que éstos les impongan la obligación de proveerse de mercancías en sus propios depósitos, prohibiéndoles en absoluto el proveerse en otra parte.
En donde la remuneración de los peones es menos miserable se instalan prostíbulos para extraerles en beneficio de la empresa lo que les queda de sus haberes.
Resulta, pues, que la “auri sacra fames”, matando en aquellos desalmados explotadores todo sentimiento de dignidad y conmiseración humana, los convierte en negreros, asesinos y rufianes.
El concepto de la vida ajena
El 16 de agosto del año pasado, salía por la mañana de Posadas el vapor España, atracando poco después en Villa Encarnación. Una balsa se acercó llevando un hormiguero humano, compuesto de más de 150 personas de ambos sexos, viejos, jóvenes y niños, los que fueron trasbordados como bultos de mercancías.
Efectivamente, se les destinó a la bodega, en un espacio estrecho, entre cajones, bolsas y bordalesas.
Ese vapor, por su pequeña capacidad, no puede llevar más de 15 pasajeros de 3ª clase, y 50 de primera. Sin embargo, pasaban de 60 los de esta última. El hacinamiento, pues, era general.
Los peones, generalmente, son contratados después de haberlos embriagado, pues de otro modo muchos de ellos no irían a esclavizarse voluntariamente, pues saben el triste fin que les espera. Cuando despiertan de ese estado de inconciencia se encuentran ligados por un contrato y a las órdenes de un capataz.
El gobierno pone a disposición de los esclavizadores todas sus fuerzas para asegurarles el éxito de su empresa, no muy distinta de las que realizaban los buques negreros en las costas de Guinea.
A bordo va siempre una guardia de marineros armados vigilando a los peones, y a los costados del vapor, escoltándolos, van dos embarcaciones dispuestas a impedir la fuga de alguno.
Ocurre con frecuencia que algunos peones, al despejarse su cabeza de los vapores del alcohol, se dan cuenta de la trampa en que han caído e intentan librarse a costa de perder la vida inmediatamente, arrojándose al agua.
En el caso que relatamos hubo ocasión de comprobar que la triple vigilancia establecida érales indispensables a los bárbaros, que conducían aquel ganado humano.
Un correntino que era llevado en la forma que decimos, aprovechando un momento en que se halló sólo se echó al río desde la proa.
Para no perder tiempo lo hizo estando vestido y calzado. Un grito de asombro soltaron los que no acertaban a explicarse aquello, mientras los guardianes soltaban uno de rabia.
Inmediatamente echaron al agua un bote con cuatro remeros, que se pusieron en persecución de aquel desgraciado.
El correntino era un excelente nadador, pero calzaba botas y estas, al llenárseles de agua, se convertían en un terrible lastre que lo hacía hundir en el líquido elemento.
El bote se acercaba rápidamente, al mismo tiempo que el nadador disminuía su marcha por efecto de la fatiga.
Viéndose muy próximo a ser alcanzado lanzó un grito de angustia y pidió que no lo persiguieran, en el momento en que desaparecía de la superficie.
Alcanzaron los perseguidores a tomarlo de los cabellos, lo llevaron hasta el vapor y allí lo arrojaron sobre la cubierta como un harapo humano. Un capataz lo recibió con un puntapié y después fue arrojado a la bodega.
Ese tratamiento inhumano provocó protestas. Una señora pidió que no lo maltrataran y fue insultada tan soezmente que dio lugar a que otro pasajero reprochara el cobarde insultador.
Este, como respuesta elocuente, desnudó un cuchillo, soltó un terno en el que le prometía coserlo a puñaladas y se dispuso a ejecutar la amenaza.
Lo detuvo un momento el revólver del amenazado. Entonces, envainó nuevamente el cuchillo y sacó a su vez una pistola.
La intervención de otro pasajero, que habló en guaraní al terrible capataz, puso término a la escena, en la que estuvo a punto de correr la sangre.
Después se supo que el interventor era un comisario de policía.
La mayoría de aquellos infelices son indios kainguás y guayanás, y por eso sin duda no se les tiene ninguna consideración, como si se llevara el propósito de concluir con todos ellos.
LA ESCLAVITUD en el Alto Paraná
Se ha demostrado que el régimen de la antigua esclavitud no desapareció por razones sentimentales atribuidas al cristianismo, sino por otras razones de orden económico que consultaban mejor los intereses de los explotadores.
El régimen del salariado tiene la ventaja para el patrón de eximirlo, con respecto a los hombres que explota, de todas las preocupaciones que conserva aun por un caballo o un buey.
En efecto; estos animales representan la inversión de un capital que corre peligro de desaparecer junto con la vida de los mismos.
Tiene, pues, interés en la conservación de su salud. El hombre, en cambio, representa para él una simple cosa, que alquila por el menor precio posible y que reemplaza por otra cuando su desgasto fisiológico reduce al mínimo su rendimiento.
Allá en los bosques del Chaco argentino, paraguayo y en las selvas del Brasil, el explotador no siente la necesidad del disimulo en la manifestación de sus sentimientos, que en los grandes centros poblados le impone la civilización como una máscara hipócrita.
Allí aparece en su terrible desnudez el “homo homini lupus” de Hobbes. El hombre lobo del hombre trata al desgraciado entregado a su voracidad como aquel cuadrúpedo trata al cordero. Y no son más enérgicos que este humilde animal, símbolo de la mansedumbre, los peones que viven y trabajan en aquel infierno.
Cuando sus fuerzas físicas empiezan a decaer los explotadores empiezan “previsoramente”, a disminuirles el crédito de un modo gradual hasta anularlo por completo. Resulta de ello que muy rara vez muere un peón debiéndole (?) algo a su patrón. Es la única época en que puede saldar la deuda que tiene siempre pendiente con el desalmado que lo explota y roba.
La indiferencia, cuando no el cinismo brutal, es el único sentimiento que exterioriza el amo hacia el dolor de esos modernos esclavos.
¿Cómo han vivido entre tanto esos pobres hombres?
Cuando han asociado los dolores de su vida a una compañera, ésta ha procurado traer al hogar el producto de la pesca, muchas veces con lo que ha suplido en parte la deficiencia del mísero salario. Su hogar es la vivienda construida con ramas en medio del bosque, verdadera tapera.
Los hijos han venido a luz casi siempre como los terneros bajo la bóveda celeste y sin ningún género de asistencia.
La degeneración física de esos infelices se acentúa a medida que pasa el tiempo y adelanta la civilización.
Y todo eso ocurre en el siglo del telégrafo sin hilos y de los aeroplanos.
LA ESCLAVITUD EN MISIONES
Hace algún tiempo, LA VANGUARDIA inició y sostuvo una prolongada campaña contra los esclavistas del Alto Paraná. Numerosas correspondencias del ingeniero Bouvier, ampliamente circunstanciadas denunciaron el trato brutal y la explotación sin freno a que estaban sometidos los infelices trabajadores de los yerbales. Nuestra insistencia en divulgar aquellos hechos que constituían una afrenta para la civilización, no encontró eco desgraciadamente en la prensa del país. Se trataba de parias del trabajo, aherrojados en las selvas chaqueñas. Un juez del territorio, que después fue trasladado a otro punto, tuvo la altivez suficiente para no manchar su conciencia y los estrados de la justicia con el silencio de tanto crimen. Y el gobierno, incitado repetidas ocasiones a enviar un comisionado especial, desatendió siempre el clamor justiciero que así lo exigía. Aquellos esclavos blancos siguieron sirviendo a los ricos yerbateros sin justicia, sin policía, sin autoridad alguna que los protegiera.
Inútilmente, las columnas de LA VANGUARDIA dieron cuenta de hechos inauditos: azotes, estaqueaduras, castigos inquisitoriales y muertes. Sólo un interesado, un rico explotador de aquellas comarcas, llegó un día a nuestra redacción a pedir se suspendiera la humanitaria propaganda por la libertad de los esclavos.
Aun conservamos en nuestro poder muchas libretas de conchabo, que son otras tantas acusaciones de estafa al esfuerzo de los trabajadores.
Ahora, “La Prensa” reanuda aquellas denuncias, con un criterio erróneo. Arroja las responsabilidades de esa esclavitud sólo sobre los capitalistas brasileños, incitando a la cancillería argentina a tomar cartas en el asunto, como un homenaje al patriotismo, a la humanidad y al buen nombre de América.
Sea en buena hora la intervención de los poderes públicos en este triste asunto, pero siempre que lo encaren dentro de la verdad.
No son sólo los capitalistas brasileños. Hay poderosos yerbateros argentinos que, como lo denunciamos antes de ahora, realizan la inhumana explotación que en nombre de un patriotismo bien entendido debiera reprimirse severamente.
BIBLIOGRAFÍA
Lo que son los yerbales y El terror argentino, por Rafael Barrett — Los lectores de LA VANGUARDIA recordarán las extensas correspondencias que nos enviaba el ciudadano Julián Bouvier sobre la esclavitud en el Alto Paraná. “Lo que son los yerbales” relata en síntesis aquellos particulares tan llanos de dramático interés.
En “El terror argentino” el mismo autor hace una crítica documentada con estadísticas de las condiciones de vida del pueblo trabajador en la República Argentina, y analiza y condena enérgicamente nuestra ya famosa ley de “defensa social”.
El primer folleto ha sido editado en Montevideo y el segundo en la Asunción.
La ley social en la Argentina, por M. Vila — Es otro folleto publicado en la Asunción. El autor, llevándose a los precedentes que dieron margen a esta inicua ley, hace su proceso, y la condena en nombre de la civilización.
RAFAEL BARRETT
Acaba de fallecer este valiente escritor de quien anunciamos, no hace mucho, en estas mismas columnas, su vigoroso panfleto “Lo que son los yerbales”, en cuyas páginas trazadas con mano firme, se hacía el proceso de la nueva especie de negreros americanos. Había escrito además “Moralidades actuales” y “El terror argentino”, publicado recientemente en la revista “Ideas y Figuras”, mostrando en estas dos producciones, de índole batalladora, un estilo fuerte y personal.
Tenía en preparación el 2º y 3º tomo de “Moralidades” y “La casa de los tísicos”, inspirada en la observación de la Casa de Aislamiento de Montevideo, donde estuvo después de ser deportado del Paraguay por haber constatado los despóticos procedimientos del gobierno.
Críticos y escritores como José E. Rodó, Samuel Blixen y E. Frugoni, le tuvieron especial estima literaria.
La esclavitud en el Alto Paraná
CONTINÚAN LOS NEGREROS SU ÍNFAME TRÁFICO
“El Eco de Misiones” se ocupa de la trata de blancos, que con tanta persistencia hemos denunciado, realizada por los negreros de los yerbales de Misiones.
El sistema del conchabo de peones bajo la base del anticipo de salarios, continúa rigiendo en todo su antiguo vigor en aquellas regiones lejanas.
Sin embargo, los traficantes protestan siempre de la rebeldía de los peones, que a veces alzan el vuelo con los adelantos recibidos y los defraudan, haciéndoles perder el dinero y la mercadería humana comprada.
Véase cómo se lamentan de su desgracia, según “El Eco de Misiones”:
“Se argumenta enérgicamente contra el anticipo y se protesta contra la mala fe de los peones, y éstos, los cuitados, a causa de los anticipos que fomentan sus servicios, tienen que vivir esclavos de los patrones, obligados a pagar con el 500 por ciento de recargo las mercaderías que los patrones les venden.
“Se olvida en el alegato probar que los patrones a causa del anticipo, ni hubieran perdido ni hubieran fracasado nunca en sus negocios que se alega sobre prueba no rendida.
“El anticipo está instituido por los patrones y les conviene a las empresas: la prueba está en las ganancias que obtienen en sus trabajos; y si alguna vez, de cien peones con anticipo se van diez, los noventa que quedan producen y pagan lo que los diez se llevaron.
“El problema ha de resolverse con la supresión del anticipo, con grandes beneficios de la peonada, puesto que el anticipo es la esclavitud del pobre peón.”
Ocurre una observación que dice poco en favor de los patrones o empresarios: ¿los peones huirán con las no muy crecidas sumas de los anticipos por codicia o por escapar a la esclavitud que les espera?
La explotación obrera en los yerbales del Alto Paraná
La triste y negra historia ya descripta en las columnas de LA VANGUARDIA de la explotación inhumana que se realiza en los yerbales que en el Alto Paraná posee el conocido latifundista Barthe parece no haber terminado. Este señor, que ha formado una flota de vapores para el tráfico de carga y pasajeros, en competencia con la compañía de Milhanovich, ha formado también un personal de estibadores con indios y mestizos caniguas a quienes obliga a realizar un trabajo pesado y brutal por una mísera merienda.
Es así que ha hecho cargar con 12 de esos peones – en uno de sus vapores en Puerto Artaza – 600 bolsas de 100 kilos de yerba en 35 minutos, es decir, un fardo y medio por minuto y por hombre.
¿Hasta cuándo se seguirá en este tren de explotación?
La esclavitud en Sud América
En los gomales del Perú y Bolivia
Como en los yerbales de Misiones
Los telegramas de Londres han transmitido los ecos del movimiento de protesta iniciado en el parlamento inglés por las atrocidades que se cometen con los pobres peones de las gomeras de Putumayo, región dominada por el Perú, pero que le disputa Colombia.
Ha tenido por origen ese movimiento la aparición de una publicación oficial editada en la capital inglesa, y que al par que narra los atropellos inauditos de que son víctimas los trabajadores gomeros de la región amazónica, aboga por una intervención inglesa en nombre de la civilización y en favor de los infelices indígenas que tan bárbaramente son sacrificados en esas apartadas latitudes. El Libro Azul, documento gubernativo, que es al que nos referimos hace una minuciosa descripción de los martirios y vejámenes a que están sometidos los pobres caucheros, con colores vivos muestra la injusticia y la iniquidad de tal estado de cosas, y concluye pidiendo al gobierno inglés que haga cesar semejante estado de cosas.
“No es esta la primera vez — dice un diario boliviano, “La Prensa de Oruro”, comentando el asunto — que se pone de manifiesto la miserable condición en que viven los naturales de la zona gomera, así como los trabajadores que van en busca de un mejor porvenir y no encuentran sino las enfermedades, la esclavitud y la muerte. Estas torturas, indudablemente, han hecho que sea imposible conseguir llevar obreros a tales regiones, y esto ha dado lugar a un comercio de carne humana con el sistema de enganches, en que con promesas engañosas, se reúnen rebaños de hombres para ir a venderlo en las barracas. La caza de los salvajes es otro medio que los negreros que hacen tal comercio en esas regiones emplean para procurar brazos a las empresas gomeras. Atacar una tribu, aprisionar a los hombres y a los niños y llevarlos maniatados para venderlos luego, es un recurso muy usado en tales regiones.
Los gomales son el teatro no ya de la piratería y la explotación humana sino del crimen y el suplicio refinado e inquisitorial. Esta denuncia ha causado indignación y todos piden al gobierno que intervenga para hacer cesar tal estado de cosas que causa vergüenza y desmiente de la civilización. Allí se mata, se mutila, se martiriza, se aprisiona; allí no se respeta el sexo ni la edad. Lo mismo el hombre que la mujer o el niño son presa de la tortura de esos feroces industriales, que no se contentan con explotar sino que han establecido la tortura más cruel e infamante.
“Por eso creemos que el “Libro Azul” que trata tales puntos debe ser una obra digna de ser conocida en nuestro país, ya que la condición de los trabajadores y de los indígenas del noroeste de Bolivia es casi la misma, y quizá peor en algunos puntos, respecto a la condición de los trabajadores peruanos.
“Es indudable, por otra parte, que si la esclavitud ha sido abolida, o al menos se ha pretendido abolirla, ella subsiste en formas más o menos atenuantes, y entre éstas una de las más crueles es aquella que sufren los caucheros. Viviendo en arajes a los que la intervención y la vigilancia de las autoridades llegan muy debilitadas, tienen que soportar todos los rigores de su condición. El trabajador de la goma vive en la horrible prisión de los bosques de esa zona privilegiada. Su cárcel es más segura que todos los encierros, ya que ella está guardada por fronteras inaccesibles y defendida por las fieras de esas frondas.
“La atención del mundo se fijará con este motivo en que hay una región en América del Sur en que los hombres viven sin libertad, sin derechos, explotados, ultrajados y martirizados, todo eso porque el gobierno inglés se ha preocupado de la suerte de esos infelices.
“¿Qué pasa en nuestro lejano Oriente? No sabemos, porque los lamentos de los pobres obreros que trabajan en los gomales bolivianos no llegan hasta el altiplano, porque no ha habido un inglés que los denuncie. No, decimos mal; hubo un extranjero, uno de esos hombres aventureros y audaces, cuyo nombre no recuerdo, que atravesó nuestro Territorio de Colonias y escribió que los gomeros eran los obreros más infelices, que vivían en condiciones increíbles, como esto fue dicho por un extranjero y en el exterior mereció alguna curiosidad, fue traducido el artículo y transcripto por algunos diarios, pero nada más.
“Nosotros, que sentimos indignación ante los crímenes que se cometen con el obrero peruano en el Putumayo, no sabemos qué crímenes se cometen con el obrero boliviano del Oriente.
“De cuando en cuando se ha sabido que un corregidor o un aventurero se han enriquecido vendiendo hombres; que allí no hay garantías de ninguna clase ni más ley que la fuerza; que los obreros que entran en las barracas no vuelven más; que ha sido asesinado algún comerciante o industrial.
“Seguramente, igual o mayor escándalo ocurría si se averiguara las condiciones en que trabaja un cauchero boliviano. Este, como su hermano de esclavitud del Perú, es víctima de la codicia de los barraqueros. Una reciente publicación debida a la pluma de un español que recorrió estos territorios delata el lamentable estado en que se encuentran nuestros obreros en su libro “El Peregrino de Indias”, de Ciro Bayo.
“Si realmente es una vergüenza para el Perú que bajo su bandera haya hombres tan desgraciados y criminales tan grandes, no nos sonrojaríamos menos si se averiguara lo que pasa en las barracas bolivianas; toca al gobierno hacer esta averiguación, para que no ocurra el caso de que alguna nación europea haga indagaciones y quiera por humanidad hacer cesar tanta barbarie y crimen.
“Tal es el estado de abandono y olvido por parte del gobierno, que desde hace algún tiempo se acentúa una corriente separatista; los habitantes de Santa Cruz y el Beni y los de las Colonias preferían pertenecer a cualquier otra nacionalidad.”
No podemos decir menos, por nuestra parte, al gobierno argentino.
Misiones, todo el Alto Paraná, donde campean los negreros de los yerbales, está pidiendo a gritos una humanitaria intervención europea.
Bastaría una publicación que contuviera la mínima parte de las denuncias hechas en LA VANGUARDIA por Julián Bouvier, para que se produjera un movimiento más intenso aún que este al cual estamos asistiendo.
Para vergüenza del país y escarmiento de sus gobernantes, acaso tenga también la Argentina mañana, como hoy el Perú, su cuarto de hora de triste notoriedad en Europa.
Bibliografía
Rafael Barrett (Su vida en el Paraguay)
—Por José G. Bertotto. Folleto de 18 páginas, nítidamente impreso, conteniendo una conferencia leída en el Ateneo de Santiago de Chile. La bella figura moral del escritor, cuyas páginas sobre “La vida en los yerbales” hemos publicado en LA VANGUARDIA, está evocada con el cariño y corrección propios de Bertotto para con aquél.
En el Alto Paraná
CONTINÚAN LOS ABUSOS
Un vecino de Santa Ana, pequeño pueblo situado sobre la costa del río Paraná a unas diez leguas al norte de Posadas envió a LA VANGUARDIA [no se entiende] desaparición de algunos menores que, con el auxilio de la [no se entiende] local, fueron embarcados y llevados al Alto Paraná para ser utilizados en los obrajes de los montes.
Antes de dar curso a la denuncia recibida, LA VANGUARDIA creyó necesario recabar de su corresponsal de Posadas algunos informes relativos a la seriedad de la persona que había enviado la denuncia. La respuesta del corresponsal ha llegado y es de tal naturaleza, que nos autoriza a dar el mayor crédito a la persona que nos ha dirigido la mencionada carta.
Como hemos dicho más arriba, la denuncia se refiere a unos menores de edad que han desaparecido de sus hogares y que según esta voz pública fueron embarcados por la fuerza y llevados al Alto Paraná para trabajar en los obrajes.
Los menores desaparecidos son Emiliano Rodríguez, Arturo Galarza y Juan Pío Núñez. Este último de nacionalidad paraguaya, es un niño de 15 años, nieto y único apoyo de una viejecita de 70 años. Esta última, cansada de gestionar inútilmente ante las autoridades peticiones de la localidad, se dirigió al cónsul paraguayo de Posadas por medio de la siguiente nota.
“Señor Cónsul de la República del Paraguay – Don Elías Valdovino – Evangelista Barrios, de nacionalidad paraguaya, de 70 años de edad, sin profesión, domiciliada en este pueblo, a usted se presenta y dice:
Que mi nieto de nombre Juan Pío Núñez, huérfano de 16 años, paraguayo, ha sido contratado para algún punto para mí desconocido del Alto Paraná, por alguna persona sin conciencia o criminal, mejor dicho, y fue embarcado en el puerto de este pueblo a su destino por medio de la autoridad policial de este pueblo hace un mes, más o menos, el menor se hallaba a mi cargo y a la vez me servía de sostén único.
Encontrándome agobiada por el peso de los años y en presencia de la miseria que se me acerca, no veo otro amparo ni recurso que dirigirme a usted al objeto de su intervención ante las autoridades superiores para que el menor sea devuelto a mi hogar, y sean castigados ejemplarmente los tratantes de blancos que peligran a la humanidad de estos lugares en sus repugnantes negocios; testigos del hecho hay bastantes vecinos aquí.
Dada mi pobreza y mi edad avanzada, no puedo ir en persona ante usted.
Ruego para que, haciendo justicia, usted dé los pasos necesarios a los efectos de mi petición.
Firmado –A ruego de Evangelista Barrios – Juan Amarilla.”
La lectura de esta nota deja una impresión extraña, mezcla de dolor y de vergüenza. Es un documento que viene a afirmar, en pleno siglo XX, la existencia de una esclavitud [no se entiende] que se ceba de preferencia en los adolescentes.
No hemos de reabrir otra vez el valiente proceso que [no se entiende] en estas mismas columnas a los criminales abusos del Alto Paraná nuestro excelente colaborador Julián Bouvier. Esta vez nos limitaremos a pedir, en nombre del respeto humano y de la cultura americana, la cesación definitiva de estos crueles en inhumanos abusos.
LA ESCLAVITUD EN EL ALTO PARANÁ
NUEVOS CASOS CONCRETOS
CÓMO SON TRATADOS LOS PEONES EN LOS OBRAJES
154 HOMBRES CONCHABADOS POR LA OFICINA NACIONAL DE COLOCACIONES HUYEN DEL PODER DE LOS NEGREROS
LO QUE DICEN LAS VÍCTIMAS
Los horribles relatos que el ciudadano Bouvier hizo en las columnas de LA VANGUARDIA revelando el imperio de la esclavitud en el Alto Paraná, han tenido más de una confirmación posteriormente, cuando ya no se podía seguir "ignorando" esa vergüenza, y las víctimas lograban que sus lamentos traspusieran la selva misteriosa.
Hace pocos días los telegramas de Misiones daban cuenta de la fuga de más de un centenar de peones ocupados en los obrajes de la compañía de tierras del Iguazú.
Nuestro corresponsal en Misiones nos envía hoy la narración que hacen muchos de esos infelices de los sufrimientos que los obligan a fugar de los obrajes.
Sin más comentarios por hoy, damos a continuación las declaraciones de algunos peones:
LO QUE DICEN LAS VÍCTIMAS
Mario Andreuzzi, italiano, de 25 años, declara:
Que el 30 de agosto del corriente año, fue contratado con 149 peones más, por intermedio del departamento nacional del trabajo en Buenos Aires, y por cuenta del señor Luis Pastoriza, administrador de la compañía de tierras del Iguazú, para trabajar en los obrajes de la compañía en Puerto Segundo (Misiones), Alto Paraná.
Llegados a Posadas con el vapor Ituzaingó, fueron transbordados en una chata, sin tener en cuenta las protestas de los peones, que no querían embarcarse por carecer la chata de un toldo que los protegiera de la intemperie. Consintieron al fin, habiéndoles asegurado Pastoriza que emplearían sólo cinco horas en llegar; mientras tanto, el viaje duró cinco días, siendo tratados a bordo como bestias.
Después de un mes y medio de trabajo, a causa de haberse enfermado el declarante, pidió al mismo Pastoriza el pasaje de regreso, presentando la libreta de conchabo, con un haber de $ 70. Pastoriza se lo negó, quitándole al mismo tiempo la libreta.
La misma noche, al saber que un sargento y dos soldados estaban buscándolo por orden de Pastoriza, se presentó espontáneamente para inquirir la causa. Este señor se negó a darle explicaciones, y al día siguiente lo mandó atado codo con codo a Puerto Esperanza, asiento de una comisaría, donde lo mantuvieron detenido cinco días, viviendo de las pocas galletas que por lástima le daban los soldados. El sexto fue conducido a presencia del señor Pastoriza, y éste le intimó fuese a trabajar al monte, a 15 leguas de la costa. Al negarse, fue nuevamente enviado a Puerto Esperanza, donde permaneció otros siete días, debiendo, para poder alimentarse, vender al soldado Juan Escobar, por el importe de $ 15, todas sus ropas, que avalúa en más de $ 80. Al octavo día fue otra vez conducido ante el capataz general, Alberto Danito, oriental, encontrándose ausente Pastoriza. Al exigirle el declarante la devolución de la libreta de conchabo, Danito lo agarró de un brazo, diciéndole: "Los italianos son todos criminales y anarquistas; le devolveremos la libreta con el pasaje", y lo echó con palabras indecentes.
Al regresar con el soldado Victorino Escobar a Puerto Esperanza, donde desde hacía tres días Io esperaban los demás peones italianos que habían ya dejado el trabajo, hizo notar al gendarme que a los lados del camino, en el monte, echados en el suelo y armados con wínchester, había diez o doce negros al servicio de Pastoriza.
Después de otros dos días de permanencia en Puerto Esperanza, donde por orden de Pastoriza se le negó todo alimento, junto con otros catorce italianos, veintiún españoles, cuatro rusos, un chileno, tres argentinos y un austriaco, emprendieron el viaje de regreso a Posadas, a pie, a través del monte, sin comer, hasta que llegados a Puerto Krieger les fueron suministrados algunos alimentos. Después de cinco días de viaje, viendo navegar una chata aguas abajo, hicieron señales de auxilio, siendo recogidos por el capitán que, en vista de las deplorables condiciones en que los encontró, socorrióles en todo lo que le fue posible, llevándolos hasta Candelaria, desde cuyo punto llegaron a Posadas a pie.
Agrega Andreuzzi que durante su entrevista con Pastoriza, fue amenazado, revólver en mano, por cierto Maura, que se dice hijo de Antonio Maura, ex presidente del consejo de ministros en España; que el 3 de octubre, uno de sus compañeros, Alejo Yorda, español, llevado a la administración, fue embarcado a la fuerza por tres negros, en una canoa, y que desde entonces no se supo más nada de él, contestando invariablemente el señor Pastoriza a las repetidas preguntas de sus connacionales que se encontraba muy lejos; que una noche; al llegar el declarante al almacén del obraje, vio en un cuarto interior, atados los codos a las rodillas, a un correntino cuyo nombre ignora; que el capataz Danito lo castigaba con rebenque, redoblando los golpes cuando la víctima imploraba piedad; que la misma noche, atado y amordazado, fue llevado, al monte sobre un caballo, rodeado de cuatro negros también a caballo y que desde entonces no supieron más nada de él.
Antonio Federico, italiano, de 20 años, soltero, declara:
Que fue como Andreuzzi conchabado en Buenos Aires por cuenta del señor Pastoriza. Después de un mes y medio de su permanencia en el obraje se encontró imposibilitado de trabajar debido a una llaga que tenía en una pierna, llaga que se le había agusanado por falta de cura. Pidió medicamentos en la administración y le fueron negados. Un empleado lo apostrofó con las siguientes palabras: “Usted me viene a macanear, gringo de m….. hijo de….. Váyase al……”, y el ingeniero Weilmer, norteamericano, inspector de los trabajos, le dijo: "Algún día te voy a pegar un balazo". La misma tarde fue obligado a ir al monte, a tres leguas de la costa, siendo al día siguiente obligado a trabajar. No pudiendo absolutamente hacerlo, fue atropellado por un capataz negro, del que ignora el nombre, y golpeado furiosamente con el machete en las espaldas. De nada sirvió que el declarante le pidiera de rodillas piedad. Esto no hizo más que enfurecer al negro, que siguió golpeándolo hasta que el declarante disparó hasta donde estaban varios compañeros, siendo alcanzado por el capataz, que le dijo: “Si te encontraras solo y un poco más adentro, yo te hacía ganar la grande."
Extenuado y herido, fue llevado a la administración, donde querían obligarlo a trabajar en el monte, más lejos. Consiguió por fin, ser agregado a la escuadrilla de españoles.
Antonio Federico presenta señales de heridas en las espaldas, y de una llaga en la pierna, todavía no cicatrizada, de un diámetro de siete centímetros.
Luis Pianazzi, italiano, de 28 años de edad. Fue contratado como los demás. Debido a los malos tratamientos pidió pasaje para bajar y le fue negado. Confirma en todo la declaración de Mario Andreuzzi. Se encontraba presente cuando el ingeniero Pastoriza lo hizo atar de los codos con una faja colorada. Vio a Antonio Federico cuando llegó al campamento, después de haber sido castigado por el capataz, y vio las heridas todavía sangrientas. Vio también cuando el capataz Danito mandó embarcar a la fuerza en una canoa, por tres negros, a Alejo Jorda, el día 3 de octubre. Vio al peón correntino, en un cuarto interior del almacén de la administración, atado por las piernas, y lo vio pasar cuando lo llevaban al monte, acompañado de cuatro negros armados.
Carlos Caselli, italiano, de 25 años. Confirma en todo la declaración de Andreuzzi. Lo vio atado con una faja colorada, y sintió cuando el sargento de policía, Mario Lescano, dijo: “Lo quiero matar como un chancho.” Vio al correntino atado en un cuarto del almacén y presenció cuando Danito lo castigaba con un machete y cuando lo llevaron al monte los cuatro negros. Agrega que el día 23 de octubre, el ingeniero Wilmer, acompañado de cuatro negros armados de wínchester, deshicieron las carpas en que estaba alojada la cuadrilla de que formaba parte, gritando: “Si ustedes se van por el monte, van a morir de hambre; de todos modos los vamos a matar a balazos.” El día 29 de octubre fue cuando los peones se negaron a seguir trabajando a causa de los malos tratamientos.
Jose Batalla, español, de 18 años. Vio al correntino atado; codos con rodillas, y vio cuando el capataz Danito lo castigaba, Oyó al correntino pedir auxilios, gritando: “Ayúdenme, hermanos. No me haga sufrir así; pégueme un tiro.” Se encontró con otros españoles en una carpa el día 29, cuando llegó Wilmer y la mando deshacer, gritando: “Si no salen en seguida, les voy a pegar unos tiros.”
Lorenzo Mir, de 36 años. Confirma toda la declaración de Batalla por lo que se refiere al correntino. Preguntó por qué lo castigaban, y le contestó un capataz: “Quería escaparse debiendo a la administración, y ahora paga la cuenta."
Juan Morata Calmón, español, de 40 años. Declara que: Enfermo de fiebre desde varios días, fue sacado de la carpa por el ingeniero Welber, quien le quitó todas las provisiones, diciéndole: “Andate al monte a comer yuyos.” Pidió entonces pasaje al ingeniero Pastoriza, y este le quiso cobrar $ 53. Supo que Jorda fue llevado a la fuerza al monte, y cuando pidió sus noticias, Pastoriza le contestó que estaba mejor que él.
Francisco Gil, español, de 24 años, declara: El 20 de octubre se presentó al ingeniero Welber, teniendo una llaga en la pierna, con gusanos, pidiendo medicamentos; y el ingeniero, después de llamarlos despectivamente “gallegos y tunantes”, lo mandó con un papel a Pastoriza, diciéndole: "póngale aguarrás."
Declara que llegado Pastoriza, éste, con una horquilla de mujer, le saco los gusanos y le lavó con sublimado. Que ésta fue toda la cura que le hicieron, teniendo que recurrir a un criollo para conseguir más remedios. Supo que habían llevado a Jorda. Preguntó varias veces por él, pero nunca pudo tener noticias.
Antonio Smagluk, ruso, de 19 años, declara que: Juntamente con otros 40 y tantos rusos pidieron una tarde al ingeniero Welber algo que comer, pues se encontraban exhaustos por el trabajo penoso y por el excesivo calor. El ingeniero, por toda contestación, les intimó se fueran inmediatamente, y golpeó con la culata del revólver en la espalda a Pedro Kormoski, gritando: “Si no se van en seguida a trabajar todos, los mato a tiros.” Cuando el declarante fugó del obraje, dejó a Kormoski enfermo y a los demás rusos en condiciones deplorables. Declara que son manejados por negros que los amenazan continuamente y les obligan a efectuar los más rudos trabajos.
Antonio Wakroski, ruso, de 26 años. Confirma en todo la declaración de Smagluk. Llamado a Buenos Aires por la familia, se presentó a la administración pidiendo pasaje., El señor Pastoriza le contestó: “Váyase a la p... madre que lo p...”, despidiéndolo. La semana después le fue concedido el pasaje, cobrándosele 66 pesos.
Miguel Ruk, ruso, 39 años. Confirma en todo las declaraciones de Smagluk y Wakroski. Pidió también el arreglo de cuentas al ingeniero Welber, que le contestó: “Váyase a la m…”. En seguida fue obligado a ir al monte a trabajar, y lo dejaron dos días sin comer. Al cabo de los dos días se dirigió a pie a Puerto Esperanza, siendo atacado en el camino por seis negros armados de wínchester que le ordenaron volverse, diciéndole que en caso contrario lo iban a matar. Consiguió, por fin, llegar a Puerto Esperanza y juntarse con los otros compañeros.
Amodolfo Roche, español, de 19 años. Dice que estaba presente cuando la cuadrilla de turcos se presentó a la administración pidiendo pasaje de regreso fue despedida con amenazas y malas palabras; que él y otros dos compañeros más, tres de ellos enfermos, pidieron a su vez pasaje para bajar, y que le fueron negados.
Ramón López, español, de 26 años. Declara que era capataz en el obraje y se encontraba en el campamento de los españoles cuando el ingeniero Welber mandó echar abajo las carpas y llevar todos los comestibles. Estaba presente cuando el ingeniero dijo “Gallegos de m…..; vayan a trabajar, pues de lo contrario no tendrán nada que comer, y si no morirán de hambre, morirán a balazos.” Vio cuando el capataz Danito llevaba con el machete en la mano a Jorda, de quien no tuvo más noticias. Tiene conocimiento de los malos tratamientos infligidos a los italianos y a los rusos.
Francisco Cabaleiro, español, de 24 años. Estaba presente cuando Federico llegó del monte llorando, herido, y oyó el relato de los malos tratamientos sufridos. Vio a Andreuzzi atado.
Mario Tomasini, italiano, de 28 años. Confirma en todo la declaración de Andreuzzi." Vio también al correntino atado. Confirma los malos tratamientos infligidos a todos los peones.
Ángel Rossi, italiano, de 23 años. Vio que Andreuzzi fue llevado a la presencia de Pastoriza, y cuando éste y Maura lo amenazaron con los puños en la cara. No oyó las palabras que pronunciaron, por encontrarse lejos. Vio cuando lo ataron por los codos y lo llevaron en el bote.
La esclavitud en el Alto Paraná
Las denuncias que anteayer publicamos, indiscutibles en su monstruosa veracidad, exigen del gobierno nacional una investigación rápida y severa y un castigo ejemplar para todos los criminales disfrazados de empresarios que han intervenido e intervienen en tan inhumano negocio.
Lo exige perentoriamente el grado de cultura que ha alcanzado el país; Io exige la solidaridad humana cada vez más efectiva y real en el mundo civilizado; lo exige el buen nombre de la república en el exterior; y lo exige la más elemental protección y justicia que debemos al trabajador extranjero que, con su trabajo y su esfuerzo, viene a labrar nuestro progreso colectivo.
No es la primera vez que hacemos tales denuncias. En 1908 hemos publicado en nuestras columnas una serie de artículos firmados por el ingeniero Bouvier, donde se pintaba con colores sombríos los horrores de los yerbales de Misiones. En aquel entonces, como ahora, la prensa rica, salvo algunos diarios extranjeros, silenciaron los hechos denunciados. Después nos llegaba de vez en cuando el eco quejumbroso de alguna víctima perdida en la selva misteriosa. Los negreros de Misiones, gozando de impunidad en su criminal explotación, no se arredraron ante muestra protesta aislada. El gobierno, por su parte, no hizo nada para esclarecer los hechos. Y el régimen de esclavitud continúa como antes en el Alto Paraná.
¿Qué se espera ahora? ¿Acaso la intervención de alguna potencia extranjera, como lo hicieron los gobiernos inglés y norteamericano en los horrores de Putumayo, para enjuiciarnos luego ante el tribunal del mundo? La vergüenza y el escarnio no consisten solamente en que tales cosas pasen en un país civilizado pues pueden suceder en cualquier otro país del mundo—: la vergüenza y el escarnio están en la complicidad del silencio y en la impunidad que gozan los que tales crímenes cometen.
Estamos seguros de que la voz de las víctimas, por más débil y lejana que sea, y por más que sistemáticamente se la quiera apagar, traspasará las fronteras de la república, y su eco repercutirá dolorosamente en el extranjero, donde la opinión pública nos juzgará como ha juzgado a Bolivia y al Perú por las atrocidades y crímenes de Putumayo.
Porque no queremos un Putumayo argentino, porque no queremos ser calificados como un pueblo bárbaro y atrasado, porque no queremos que ningún gobierno extranjero mande investigar, sobre los crímenes de Misiones, exigimos del gobierno nacional una rápida y severa investigación y un castigo ejemplar para los autores y cómplices de tales actos criminales.
El crimen es, desgraciadamente, un fenómeno universal. Ningún pueblo puede ser descalificado porque en su seno haya criminales. Para eso existe la justicia rápida, severa e imparcial. Pero lo que puede descalificar a un pueblo, poniéndolo fuera del concierto de las naciones civilizadas, es la complicidad colectiva con los criminales y su impunidad.
Desgraciadamente para nosotros, la oligarquía argentina ha practicado lo último. Aun ahora en la provincia de Buenos Aires, la impunidad estimula el crimen. En nombre de la solidaridad humana, en nombre de la cultura del país, en nombre de nuestras propias conveniencias colectivas, exigimos justicia rápida, severa e imparcial para los hechos que hemos denunciado del Alto Paraná.
La esclavitud en el Alto Paraná
Por distintos conductos se han ido confirmando las terribles revelaciones hechas por nuestro colaborador Bouvier en LA VANGUARDIA, sobre el régimen de esclavitud a que están sometidos los peones de los obrajes y los yerbales en el Alto Paraná.
La carta que a continuación damos, agrega pocos datos nuevos a los ya conocidos, pero los confirma en toda su integridad.
Hela aquí:
“Posadas, 7 de abril de 1914. —Señor director de LA VANGUARDIA: Son muy pésimos los rumores que circulan aquí respecto a la suerte de los peones en los obrajes del Alto Paraná, desde los puestos inmediatos a Posadas hasta el territorio del Brasil.
A mediados de marzo aparecieron siete cadáveres boyando en el puerto de esta ciudad; y más tarde fue hallado otro con un trozo de gruesa cadena colgado al cuello, como contrapeso.
Se supone que estos cadáveres llegaron aquí arrastrados por la corriente desde alguno de los puertos de afuera. Pero no sabemos si se ha hecho algún trabajo para identificarlos.
A raíz de estas apariciones macabras, me propuse hacer algunas averiguaciones. Pude reunir a trece trabajadores del puerto de Posadas, todos los cuales habían estado trabajando en los famosos obrajes. De ellos obtuve, como en secreto, los datos que anotaré.
Los trabajos que se realizan, de Posadas afuera, son los de la explotación de maderas, yerbales y construcciones en los puertos.
Aquí, en Posadas, hay casas que tienen la misión de conchabar peones para todos esos puertos, hasta los más lejanos, ya dentro del territorio del Brasil.
La mayoría de los obreros conchabados son turcos, argentinos, brasileños, italianos, españoles y paraguayos.
Los agentes aludidos los halagan ofreciéndoles pagar las deudas que tienen en las fondas y equiparlos de algunas ropas.
Después los embarcan, bajo segura custodia, despojándoseles previamente de las armas que pudieran llevar y de todo instrumento ofensivo.
Cuanto más afuera van, dicen estos pobres hombres, más terribles son los castigos y las masacres. Los puertos de Alica y Mate-Larangeira son los más temidos. Llegando a esos parajes, no existen gentes civilizadas que pueblen el monte, ni autoridades civiles o militares que velen por el orden y atiendan pedidos de justicia. Sólo pueblan esos misteriosos lugares panteras y tigres, únicos compañeros de los pobres trabajadores que, arrastrados por la miseria, van allí a terminar sus días lejos de parientes y amigos.
Para huir de esta esclavitud—dice uno de los peones—no hay otros medios que el que utilizamos nosotros: dejándose llevar, agarrados a maderos, por el rio abajo, y burlando otros la vigilancia de nuestros guardianes, huimos cruzando los montes. Héroes nos consideramos alcanzando a llegar sanos y salvos a esta población. Alla no se puede reclamar arreglo de cuentas para retirarse, ni quejarse de la comida o del trabajo. Como no circula moneda de ninguna especie, los gastos que se hacen en los almacenes de los patrones se apuntan en libretas, poniendo 50 por lo que vale 1, no habiendo derecho a reclamo ni queja, ni pudiendo mostrar a nadie la libreta.
Al que intenta huir lo apresan o lo alcanzan a balazos. Y muchos se arriesgan a correr este peligro en la esperanza de librarse de tal esclavitud. El trabajador más económico no puede retirarse jamás con un centavo. Lo ganado se lo apuntan como gastos. De manera que está condenado a sufrir, callar y trabajar hasta la hora de la muerte.
Todas las manifestaciones de descontento se reprimen con castigos severos, los que casi siempre terminan con la muerte del infeliz a quien se aplican.
Los superiores son los únicos que allí representan la justicia, habiendo que reconocer sus mandatos y resoluciones como ley rigurosa e irrevocable.
Los mayordomos y capataces tienen sus hombres adictos, los que sirven lo mismo para castigar a quien les parece, que para degollar a los que resultan molestos. A estos últimos se les ordena hacer algún trabajo en lugares apartados con objeto de asesinarlos y arrojarlos al rio, o enterrarlos en lugar bien oculto. El caso es que no vuelven a ser vistos.
Por compasión hacia los trabajadores que se vean instigados a dejarse llevar a las mencionadas selvas misteriosas, ruégole de publicidad al presente escrito en el diario de su digna dirección.
—Luciano Diaz (cocinero en el Nordeste Argentino)".