Los artículos de la serie El Oeste Paranense fueron publicados en el diario brasilero A Noticia (Curitiba, Paraná) de enero a mayo de 1908. La mayoría de los artículos llevan este título, sin embargo, algunos no lo llevan. Bouvier firmó casi todos estos artículos con el nombre "Julião Bouvier". Los artículos se han recuperado de las colecciones digitales de la Biblioteca Nacional de Brasil (https://memoria.bn.gov.br/). En muchos casos, se ha agregado el enclace para acceder a la versión digitalizada del diario original.
El Oeste Paranaense
El Oeste Paranaense desde Foz do Iguazú hasta diez a doce leguas abajo del Salto de Sete Quedas está entregado al pillaje sin que las autoridades brasileras puedan impedir el destrozo de los montes y de los yerbales.
Allí aparecen muchos que se dicen dueños y no lo son de hecho ni de derecho: son hombres sin escrúpulos y sin conciencia que explotan vandálicamente las riquezas del Estado do Paraná aprovechándose de que Curityba está lejos y que el Gobierno del Estado ignora que se está destruyendo el patrimonio de las generaciones venideras.
Toda la madera, toda la yerba va a Buenos Aires y no vuelve ni un solo centavo a favor del Estado del Paraná. Son capitalistas extranjeros, radicados en la Argentina que explotan bárbaramente esas comarcas brasileras. Léase la obra del Diputado Domingos de Nascimento y se verá como tengo mucha, muchísima razón en decir eso.
El más atrevido de los piratas terrestres es un tal Domingo Barthe, acusado por contrabandista por el mayor Rocha, y como estafador de yerbales por el Doctor João de Menezes Doria.
Barthe invade el Estado do Paraná al Oeste. Desde el río Adelaida hasta el Floriano Peixoto de un lado, y de allí hasta el Pikyry del otro, él explota todos los yerbales y a veces, sus peones voltean a flor del suelo las plantas y árboles de yerba como sucedió en Itacorá.
Barthe se burla de las autoridades aduaneras de Foz do Igauzú, desembarcando sus mercaderías en costa paraguaya y pasándolas de noche a la costa brasilera, como sucedió en Limoi el 16 de octubre pasado con su vapor «Edelira» a vista y paciencia de cerca de cien testigos.
Barthe mantiene la esclavitud desde el puerto Santa Elena hasta el rancho Garibaldi, cerca del Pikyry. En sus yerbales, en los bien como en los mal habidos se encuentra a cada paso sepulturas de criaturas que han perecido de hambre o de debilidad pues durante muchos meses no llega allí ni arroz ni azúcar, ni café, ni nada y las criaturitas que se enferman no tienen más recurso que comer el yopará muestra inmunda de maíz y carne seca, esta última a veces podrida y llena de gusanos.
El Estado do Paraná tan orgulloso con sus hermosos yerbales del Oeste, no tiene nada suyo allí. Todo es de Barthe, todo es del famoso Barthe que, después de haber saqueado el Este del Paraguay, hoy dirige sus punterías sobre el Occidente del Estado do Paraná.
Ya llegó la hora en que en el Congreso se levante nuevamente la voz acusadora de un Doria para poner frente a Barthe el cúmulo de sus actos vandálicos y sujetar esa ola que avanza en las tinieblas y piratea amparada por las deficiencias de los Códigos.
Pronto les mandaré todas las pruebas del saqueo.
Julião Bouvier.
Cómo se roba al gobierno
Al gobierno del Estado, es muy fácil robarlo y dejarlo contento al mismo tiempo: todo consiste en elegir el plateau occidental para base de operaciones.
Allí, el Gobierno no tiene ni un solo defensor de sus intereses.
Lo explotado hasta hoy ocupa una zona de 1200 leguas de superficie y se irá extendiendo, es claro, cada día más, pues no hay control, ni inspectores, ni fiscales de nada.
Esas 1200 leguas son pues como bienes de difuntos o como un botín de guerra.
Uno de los modos de robar al Gobierno del Estado estriba en solicitar un área de terrenos, cualquiera, y, armado de esos documentos explotar cinco o seis veces más que lo concedido por la concesión.
Otro modo, es extraer supongamos veinte mil arrobas de herva y acusa despacho de tan solo cinco.
Otro, es pedir concesión sobre la línea telegráfica donde la medición paralela al alambre corre ventajosamente en el terreno a favor de los solicitantes. Voy a darle un ejemplo. Entre Chagú y Katanduvas, el mapa denuncia 75 kilómetros y hay 102.
Suponed ahora que, si fuera posible, un señor Juan o Pedro solicita en compra o en concesión un cuadro basado sobre eses 75 kilómetros: el gobierno vendería basado en el mapa 75 por 75 o sean 5625 kilómetros y Juan recibiría 102 por 102 o sean la cantidad de 10.404 kilómetros, robando al estado 4.779 kilómetros.
El gobierno del Estado, luego, ni sabe lo que tiene. Si da una concesión no la hace medir por agrimensores. Los solicitantes van en Curityba, dan 200 o 300 mil reis a un empleado que anda bien y se acabó el asunto.
Otro método consiste en decir: «Esto es mío» por todos los terrenos del Gobierno. Se enseña documentos con sellos, cosa fácil cuando se tiene buenas relaciones en Curityba y se subarrienda a otros, cobrando religiosamente, porque nadie dice una palabra. Este método permite de pasar la vida gorda hasta mientras se descubre el pastel.
Otro método consiste en clavar a orillas del río los marcos que deberían estar a 10 o 15 leguas al centro.
La cosa va más lejos todavía.
No obstante el veto a la solicitud Lufridio Costa y Nogueira que probó que el Doctor João Candido no iba a conceder más grandes extensiones de tierras, hay individuos que dicen haber conseguido del Doctor João Candido, grandes yerbales y otras grandes zonas para explotar maderas sin freno, ni Ley.
Y después de esto, no faltará quien diga que ha de ser mentira.
Julião Bouvier
CÓMO SE ROBA AL GOBIERNO
Es cosa curiosa los que pasa en esta región. Al Gobierno del Estado do Paraná no se le reconoce para nada.
Aún hay más: la mayoría ignora los nombres del Doctor João Candido Ferreyra y del Coronel Joaquim Montero.
Las únicas oficinas que hay son del Gobierno Federal.
La sede del Gobierno ducal está en la Colonia Militar, donde el poder es repartido en poder dispositivo y ejecutivo.
De allí salen cartitas para Curityba y para el Ministro de la Guerra y vuelven convertidas en permisos para destrozar yerbales y maderas.
El Código Florestal, obra del Doctor João Candido pone para el corte de maderas el 30 de septiembre como último plazo, pero aquí se rien del Código y del Doctor João Candido y van a cortar maderas todo el año.
Son bienes de difuntos
Andándose bien con las autoridades militares y federaes de la Colonia Iguazú, lo demás es «brinquedo».
Como el Gobierno Estadoal no tiene un solo edificio, un solo representante, un solo defensor, carece completamente de prestigio y todos tratan de conservar buenas relaciones con los directores de la Colonia y de tener un procurador en Curityba para hacer pasar gato por liebre al Gobierno.
Toda la yerba va por Rosario de Santa Fe y Buenos Aires donde pasa por yerba misionera argentina.
La madera va también allí.
El Estado saca poco o casi nada de esas explotaciones por mayor, porque no tiene un solo amigo por aquí, que le dé avisos de esos robos manifiestos al patrimonio de todos.
El Estado aquí no tiene más que enemigos, miembros de la cofradía que aprovechan los resultados de la viveza, que trabajan a la sombra de la impunidad.
Y mientras que por allá, en los pueblos cercanos de Curityba y en el mismo Curityba balan los carneros de Panurgo: aquí el hacha y el machete continúan su obra de destrucción burlándose de las Leyes, de la honradez, del Estado do Paraná y de sus Presidentes.
Julião Bouvier.
LA OLA QUE AVANZA
EL INCORREGIBLE AVARIENTE
CENTINELA ALERTA!
Domingo Barthe el incansable acaparador de yerbales y de maderas; Barthe el devastador del Alto Paraná; Barthe que como Atila puede exclamar:
«La hierba no brota más donde mi caballo asienta sus cascos.»
Barthe que sueña la conquista del Occidente Paranaense desde el Iguazú hasta el Pikiry y del Paraná hasta los campos de Guarapuava; Barthe el gran desagradecido que convirtió la mayor parte del Oriente Paraguayo en un latifundio de vida humana, desierto de hombres libres, huérfano de industrias, de escuelas, de comercio y de vida social: Barthe extendió sus tentáculos sobre la hermosa patria de los altivos «pinheiros» y de las cataratas sin rivales en el mundo: Barthe avanza como una ola en las tinieblas, Barthe se apodera insensiblemente de los mejores yerbales del Estado do Paraná y solo deja en pos de su fatídico paso: la soledad, la ruina, el destrozo, la desolación y el silencio de los cementerios.
¡Cuidado con Barthe, Señores brasileiros!
Barthe aborrece al Brasil porque nunca pudo comprar a sus autoridades.
Barthe quiere dinero y poder, y yerbales, maderas, inmensas zonas de tierra, ríos y esclavos blancos.
Barthe en caso de una guerra abrirá las puertas de sus latifundios al invasor que así podrá llegar sin peligro hasta Katanduvas.
Barthe es la negación absoluta de todo progreso, de todo sentimiento humanitario, de toda expansión social, de toda iniciativa.
Barthe es un neurótico, poderoso, rico a millones que transforma la vida en letargo, la alegría en llanto, el ruido en silencio, la libertad en esclavitud, el movimiento en inercia, la existencia en castigo y la realidad en una visión lúgubre.
Donde pasa ese hombre con sus capitales, los montes quedan talados y los yerbales sentenciados a muerte.
Odiado en Curityba, odiado en Posadas, odiado en Villa Encarnación por todos los que conocen sus mañas, hoy trabaja en la sombra, desarrolla paulatinamente un plan de saqueo, lento, pero continuo, y, valiéndose de engaños y de zalamerías consiguió llegar hasta el Río Adelaida, a dos leguas al Este de Katanduvas, y 10 leguas más allá, hasta el Guaraní.
Dentro de dos a tres años llegará al río Ivahy al Norte y a los campos de Guarapuava al Este.
Y sus vapores seguirán viaje para Buenos Aires, llevando anualmente centenas de miles de arrobas de yerbas brasileras que allá en el Plata y en Rosario de Santa Fe, hará pasar como yerba argentina.
Julião Bouvier
LA OLA QUE AVANZA
El incorrigible avariente
¡CENTINELA ALTERA!
Barthe debe a la humanidad centenares de vidas. Para él una existencia humana es un guarismo. Una pieza de madera escapada de una jangada.
Una línea más en la partida de «Ganancias y pérdidas».
Un espíritu de dominación emana de su cerebro y lo convierte en un loco poderoso. En Roma hubiera sido un Calígula: en el Alto Paraná es un Silock. Los extraños lo llaman «bubónica permanente».
Merece otro nombre: criminal irresponsable.
Sus peones pasan una vida miserable y rastrera. Si fugan, les meten balas. En Tormenta sus empleados mataron un brasilero y después se echó tierra al asunto… (1) y al brasilero también.
Hombres, mujeres, y criaturas que huyeron de hambre sobre una jangada de tacuaras se ahogaron cerca del Foz do Iguazú. En sus yerbales y obrajes se cuentan las cruces de las sepulturas a cada paso. Sobre cada una de ellas se podría poner la siguiente inscripción: «Aquí yace una víctima del implacable capitalista. Murió en el yugo».
Es una mancha y una gran mancha para la dignidad de los brasileros que se le haya permitido y se le permita a Barthe tantos abusos y tantas burlas.
No solamente explota y destroza, arrasa y quema los lugares que consiguió del ex-Presidente Vicente Machado, sino que va más lejos: saquea los terrenos del Gobierno y voltea al tronco sus árboles de yerba.
Como es una carta conocida en Curityba para conseguir ensanchar los yerbales por otras personas o su dominio los solicita o los subarrienda de otros solicitantes. Así logró engañar a los señores Rodolfo Boese y Hercúlum Virmond que lo tienen por un hombre activo y emprendedor, cuando solo es un ambicioso vulgar que perjudica al Brasil, destrozando sus florestas y haciendo pasar la yerba brasilera, como yerba argentina. Así logró llegar cerca del Pikyry con sus ranchos Mitre, Pellegrini y Garibaldi y cerca de Paso Bormann con su yerbal Adelaida.
Pero a Barthe nadie le dice nada. Ese hombre con su fortuna en gran parte mal habida, compra las conciencias rebeldes y se apodera cada día más del Estado do Paraná.
El día que Vds. los brasileros, quieran poner cote a sus avances y acabar con sus eternos contrabandos, Barthe invocará su carácter de extranjero como ya lo hizo cuando pretendió sobornar al Mayor Rocha y entonces el Brasil se verá envuelto en una reclamación diplomática con la Francia, y en complicaciones internacionales con la República Argentina.
Y tal vez recordarán Vds. en aquellos momentos, esos versos de La Fontaine referentes a los malvados:
Laissez-les mettre un pied chez vous, ils en auront bientot quatre.
Julião Bouvier
(1) Este es fuera de otro brasilero y un paraguayo que un tal Alegrini mayordomo de Barthe mandó a matar; fuera de un tal Pablo Olivera, desaparecido (!): fuera de dos más que venían de Itá-Ipyté y desaparecieron (!!) en enero; fuera de muchos más, muchos sí.
LA OLA QUE AVANZA
EL INCORRIGIBLE AVARIENTE
¡CENTINELA ALERTA!
Barthe es el Rey de la miseria humana. Sus trabajos todos, llevan el sello de su tacañería harpagonesca. Todo es provisorio en sus establecimientos, de modo que al acabar de sacar la última pieza de madera o la última hoja de yerba, solo quedan allí una tapera inservible, unos puentes caídos y una hecatombe de troncos muertos, de árboles desgajadas y rozas quemadas y estériles. Cuando retira su gente todo queda sumergido en un silencio de muerte; y en esas florestas convertidas en laberintos por los piques y picadas por donde extrajo la yerba, una soledad aplastadora persigue al viajero días y noches consecutivas sin enseñarle más vestigios humanos que unas cruces y unos noques desvencijados, sin más vecinos que los tigres, el ciclo empequeñecido, la noche espantosa y larga; los latidos del corazón y el temblor de la sangre como única manifestación de una vida que en esos momentos vale bien poca cosa.
Desde el puerto Sol de Mayo hasta los ranchos Indios, Aterrado Alto, Irene, o Boi Preto y de allí hasta la casa de Reducindo sobre la línea telegráfica y cerca del Rio da Paz son 24 leguas o sean 144 kilómetros sin una sola casa. Sin embargo, Barthe sacó de allí centenas de miles de arrobas de yerba.
Por el camino de Katanduvas a la Colonia Militar Foz do Iguazú, de todos los puentes que Barthe hizo para sacar su yerba, solo queda en pie, pero próximo a caer, el puente sobre el río Arquímedes cerca de la confluencia del arroyo Romario Martins.
Así Barthe repite en el Estado do Paraná lo que hizo en el Paraguay, al Este, sobre el río Paraná: doscientas leguas saqueadas, destrozadas sus maderas y sus yerbales y ni una sola población suya, (exceptuando San Rafael e Itapyté) que no se parezca a una toldería de indios.
El mísero corazón humano de ese hombre endurecido por el egoísmo va más allá, como lo voy a probar.
Barthe tiene uno de sus vapores llamado «Feliz Esperanza.» Tal nombre es irrisorio pues el tal vapor es un cascajo viejo al cual llamamos «cáscara de sandía.»
Estuvo cerca de un año en reparación.
Remiendos, siempre remiendos.
Lo destinan nuevamente a la carrera del Alto Paraná hasta San Francisco de Ontiveros (Brasil) y ¡zass! en el primer viaje vuelve descompuesto otra vez.
Ese vapor se va a ir al pique de repente o su caldera va a reventar.
Morirán allí tripulación, empleados, peones, mujeres y criaturas.
Pero a Barthe nada le importa la vida de 50 o 100 personas: lo que él quiere es sacar del cascajo viejo todo lo que puede dar.
Si revienta o se hunde: él no pierde nada pues ese vapor le dio ya más de quinientos a seiscientos contos y no le costó casi nada.
Lo cobró de una de sus víctimas: el Señor Jacinto Palaccini.
Las autoridades marítimas argentinas son las que hacen la parada de inspeccionar la caldera y Barthe hace la parada de darles 400 a 500 reais... para cigarros.
Así, fraternizando el hambre con las ganas de comer, permiten que Barthe amontone 150 peones y mujeres en ese vapor viejo, exponiendo así muchas vidas a cambio de cerveza barata o de vermut con soda.
No es nada todavía: en mi siguiente voy a descubrirle el plan que Barthe encontró para burlarse de las autoridades brasileiras
Julião Bouvier
LA OLA QUE AVANZA
EL INCORRIGIBLE AVARIENTE
¡CENTINELA ALERTA!
Barthe confirma diariamente las palabras de Roosevelt:
«El mundo pertenece a los rebeldes».
Y Barthe es un rebelde.
Si su rebeldía hubiera sido empleada para el bien de la humanidad, ese hombre dotado de facultades experimentales sobresalientes ocuparía un lugar insuperable en el corazón de Sud América.
Pero Barthe no desea el bien a nadie: ni a sí mismo.
El goza en tiranizar, como otros gozan en redimir.
Su conciencia es una cueva sin luz y sin salida.
Solo un castigo del cielo puede iluminar las tinieblas de su alma sin vibraciones.
Solo tocando el bordo del sepulcro, mirándose en el espejo de la tumba, llegará a desilusionarse y reculará horrorizado ante el espectro de su propia vida.
La burla de Barthe no es la burla de Voltaire: es la burla de un Diógenes millonario: la burla del cinismo.
Ese hombre aborrece la Ley y las autoridades: la honradez y quien la practica: la compasividad y quien la profesa.
Cuando burla la vigilancia de una autoridad aduanera o cuando trampea el sueldo a un empleado suyo, su placer es indefinible.
Como César exclama: «Vini, vidi, vinci.» no lo dice en latín, es claro, pero dice: «Solo yo puedo burlarme y dominar a esa gentuza.»
Y eso, es su mayor triunfo.
Por rabia y por amor propio ofendido ha preparado una celada para mofarse del Administrador de Aduana de Foz do Iguazú.
Hasta hace poco dejaba al frente de Santa Elena y en costa paraguaya las mercaderías destinadas a entrar en el Brasil de contrabando.
El método es viejo, gastado y demasiado público.
Hasta los peones suyos dicen jugando y de veras al mismo tempo «La mesa de rentas de la Colonia se ha mudado en Limoi.»
Limoi, es costa paraguaya.
Esa burla a las autoridades brasileras no es suficiente para Barthe. Él la quiere hacer en escala mayor.
He aquí su plano.
So pretexto de procurar mejores facilidades de conducción va a hacer reconocer el río Iguazú desde arriba del Salto de Santa María, en las cercanías de arroyo Ponta Alta o João Gualberto, hasta la confluencia del arroyo Tormenta o del Adelaida, o del Izolina, según la conveniencia.
La navegación corre allí entre la costa brasilera y la costa argentina, abajo de la confluencia del Santo Antonio.
Y ahí está el golpe, el suave golpe que Barthe va a dar a los yerbales y a la Mesa de Rendas brasilera, burlándose del Código Florestal del Doctor João Candido y de la honradez del Señor Ramos, Administrador de la Alfandega de Foz do Iguazú.
«¡Centinela alerta!" He dicho.
Mañana voy a convencer a todos los que me lean que el aviso no está por demás
Julião Bouvier
https://memoria.bn.gov.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=187666&Pesq=JULI%c3%83O%20BOUVIER&pagfis=2863
LA OLA QUE AVANZA
EL INCORREGIBLE AVARIENTE
¡CENTINELA ALERTA!
Antes de seguir más adelante, conviene decir que Barthe pertenece a ese gremio de insultadores cobardes que llaman «macacos—cambás—» los brasileros; lo que no le impide de destrozar vuestros yerbales, de talarlos al tronco como mandó hacer en Itacorá afuera de su propriedad, de enriquecerse a costillas de los Paranaenses demasiado novicios en la materia, y de hacer pasar la yerba brasilera como yerba argentina.
Pero que Barthe llame «macacos» a los Brasileros, no debe ofenderlos, pues a los Paraguayos tan sencillos y tan nobles en su desgracia, él los llama «Brutos, salvajes» y puede permitirse esa desfachatez pues a esos «brutos y salvajes», debe su fortuna; sus millones representan lágrimas, sudores, esclavitudes y sepulturas paraguayas: su casa en Posadas (R. A.) está amasada con miserias paraguayas, con gritos, con llantos, con agonías, con estertores, con lamentos de miles de paraguayos, hoy sin hogar en el mundo por causa de ese inconmovible latifundero, que ha conseguido comprar «morganáticamente» más de doscientas leguas de tierras paraguayas.
Hoy, el Paraguay, exprimido como en una prensa hidráulica y alambicado por cuatro judíos de la calaña de ese tirano capitalista, personificación insuperable del egoísmo humana, no ofrece más a Barthe que pobres despojos inútiles «rari nantes in gurgite vasto»: las Misiones Argentinas han sido descuartizadas por los Roca, Recaborde, Ambroseti y otros traficantes de igual cuantía, así es que Barthe dirigió sus puntos sobre el Estado do Paraná donde la ola negra de sus ambiciones locas avanza en las tinieblas.
Uno de sus planes, de sus grandes planes, es aquél del cual yo hablé en mi correspondencia anterior.
Conseguida la navegación del Iguazú entre el Salto de Santa María y la confluencia del Santo Antonio, lo demás es juguete para él. Katanduvas, futuro punto de gran porvenir caerá en su poder.
De la costa argentina introducirá por las cercanías del arroyo Tormenta todas las mercaderías que quiera, pues allí es un desierto y la vigilancia se hace imposible: abastecerá a su depósito central de las cabeceras del Río da Paz por el mismo camino, por lo de Rafael y la antigua toldería del cacique Pistoque o por los campamentos Morte, Carobera, Clavel y Liberal; mientras que otras, "suavemente” (!) conducidas en las cercanías del arroyo Guaraní; despuntarán la Comisión Estratégica de Medeiros y Paso Bormann para seguir viaje hasta Guarapuava, sin pagar «direitos de Alfandega nem a Deus nem ao diablo.»
Y Barthe que tiene cómplices en todas partes mediante su dinero, se refregará las manos y dirá con sorna: "Estos ‘macacos’ son muy zonzos para embromarme a mí."
Si lo pescan, gritará como un demonio y como es un pleitista sin igual en el mundo los meterá a los Brasileiros en un lío de relaciones diplomáticas que los van a dejar aturdidos por muchos años.
Ya lo he dicho y lo repito: «¡Centinela alerta!»
Julião Bouvier
VAPOR BRASILERO EN EL ALTO PARANÁ
Varias veces en vuestros diarios, abogué a favor del servicio de un vapor con bandera brasilera en el Alto Paraná: es decir de Posadas y Villa Encarnación hasta el último puerto a 12 leguas abajo de Sete Quedas, pero hasta hoy ha sido una prédica estéril. Los paranaenses no se dan cuenta de la importancia de la gran y rica región Occidental de su Estado.
Ellos dejan en poder de otros sus grandes riquezas que van a aprovechar a la opulenta Buenos Aires.
No es solo mi voz; ya que llamó atención general sobre un problema tan palpitante y de tanta urgencia para el presente y porvenir del Estado do Paraná, los paulistas, activos y emprendedores, no hace mucho, cuando yo estuve en Curityba, hicieron un ensayo de monopolio, es decir lanzaron un «ballon d’essai» ofreciendo de juntar las navegaciones del Alto Paraná, dando vuelta por medio de la vía terrestre al Sete Quedas. El proyecto era grandioso, pues juntaba Río de Janeiro con Buenos Aires, por las arterias interiores, favoreciendo a tres naciones, Brasil, Paraguay y Argentina.
Desgraciadamente para los Paulistas, estos quisieron abarcar demasiado desde el principio, y a su innegable espíritu de iniciativa se apegaba su espíritu monopolizador, pues pedían la concesión por sesenta años. Esa pretensión era inadmisible. Así lo comprendió el exmo. Doctor João Candido y así se lo manifesté una vez. Si no estoy equivocado, los Paulistas fracasaron, pero téngase por seguro que volverán a la carga.
¿Por qué los Paranaenses son tan descuidados?
¿Por qué se dejan o se exponen a que otros les quitan lo que a ellos les corresponden?
¿Por qué permiten que se lleve a fuerza de hacha y machete el saqueo de sus bosques, de sus maderas y de sus yerbales?
Es que a los Paranaenses les falta el espíritu de iniciativa de los Paulistas, así como a estos les falta la generosidad y la hidalguía de los Paranaenses.
Es que Vds. los Paranaenses tienen tendencia a la centralización; predisposición general al comercio; fatalismo exagerado y demasiado poca confianza en sí mismos.
Ricos, poderosos, privilegiados al extremo por la naturaleza; caminando sobre un suelo que puede dar un peso oro de rendimiento anual, si se le trabaja, y entre cachoeiras que bastarían para iluminar el mundo, creando miles de soles artificiales; vuestra agricultura y vuestras industrias están en una infancia notable.
Muchos proyectos; mucho étalage, pero poco movimiento todavía.
Gobiernos y particulares despreciaron el Occidente Paranaense donde yacen, sin embargo, inagotables riquezas en vuestras minas; incalculables fuerzas hidráulicas en vuestras cataratas: inacabables ejércitos de araucarias si la sabiduría del último Código Florestal se cumple al pie de la letra; en fin no os falta nada: la mineralogía y la botánica os han sembrado un paraíso terrenal, del cual apenas podéis arrancar unas miles de arrobas de yerba-mate, sin las cuales, estarías en un statu quo de lamentable inercia.
Al lado de ese Occidente pletórico de materiales para prosperar, corre un río poderoso y profundo, navegable desde el Salto del Tié-Tié hasta Sete Quedas y de Sete Quedas hasta Buenos Aires.
Y ¿qué sucede?
(Continúa)
https://memoria.bn.gov.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=187666&Pesq=JULI%c3%83O%20BOUVIER&pagfis=2879
Vapor brasilero en Alto Paraná
Desde las Sete Quedas al Norte lo aprovechan los Paulistas, y desde Sete Quedas al Sud, lo aprovechan los Argentinos.
Entre Foz do Iguazú y Sete Quedas, y entre la boca del Pikyry y el río Paraná-Panema, no tenéis un solo vapor vuestro (!!!!!); pero otros los tienen y os arrebatan vuestras riquezas, la navegación y el honor de la supremacía.
Y solamente, Vds, los Paranaenses no tienen un solo vapor, sino que en todo el Occidente, o sea en 1200 a 2000 leguas de superficie, no hay una sola escuela, y se ve flamear una sola bandera brasilera..... de la guarnición de la Colonia Militar de Foz do Iguazú.
El Estado do Paraná es allí propriedad de extranjeros, algunos de ellos que ni siquiera conocen las leyes brasileras y el nombre del Doctor João Candido.
El dinero de más aceptación es el papel argentino.
El idioma preferido es el español. La población más numerosa es el hispano-latino.
Los brasileros andan allí como emigrados en su propia patria.
En vano el ilustrado Capitán Domingos do Nascimento os llamó la atención sobre esas anomalías y sobre esa indiferencia antipatriótica: predicó en el desierto.
Mientras tanto, otros más previsores y más audaces, saquean impunemente vuestras florestas y vuestros yerbales, sin que esos atropellos al patrimonio de las generaciones venideras pueden arrancaros a vuestra somnolencia o desviaros de girar los pulgares de ombligo, como un Dios Buda.
Mañana, al despertar, cuando quieras echar a los malevos, van a llover reclamaciones diplomáticas sobre vuestras cabezas.
No tenéis en esas 2000 leguas ni un solo Juez, ni una sola autoridad civil, libre e independiente para hacer respetar las Leyes.
No hay un solo Fiscal de yerbal.
En fin, apenas si explotadores de vuestras riquezas reconocen que están en el Brasil.
Los yerbales extranjeros, llegan hasta cerca del Rio das Cobras: así pues el Estado do Paraná no tiene un solo yerbal para arrendar en 1200 leguas de superficie, con ser que los documentos legales de los supuestos dueños no alcanzan a trescientas leguas. (Sic!)
Se corta yerba de un año, de dos y de tres con más frescura que los polacos de Prudentópolis que en asunto de destrozar yerbales batían el récord.
En resumidas cuentas, el Occidente Paranaense es considerado bienes de difuntos.
So pretexto de traer capitales, se lleva las mejores maderas y la yerba a otros países de donde no VUELVA UN SOLO CENTAVO a FAVOR DEL ESTADO DO PARANÁ.
A no ser el Doctor João de Menezes Doria, el Diputado Domingos do Nascimentos y mis humildes escritos, el Congreso Legislativo del Estado ignoraría completamente que al Occidente se está saqueando las riquezas naturales para enriquecer a otros.
Volvemos al asunto del vapor con bandera brasilera en el Alto Paraná.
Parece increíble, Señores Redactores que en toda Curityba no habrá diez hombres patriotas para juntar cien contos de reis, cantidad más que suficiente para comprar un vapor, instalar agencias y empezar las primeras pruebas.
Esto es inadmisible.
Sé que no faltan diez, ni cien, ni más hombres partidarios de esa idea y que se dan cuenta de la necesidad de llevarla a cabo: lo que hay, es que los falta reunirse y cambiar opiniones.
Pero el caso es que el tiempo va pasando.
Se deja para mañana lo que se puede hacer hoy.
Y allí está el mal.
Como amigo sincero de los brasileros a quienes yo debo tantas amabilidades, me duelo de ver esas cosas, tanto más sabiendo por experiencia propia, que el trato en los vapores brasileros es muy superior a los otros, y que por tanto, serán preferido. Tres vapores hacen el servicio del Alto Paraná, sobre la costa brasilera: España, Iberá y Edelira. Los tres, izan bandera argentina. A veces, La Edelira es sustituido por el Feliz Esperanza, casco viejo, sentenciado a sumar una catástrofe más en los anales de la marina fluvial.
El España, es el único vapor de trato esmerado, y formal; pero carece de las comodidades que tiene el Iberá. En cambio, en este, con ser un vapor yerbatero, a veces no hay yerba para tomar mate. En cuanto a los vapores de Barthe, racionados con sin igual parsimonia, cuando sufren un contratiempo, los pasajeros de primera quedan reducidos a comer charqui Altoparanense. Con eso, es decirlo todo.
Ninguno de esos vapores puede compararse con el Ladario o con el Diamantino que van a Corumbá y son vapores brasileros.
En los tres vapores citados: España, Iberá y Edelira, amontonan, 100 a 150 peones en un espacio tan reducido como un vagón de Ferrocarril; y nunca las autoridades marítimas de Posadas han intervenido, ni siquiera por mera compasión a esos infelices esclavos, a sus mujeres y a sus criaturas.
Eso de convertir sus vapores en buques negreros, no lo harían los brasileros modernos, por general compasivos y humanitarios.
Unidos el San Francisco de Ontiveros con la embocadura del Pikyry, despuntando el Sete Quedas por un camino terrestre que estudié allí mismo, en las cercanías del Ontiveros, desde arriba de los cerros León, Patulá Yaguané, Boa Vista, en octubre pasado, la COMPANHIA DE NAVEGAÇÕES UNIDAS DO ALTO PARANÁ; que así podría llamarse, aunque empezara con un solo vapor, tendría la conducción asegurada de una gran parte de la yerba de la Sociedad Brasilera «Matte Larangeira» que opera al Este do Estado de Matto Grosso y la de todo el litoral paranaense.
Por patriotismo y por derecho obligatorio, el gobierno del Estado y el gobierno Federal concederían sin falta una subvención a la nueva empresa para ayudarla a salvar los primeros obstáculos con cuales tropiezan siempre los capitales al moverse en unas esferas de la actividad que le son desconocidas.
Luego se podría rebajar en un 25 por ciento los derechos de exportación a todos los que embarcan yerbas y maderas en buque con bandera brasilera.
Entonces sí, la hermosa divisa «Ordem e progresso» ondulando sobre las aguas del gran río arteriano llevará en esas lejanas comarcas la esperanza de una justicia venidera, la fe en una rehabilitación justiciera a favor del Occidente Paranaense emporio de riquezas inauditas, entregadas hoy a la voracidad de los Barthe, hijos antenados, escueleros, contrabandistas al por mayor y menor pululan en esas comarcas.
Y paulatinamente se poblarán las orillas del profundo cauce, el intercambio, entre las márgenes mattogrossenses y los paranaenses se hará contornando el estupendo Sete Quedas; los cafés paulistas abaratados por la navegación fluvial llegarán hasta la mesa del más pobre sudamericano a mitad precio del actual; Matto Grosso quedará a dos pasos de Rio Grande, por Katanduvas, Manguerinha y Boa Vista; el trabajo al alcance de todos, el progreso y la civilización llamarán necesariamente la formación de nuevos pueblos y el nombramiento de nuevas autoridades civiles.
Oh! los grandes contrabandistas actuales, los grandes esclavistas, los grandes saqueadores, los grandes inhumanos, los grandes latifunderos son capaces de reventar como sapos el leer esas líneas y de arrancarse las tripas para colgarme con ellas en el mástil de sus negreros
Julião Bouvier
Encarnación del Alto Paraná, Paraguay.
VAPOR BRASILERO EN EL ALTO PARANÁ
Las empresas fluviales que tienen monopolizada la navegación del Alto Paraná, hacen lo que quieren, y poco se importan de las autoridades marítimas brasileras, a las cuales engañan a menudo, y con la mayor facilidad.
Sus tarifas son las más escandalosas y las más descabelladas que imaginarse puede.
Un ejemplo entre mil.
«La Edelira» vapor de Domingo Barthe cobra 27.500 reais por un trayecto de cien leguas y por uno de 7 leguas cobra 8.000 reais, (De Santa Elena a San Francisco.) siendo que matemáticamente correspondería solo 2000 reais.
A bordo de todos esos vapores, el servicio es pésimo, debido al cambio frecuente del personal que, estando siempre con el pie en el estribo, no trata de acreditar el buen nombre del buque.
La mesa sobresale por la rutina en el modo de servirse y por el tiempo desmesurado que se emplea allí.
Hay fácilmente intervalos de 10 a 15 minutos entre cada plato.
El charqui aparece con frecuencia; salado a desalado a medias.
Si se pide un extraordinario, por sencillo que sea, entre las horas reglamentarias, hay que esperar dos a tres horas, y eso, cuando no le dicen QUE EL COCINERO NO QUIERE HACERLO.
A veces se cortan casi de toda provista para la manutención de los pasajeros, porque los patrones roñosos y desconfiados como ellos solos aprovisionan al buque al día y cuando encalla o se retrasa por causa de fuerza mayor empiezan los clamores.
Llevan aglomerados a los pasajeros de segunda clase como sardinas en su caja de viaje.
No hay médico, no hay practicante, no hay botiquín, no hay salvavidas en la propia acepción de la palabra.
Después de la Providencia de Dios hay que echar el poncho a los otros recursos.
La correspondencia, los diarios y las encomiendas corren más peligro en esos vapores que si estuviesen en la batalla de Thushima.
Y eso es irremediable.
En cuanto a la lancha Iguassú del gobierno brasilero, sirve de caricatura ambulante.
Chica, mal construida, peligrosa, sin gallardía, sin porte, con apariencia de bote pescador montevideano es realmente la que reunía las mejores condiciones para servir de risa a los peones yerbateros y obrajeros.
La llaman: «cáscara de sandía» y se ríen al verla pasar.
No vale ni ocho contos de reais y tal vez costó más de veinte.
No será más que una carga inútil para la Colonia hasta el día en que se tumbe en la canal a doscientos o trescientos metros de profundidad o que la devuelven embalsamada al Ministro de la Guerra como recuerdo histórico y glorioso de su divina administración.
Julião Bouvier
https://memoria.bn.gov.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=187666&Pesq=JULI%c3%83O%20BOUVIER&pagfis=2911
VAPOR BRASILERO EN ALTO PARANÁ
Si el pueblo brasilero no viviera completamente indiferente a su política externa, hubiera notado hace pocos días que en el Ministerio de Marina las cosas no iban mucho mejor que en el de Guerra, y que las torpezas siguen siendo a la orden del día.
Hace varios años se mandó una escuadrilla brasilera en el Alto Uruguay. ¿Hacer qué allí?
Gastar el dinero del pueblo en bobagems. Allí no hacía falta escuadrilla, pero sí, hacía falta en Matto Grosso y en Foz do Iguazú.
Primera torpeza.
Oh! el reino de las inteligencias engarrotadas!
Bajaron las aguas y la escuadrilla quedó bloqueada durante varios años.
Segunda torpeza: falta de previsión y de conocimientos prácticos de los lugares.
Pasan años y años y ahora poco pudo la escuadrilla salir de su encierro donde estaba embotellada como la escuadra del Almirante Cervera en Santiago de Cuba; y, al lugar de dirigirla inmediatamente sobre Foz do Iguazú que es talón de Aquiles del Brasil en caso de conflicto con la Argentina le dan otro destino.
Tercera torpeza.
Una escuadrilla en Foz do Iguaza nunca podría ser embotellada porque su rol de táctica únicamente defensiva no le obligaría a salir.
En tiempo de paz podría poner cuotas y rayas al contrabando, hacer estudios científicos y expediciones por las cercanías de la costa, sirviendo de base de operaciones a todas las empresas que determinarían sus jefes.
Nada de eso se ha hecho ni se hará. El gobierno federal es demasiado orgulloso para seguir el buen camino que lo enseña una humilde hoja (folha) del jornalismo.
Le cuesta mucho confesar su ignorancia completa sobre todo lo que pasa lejos de Rio de Janeiro.
Él cree su deber cumplido con pagar gastos y sueldos de los que retirados de su vista, viven como rentistas y solo de cuando en cuando formulan un escrito pomposo poniéndolo todo por las nubes aunque todo está por el suelo.
La impresión general de los extranjeros que aman esta tierra brasilera es unánime en reconocer que el Brasil es gobernado por hombres honrados, pero gastados en dar vuelta en el mismo círculo como caballo de noria, rancios de ideas, incapaces de algo grande, fuera de combate antes de luchar y que solo buscan adular a los escritores extranjeros para que estos los pinten de oro y rubí porque ningún brasilero no quiere ocuparse de la ingrata tarea de arrancar notas musicales a témpanos de palo.
Por eso Rio Branco llama a L'oti, a Thurot, a Doumer, etc y va a admirar su propio busto en São Paulo—risum teneatis—; por eso, hacen ver sus soldados o sus cosas más relumbrosas; por eso Tibiriçá se rodea de una policía granaderana y de un fausto babiloniense.
Y mientras los gobernantes brasileros enseñan sus juguetes los oficiales argentinos corren carreras con obstáculos de met. 80 en el camino; los ferrocarriles se multiplican y niñas de ocho años funden abrigos y clubs de socorro para los inválidos y los desheredados.
Fuerza, progreso y caridad: he aquí una orientación digna de ser imitada.
Julião Bouvier
https://memoria.bn.gov.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=187666&Pesq=JULI%c3%83O%20BOUVIER&pagfis=2919
VAPOR BRASILERO EN ALTO PARANÁ
Si la característica de los brasileiros es la imprevisión, a ese rasgo nacional, unen los paranaenses, la característica estadual de la indiferencia por las riquezas naturales y porvenir de su Estado.
En el Alto Paraná que es considerado por todos los viajeros como la región más rica del mundo entero y al mismo tiempo, la más privilegiada para la agricultura, se dejaron invadir por los capitales extranjeros.
Allí hay de todas las naciones: franceses, ingleses, españoles, argentinos, etc; pero no hay un solo brasilero!
Después vienen las reflexiones amargas como las que hizo el Señor Domingos do Nascimento, en su libro «Pela frontera»: pero ya es tarde.
Allí navegan vapores con bandera argentina o paraguaya, pero con bandera brasilera no hay uno.
Ni siquiera por amor propio o por patriotismo han podido reunir 70 a 80 contos para comprar un vapor que lleve y haga conocer en esos lugares la bandera brasilera que miles de peones yerbateros y obrajeros no han visto jamás en su vida.
Allí estamos en el Brasil, pero como si se estuviere en la Gran China.
El paranaense parece no tener otro campo de actividad que el comercio: el dolce far niente atrás del mostrador; por eso, hay plétora de casas de comercio en Curityba, Ponta Grossa, Guarapuava, etc.
Hay ciudades, como Guarapuava que tienen una casa de negocios por cada 15 habitantes.
Es el record mundial que afea las mejores impresiones del viajero.
Los vapores del Alto Paraná, es decir, de Posadas a Tacupurucú o Puerto Alica no pueden dar abasto para conducir la yerba de esos lugares, así pues hay vida por uno o dos vapores más.
¿Qué hacen pues los capitalistas de Curityba que no ponen en esa carrera un vapor con bandera brasilera?
Ese vapor, subvencionado por el Gobierno Federal y también por el Estadual reportaría muchos beneficios a sus dueños al tiempo que satisfarían un anhelo palpitante de los brasileros y de sus amigos.
¿Qué hacen los Señores Guimarães Y Comp. de Paranaguá que no echan una mirada hacia esos lugares?
¿Qué hace el Gobierno Estadual que no ofrece primas a la navegación del Alto Paraná?
¿O será que en Curityba no es posible encontrar 70 a 80 contos para honrar a la patria y ganar dinero al mismo tiempo?
¿O será que ni el Gobierno, ni la prensa, ni los capitalistas se dan cuenta de esa necesidad patriótica y lisonjera al mismo tiempo?
¿O esperarán que los Paulistas vuelvan a solicitar esa navegación como ya lo hicieron ante el Gobierno Federal hará unos cuatro meses en vista de que a los paranaenses les gusta que otros les roben lo que es suyo?
¿O el amor a la bandera estará tibiriçado como el café de San Paulo?
¡Por Dios! Señores paranaenses: un poquito más de patriotismo y un poquito menos de centralización.
Julião Bouvier.
Carta
V. Encarnación, Paraguay, Noviembre 1 de 1907.
Señores Redactores de «A Noticia».
Curityba.
Distinguidos Señores:
Recién hoy he podido fijar nuevamente mi residencia en Villa Encarnación por cuyo motivo no escribía antes.
De hoy en adelante recibirán Vds. Puntualmente algunas colaboraciones mías.
Sírvanse ordenar que se me envíe «A Noticia» a Villa Encarnación, Paraguay—vía Buenos Aires y Posadas.
Señores Redactores.
He quedado muy penosamente impresionado por lo que he visto desde Guarapuava hasta Foz do Iguazú.
En Larangeira a 14 leguas de Guarapuava hay más de DOSCIENTOS niños sin escuela.
¡Qué tristeza!
Desde el Rio das Cobras empiezan los yerbales, pero todos tienen dueños.
Desde el Rio Adelaida hasta Colonia Iguazú (200 kilómetros) todo es de un tal Domingo Barthe o de sus habilitados o de otros que le arriendan.
Toda la parte comprendida entre Iguazú y Pikyry, es decir 300 o 400 leguas cuadradas de yerbales son de ese señor o explotadas no obstante ser fiscales es decir del Estado do Paraná.
Desde el Foz do Iguazú hasta el Yariri-minin, 4 leguas arriba del San Francisco de Ontiveros, han saqueado y están saqueando todavía las mejores maderas.
En San Francisco, un sindicato inglés agarró por su cuenta 80 leguas y está destrozando los montes sin que el Estado do Paraná saque beneficio alguno de esta explotación descabellada.
En fin, por dondequiera que se recorre el Oeste del Estado do Paraná se tropieza con el saqueo libre, con los contrabandos hechos en gran escala, de día, a la vista de todos; se contempla esas comarcas tan llenas de riquezas arrasadas por el vandalismo, sin una sola autoridad civil en una superficie de más de 2000 leguas cuadradas.
Se tropieza con la esclavitud de los blancos en la inmensa región que Barthe supo conquistar con dinero y con mañas y eso, al amparo de la bandera brasilera convertida en una bandera de piratería por los esbirros de Barthe.
En fin, en esas 2000 leguas cuadradas el Estado do Paraná no tiene nada suyo, ni siquiera el derecho de nombrar a sus autoridades.
Jamás en el Brasil se ha presenciado tan lamentable abdicación.
Cuando se pregunta a esa gente en qué forma y de qué modo consiguieron esos yerbales, contestan evasivamente que fue del tiempo de Vicente Machado.
En Itacorá, entre Río da Paz y San Francisco falso, a la costa de un arroyo afluente del Galvão, en una zona fiscal, es decir una zona que pertenece al Gobierno del Estado, los peones de Barthe voltearon más de doscientas plantas de yerba o por mejor decir árboles de herva-matte de 8 a 10 y 15 metros de altura.
El 16 de Octubre el vapor EDELIRA de Domingo Barthe dejó 200 arrobas de carga en Limoi, costa paraguaya, frente a Santa Elena, costa brasilera. A la noche esa carga fue pasada en canoas en la costa brasilera habiéndose defraudado al Fisco 8 a 10 contos de reais. Esa maniobra hace tiempo que la vienen haciendo los empleados de Barthe a tal punto que los mismos peones dicen riéndose «la mesa de renta está en Limoi.»
Por dondequiera aparecen el robo, el saqueo, la estafa, el estelionato, el soborno y la destrucción salvaje. Inmensos latifundios conquistan el Oeste del Estado do Paraná mientras que al Este, el trabajo lento y dividido de una explotación rutinaria y sistemática devasta los hermosos bosques tallando sertões, picadas laterales, rozas etc.; mutilando esa hermosa región que Saint-Hilaire llamó con razón un Paraíso terrestre.
Y nada de esto se sabe en Curityba! ¡Y hay en Curityba un diario a quien yo mandé todos estos datos y que, por razones inexplicables para mí, no las publicó, tal vez porque no soy coronel de Guardia Nacional, tal vez porque no hago preceder mi reputación de pitos y atambores!
Tal vez porque por un cúmulo de circunstancias que no viene al caso exponer me quedé sin recursos propios y tuve que valerme de la generosidad ajena para regresar a mi humilde rancho!
Y sin embardo yo he sido y soy con todo ese mal agradecimiento un amigo sincero y constante de los brasileros. Desafío al mundo entero y al mismo Dios a que me pruebe el contrario. Hoy como ayer mi juicio y el agradecimiento de mi corazón no cambiaron porque un diario que me había ofertado sus columnas, me las negó de repente sin motivo explicable, sin que yo sepa hasta la fecha porque sucedió ese cambio repentino en la opinión de sus redactores.
En su país, Señores Redactores, hace falta hombres de carácter indómito que hablen la verdad, sin consideraciones de ninguna clase, caiga quien caiga bajo el anatema de la opinión pública.
Tan criminales son los que callan el salvajismo del cura polaco Mariano Eskira que en Prudentopolis hizo azotar a la mujer Josefina, como aquellos que en la sombra vendieron o cedieron los mejores hervales y las más hermosas maderas del Oeste Paranaense.
Extírpese de una vez el engrosamiento; redúzcase la cantidad numérica de los illustres a su más escrupulosa selección; expóngase a la picota levantada por la opinión pública a todos los delincuentes y el Brasil habrá conquistado una estimación inconmovible en el concepto universal.
Y cuenten que en este pequeño rincón de tierra paraguaya habrá siempre una humilde pluma para ayudarlos, un corazón sincero para quererlos y un incansable defensor de vuestra hermosa tierra y de vuestras bellas cualidades morales.
Saludo a Uds. muy at—Julião Bouvier
https://memoria.bn.gov.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=187666&Pesq=JULI%c3%83O%20BOUVIER&pagfis=2951
Carta
Villa Encarnación del Alto Paraná.
República del Paraguay
Enero 9 de 1908
Señores Redactores de «A Noticia». Curityba.
Distinguidos Señores Redactores.
Adjunto a Vds. una caricatura de «El Enano» y recortes que guardan relaciones con las denuncias que voy haciendo contra Barthe, ese gran mistificador que se burla de todas las leyes de los países donde extiende los tentáculos de sus capitales deshonestamente adquiridos.
Si los mismos diarios de Assumpção do Paraguay, que no tienen nada que ver con el asunto éste, se ocupan de él, sin embargo; con más razón los diarios de Curityba deben preocuparse de los hechos y proyectos del gran contrabandista.
Por causa de Barthe, el Estado do Paraná o mejor decir el Gobierno del Brazil se verá envuelto en una reclamación diplomática que repercutirá en Europa.
No se olviden que atrás de Barthe hay la República Argentina.
Llegará el día en que yo me cansaré de predicar en el desierto avisándoles sin cesar de los peligros que los amenazan y entonces, faltándoles esa voz amiga que paga con bienes humanitarios ciertas ingratitudes, tristes y deplorables, seguiréis marchando hacia la catástrofe, ciegos e imprevisores como siempre.
Y no será culpa mía.
Saludo a los Señores Redactores con mi mayor consideración
Jullián S. Bouvier
ROBOS Y SAQUEOS EN EL OCCIDENTE DEL ESTADO DO PARANÁ
«El Enano» semanario con caricaturas que se publica en la Capital del Paraguay en su número 318, correspondiendo al 29 de Diciembre pasado, viene ocupándose de los contrabandos que se hacen a luz del día en el Estado do Paraná por la parte Occidental.
Además de la explicación gráfica lleva la siguiente dedicatoria.
Allá por el Paraná
El contrabando prospera
De suerte que desespera
Género, yerba y harina
Les sabe a la gente fina
Como si fuera maná.
No deja de ser curioso que es un semanario que se publica a 200 leguas por vía postal de los lugares donde se hacen los contrabandos quien los viene a denunciar antes que la prensa Curitybana.
La caricatura no deja lugar a dudas: se trata de la costa brasilera. Los buques esbozados, remontan la corriente, y remontando la corriente, la margen que queda a la derecha, es tierra brasilera que pertenece al Estado do Paraná.
Solo faltábale al caricaturista poner abajo de su obra el nombre el puerto (Santa Elena) porque el nombre del contrabandista, todos lo conocemos.
Ignoro qué medidas piensa adoptar el Gobierno Brasilero, pero los perjuicios son de mucho alcance, porque queda burlada y envilecida la dignidad de una administración brasilera.
Los contrabandos se hacen en plena luz del día y los guardias brasileros no pueden intervenir en nada, pues desembarcan las mercaderías en costa paraguaya, y de noche, las pasan en canoas a la costa brasilera.
Luego, los guardias no ponen mucho empeño en sorprender al Señor Barthe y no es raro que éste tenga asegurado o ENCARIÑADO a parte del personal de la lancha Iguazú, que hace o a lo menos debería hacer la vigilancia.
Esa lancha a más de no valer ni una pitada de tabaco no acecha a los contrabandos sino que sigue a los vapores como tiburón. Si los guardias se escondiesen en el monte cerca de Santa Elena, pronto agarrarían el contrabando cuando pasa; pero no, esos señoritos son delicados y no quieren pasar malos ratos y así, los contrabandistas pueden trabajar sin trabas.
Lo mismo sucede con las yerbas (herva-matte). Salen del Brasil lo más honestamente que se puede pedir, pero cuando llegan a Rosario de Santa Fe o a Buenos-Aires, pierden su nacionalidad y aparecen como yerbas argentinas, yerbas misioneras.
Sin embargo, la Argentina no produce ni 40 mil arrobas de yerba al año; pero para eso, está el Brasil y sus puertos Alica, San Francisco, Santa Elena y Foz do Iguazú para darle yerba misionera…… cosechada en el Estado do Paraná.
Y ¿qué decir de las maderas? Un solo empresario, Guilhermo Scott, tiene 80 leguas de concesión. Quiere decirse que él tiene derecho de destrozar 80 leguas de montes en el Estado do Paraná?
Allí no hay autoridad civil, ni representante del Gobierno del Estado, así es, Señores Redactores: «Quand les chats n'y sont pas, les rats dansent.»
Y las ratas de dos patas como Domingo Barthe y comparsa, cuando no bailan hacen bailar a otros.
Julián Bouvier.
Encarnación (Paraguay) Enero 9 de 1908.
https://memoria.bn.gov.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=187666&Pesq=bouvier&pagfis=3014
CARTA
Villa Encarnación, Paraguay, 10 de Fevereiro de 1908.
Illmos. Srs. Redactores d’A Noticia.
Distinguidos Srs. As Autoridades marítimas da Mesa de Rendas da Foz do Iguaçu, acabam de confiscar um contrabando do valor de cinco contos de reais, que o audaz e incorrigível contrabandista Domingos Barthe pretendia introduzir no Brasil.
Essa intervenção da Providência é também das autoridades brasileiras, tão oportunamente, vem castigar na hora competente ao grande soberbo que considera o Oeste Paranaense como país conquistado e me exonera do trabalho de apresentar provas ao Governo do Paraná, das acusações que eu formulei contra os exploradores dessa formosa região brasileira.
A verdade triunfou, senhores redatores, e me deu razão a luz do dia, por cujo motivo lhes rogo que me façam o favor de traduzir esta carta, para que vejam os leitores d’A Notícia que eu nunca lanço acusações infundadas.
Por estes dias encetarei outras revelações sensacionais relativas à escravatura dos brancos no Oeste Paranaense e se verá então como faz falta uma intervenção enérgica do Governo do Estado do Paraná, por que não se diga que a bandeira brasileira serve também para encobrir a pirataria e a escravatura.
Saúdo-vos, srs. Redatores, com a minha mais distinta consideração.
Julião Bouvier
EL OESTE PARANENSE
Señores Redactores de «A Noticia»
Habéis dicho en un artículo de “A Noticia” del 8 de Enero pasado, referente a las gravísimas revelaciones que voy haciendo, que yo no debía desconocer las responsabilidades en que incurre los que lanzan acusaciones infundadas.
Es verdad, señores Redactores, conozco en mi calidad de periodista las responsabilidades morales y materiales de los calumniadores y por eso odio a la mentira con todas las fuerzas de mi alma; pero también, quisiera saber en qué responsabilidades incurrirán los acusados si se les prueba sus delitos.
Yo probaré cuando quieran, y probado está luego, que el Gobierno del Estado do Paraná no tiene nada suyo en el Oeste Paranense y que más de 30.000 kilómetros cuadrados de yerbales y de montes vírgenes, han sido vendidos, o arrendados, o son explotados clandestinamente.
Sin contar esos 30.000 kilómetros cuadrados, el destrozo de los yerbales empieza desde Imbituva, y sigue hasta las "Bananas”. Cualquiera que pasa allí puede ver con sus ojos, miles de plantas de herva matte, completamente sentenciadas a muerte antes de pocos años.
Los polacos y los que no son polacos también han sido tan vandálicos como los Caribes que voltean el árbol para comer la fruta.
Prescindiremos de esas pruebas y vamos a las pruebas mayores. Sacad aproximadamente la superficie de un trapecio que arranque desde el Rio das Cobras hasta la confluencia del Iguazú en el Paraná; que por ese río sube hasta Puerto Alica, y tira al Noroeste hasta dar con el Pikyry; que de allí sigue hasta el Norte de las cabeceras del río das Cobras y vuelve a su punto de partida y tendréis las siguientes distancias.
—De Rio das Cobras a Foz do Iguazú: 350 kilómetros.
De Foz do Iguazú hasta el Pikyry: 200 kilómetros.
De Pikyry, rivera izquierda remontando hasta las cabeceras del divortium aquarium de los ríos Chagú, Cavernoso, das Cobras y Guaraní son más de 200 kilómetros también y de allí hasta el Iguazú 100 a 120.
Encontramos más de cuarenta mil kilómetros cuadrados. Pues bien, todo eso pertenece a Domingo Barthe, Núñez y Gibaja y Jorge Schmmelfeng.
¿Quién vendió? ¿Quién arrendó? ¿Quién autorizó esas explotaciones de maderas y de bosques?
Allá, dicen todos ellos que es el Doctor Vicente Machado.
Vamos a ver los dueños o supuestos dueños: del Rio Guaraní al rio Adelaida, Rodolfo Boers y H. Wirmond que subarrendaron a Barthe del arroyo Tormenta hasta el Gonçalves Diaz, Barthe y sus habilitados.
Ahí tenéis una línea de 300 a 350 kilómetros donde todos los yerbales son acaparados por un solo individuo. Sus concesiones son escalonadas y de ellas, saca lo menos posible la yerba sino que saca de los claros que existen afuera o entre sus propriedades o concesiones. Cuando lo descubren, dice que se equivocó, pero eso sucedo o sucederá cuando habrá sacado centenas de miles de arrobas.
AI Norte de su propriedad, hasta alcanzar el Pikyry, no hay un solo poblador, pues el único testigo, el cacique Pistoque emigró con su tribu hacia las costas del Iguazú. Así, Barthe, puede explotar tranquilamente los yerbales del Estado, nadie le va a decir nada.
El Gobierno del Estado no tiene allí ni un solo empleado. En Larangeira, cerca todavía de Guarapuava vive el ultimo Comisario Estadual.
Así pues todo el trapecio que yo indiqué queda como bienes de difuntos y el Estado no percibe de él más que una cantidad irrisorio que no ha de alcanzar a 50 contos, mientras que los otros, los intrusos, sacan miles y miles de contos de reais anualmente.
Esta no es todavía la mayor desgracia, ni el mayor de los males. Lo más triste de todo, es que los empresarios que trabajan allí, hacen pasar la yerba brasilera, como yerba argentina. Sus marcas, en Posadas, Rosario de Santa Fe y Buenos-Aires, son marcas argentinas; pero esas yerbas provienen en mayor parte de los puertos brasileros, Colonia Militar, Santa Elena, 18 de Octubre y Alica.
En las Misiones Argentinas también pasaron los vándalos y destrozaron los yerbales en otros tiempos. Sucedió allí lo mismo que en el Paraguay y lo mismo que en el Oeste Paranaense.
Hoy, en las Misiones, donde están los únicos yerbales de la República Argentina, las dos y solas empresas de De Agustini y Ciª. y Ángel Botta de Castelli, apenas sacan 40 mil arrobas anualmente, sin embargo, se vende más de 500 a 600 mil arrobas de yerba misionera.
De todos modos, el Brasil aguanta todo y los Gobiernos del Estado do Paraná no tienen quien le abren los ojos.
Con las maderas sucede lo mismo. Desde la confluencia del Iguazú hasta el San Francisco de Ontiveros se explota los montes hasta más no poder. Esa madera va a Buenos Aires. Ahora bien ¿Cuánto cobra el Estado do Paraná por esos miles de vigas anualmente exportadas? Risum teneatis más vale callar.
¿Cuánto cobra el Estado do Paraná en concepto de importación es decir, derechos estaduales?
No puede cobrar mucho, desde que más de la mitad de las mercaderías es introducida de con- trabando. (1) Y eso, lo saben hasta los peones, pero no lo sabe el Presidente del Estado. Sus amigos (!) no se lo dicen.
Yo de mi parte puedo afirmar que ni el Doctor João Candido ni el Coronel Joaquim Montero han tenido un solo amigo verdadero entre los que viven en el Oeste Paranaense ni entre los que lo recorrieron, pues los han dejado con el papel ridículo de cargar con el niño muerto.
Esas graves acusaciones no las comprobará el Presidente del Estado mandando un comisionado que vendrá a son de fifres y tambores y al cual muy fácilmente engañarán o sobornarán.
Es preciso una comisión de agrimensores incorruptibles que vuelva a medir toda esa zona, que la recorra en toda su extensión; comisión que no sea formada de poules mouillées acostumbradas a todas sus comodidades, sino por hombres resistentes y aguerridos, rodeados de todos los elementos y poderes necesarios para comprobar y castigar al mismo tiempo.
Para eso, es necesario establecer en Katanduvas un centro de fiscalización de terrenos y un sistema administrativo de guardabosques, y otro, el más importante, en la Colonia Militar de Foz do Iguazú con campo de acción hasta el Pikyry.
Pero antes que todo es preciso arrancar toda jurisdicción a los militares de esa Colonia que es una eterna vergüenza para el Brasil, porque es un obstáculo a la población civil, un centro de intrigas que siempre alborota al gobierno y a los particulares, un estado dentro de otro estado, una centinela desarmada y completamente impotente e inútil, un obstáculo al progreso, una rémora para la civilización, un imperio del absolutismo sin apelación a cuyo amparo los piratas del Alto Paraná llevan a cabo la más afrentosa explotación que puede encubrir una bandera: la trata de los blancos.
Julião Bouvier
(Continúa)
(1) Recién agarraron infraganti un contrabando por valor de cinco contos de reais que pretendía pasar Domingos Barthe.
EL OESTE PARANENSE
El mundo pertenece al crimen
Ya era tiempo que la civilización moderna escuchara las revelaciones de una triste verdad tanto tiempo encubierta por interesados cómplices, por autoridades sin honor y sin conciencia, por turistas egoístas y cobardes y por testigos insensibles ante el dolor ajeno: en el centro de la América del Sud existe la esclavitud de los blancos; en el Este Paraguayo, en las Misiones Argentinas y en el Oeste Paranaense existe la esclavitud de los blancos, y esto lo denuncio al mundo entero sin temor de ser desmentido.
Centenas o tal vez miles de personas ilustradas han visto con sus proprios ojos a las víctimas de esa esclavitud o han mirado bollar sobre los remansos del Río Alto Paraná los cadáveres de los esclavos blancos; cónsules brasileros, argentinos o paraguayos han sido impasibles al relato del asesinato de sus compatriotas y han preferido traficar con el honor de su bandera antes que protestar y en todo el horroroso cuadro de esa esclavitud denigrante para nuestro siglo de progreso, denigrante para nuestra civilización humanitaria, denigrante para nuestros ideales y nuestras aspiraciones, solo dos voces de protesta se han dejado oír, fustigando a los esclavizadores: la del Ilmo. Señor Obispo del Paraguay, Doctor Juan Sinforiano Bogarín y la mía.
Solo «A Noticia» en todo Sudamérica ha tenido el valor de publicar mis protestas, pues, ni los diarios de Buenos Aires, ni los de Asunción del Paraguay tuvieron la energía suficiente para denunciar ese crimen de lesa civilización, porque los delincuentes eran personas de alto copete con las cuales se guardaban contemplaciones que repugnan a la conciencia humana y envilecen al periodismo cobarde que encubre a seres que están fuera de las leyes judiciales y de las morales también.
Así pues, envío a la redacción de «A Noticia» desde estas playas paraguayas mis humildes pero sinceras felicitaciones a las cuales seguirán las de todos los Brasileros que no se dejan ofuscar por un falso amor propio y que prefieren oír una verdad que duele a doscientas lisonjas que marean.
En cuanto a mí, con el tiempo se me hará justicia y como mis aspiraciones en este mundo se limitan a cumplir con mi deber sin transigir con nada y con nadie, si no se me hace justicia, para mí, es lo mismo.
Antes de empezar descubriendo en todos sus horrores el relato bien triste, por cierto, de cómo se lleva a cabo la esclavitud de los blancos, vamos a recapitular sucintamente los datos que mandé para «A Noticia» sobre el Oeste Paranense.
Bajo el punto de vista de la defensa nacional, aquello es una vergüenza nunca vista. La única colonia militar, la de «Foz do Iguazú» es un centro de intrigas que da una pésima idea del ejército brasilero. Los ocho a diez soldados que andan allí, andan casi desnudos, son ocupados en trabajos manuales, pasan hambre o a lo menos escasez, son insuficientes en todos sentidos y arrastran penosamente andrajos que en otros tiempos fueran brillantes uniformes: pero «fueran», y ya no lo son.
Bajo el PUNTO de vista de la educación popular, en Guarapuava se da con la última escuela. Después se hace cerca de 500 kilómetros sin encontrar un solo establecimiento de educación, no obstante existir entre Guarapuava y la Colonia Militar más de 1500 criaturas que se crían como las mulas: comiendo o llevando carga, pero ignorando hasta el color de su bandera. (1)
La administración de la justicia corre pareja con la educación popular: Guarapuava es la Meca donde deben acudir desde 50, 60 y hasta 100 y más leguas los que precisen por el Juez o que son llamados por él. Esa anomalía no tiene más que una sola rival en el mundo entero y es en un territorio del Sud de la República Argentina.
Julião Bouvier
(1) No incluí la de Paso Bormann por ser ambulante, es decir que según creo, acompaña al campamento es particular.
EL OESTE PARANENSE
Los yerbales fiscales no existen, o si existen, están monopolizados por falsos dueños.
En Guarapuava se dice que en el Rio das Cobras (kilómetro 146) empiezan los yerbales del Gobierno, siendo sin embargo que el Estado do Paraná no tiene nada allí pues que en el Rio Guaraní empiezan las supuestas propiedades que van hasta el Paraná en la embocadura del río Iguazú 240 (2) de distancia, y de allí, hasta Puerto Alica y bacia del Pihyry al Norte. Esto, no me lo han contado: LO HE VISTO.
Los contrabandos por el río Alto Paraná se hacen por escala mayor, (3) sin que el Administrador de la Aduana de la Colonia Militar puede impedirlos.
La lancha «Iguazú» del Estado Federal es una vergüenza nacional indigna de llevar la bandera brasilera. No es de ninguna utilidad para vigilar las costas y cualquier día va a ir a pique ad vilam eternam por 100 a 200 metros de profundidad y até logo dinheirinho.
Las hermosas florestas paranaenses son saqueadas a discreción y van a embellecer las ciudades del Plata, sin que el Estado do Paraná recupera la décima ni centésima parte del perjuicio recibido.
Luego allí no se reconoce el Gobierno del Estado: se ignora hasta el nombre del Doctor João Candido, autor del Código florestal, cuanto más al Código. Se voltea madera todo el año y nadie dice nada.
No hay un solo empleado del Estado en toda esa zona cuya extensión es más grande que la de varias naciones europeas: Bélgica, Suiza, Holanda, Grecia y Portugal. No navega un solo buque con bandera brasilera en el Alto Paraná por donde se da escape a tantas riquezas, y, risum teneatis no hay un solo capitalista brasilero, si quiera para que la casa sea saqueada por los propios hijos del dueño. Aún hay algo muy curioso: las transacciones y los emolumentos se pagan en dinero argentino. Al papel brasilero, lo reciben…… con descuento y con pocas ganas.
Esa inmensa zona cuajada de tantas riquezas y que sería el orgullo de otra nación más previsora yace abandonada a la dérive y sometida a la administración militar que hace la lluvia o el buen tiempo, dirigiendo en absoluto los destinos de la población, sin importarse un pito de la prosperidad y del porvenir del Estado do Paraná.
No hay vías de comunicación, no hay escuelas, no hay autoridades civiles, no hay Fiscales de yerbales, no hay Cámaras Municipales, no hay Correo terrestre, no hay INDUSTRIAS, no hay iniciativas de progreso, no hay agricultura, no hay tierras para poblar con garantías: solo hay grandes latifundios, grandes ladrones de yerbales, grandes destrozadores de florestas, grandes prepotentes, grandes ambiciosos y grandes egoístas.
El sistema está podrido desde la base. Los actuales figurantes no son más que herederos forzosos de los que los precedieron. Los que vendrán mañana harán lo mismo, porque el Gobierno del Estado do Paraná no tiene allí ni un solo amigo, ni un solo defensor, ni un solo empleado fiel, ni un solo testigo imparcial de su derrota moral.
Tal estado de cosas es realmente digno de llamar seriamente la atención del Gobierno del Estado, antes que el mal pueda arraigarse más.
Reformar todo ese sistema vicioso y colocar al Oeste Paranense al nivel del plateau oriental donde la acción del Gobierno se traduce mejor y más palpable, es una tarea que le causará muchos quebrantos al Doctor João Candido, pero si se triunfa de todos esos obstáculos y recupera su esfera administrativa, habrá merecido el agradecimiento de la patria, y la cariñosa estimación de sus conciudadanos.
Julião Bouvier
(2) Son más, mucho más de 240 kilómetros, pero eso lo probaré después al hablar de otros robos.
(3) Los contrabandos se hacen hasta en pleno día y van algunos hasta Guarapuava y Ponta Grossa. Recién agarraon uno; Gracias a Dios!
EL OESTE PARANENSE
El mundo pertenece al crimen.
No hay palabra humana capaz de describir sin estremecer a los oyentes todos los repugnantes detalles de la trata de los blancos llevada a cabo en grande escala en una zona que abarca inmensos territorios pertenecientes a cuatro naciones: Brasil, Argentina, Paraguay y Bolivia; y para bochorno de la civilización moderna, los gobiernos le prestan el apoyo de sus empleados superiores, el silencio de sus Cámaras Legislativas, la espada de sus autoridades, así como la prensa le presta la complicidad manifiesto del silencio y la incondicionalidad de sus columnas.
Es preciso haberlo visto como yo: es preciso haber vivido meses y años en los lugares donde se realizan esas explotaciones infames y oído los lamentos de las victimas para darse cuenta del alcance verdadero de esa trata de los blancos amparada por leyes draconianas redactadas por traficantes de carne humana que forman un estado dentro de otro estado.
Los tres centros principales donde se opera el RACOLAGE de los esclavos, son Asunción del Paraguay, Villa Encarnación también en el Paraguay y Posadas en el territorio de las Misiones Argentinas.
En Asunción y en un radio de treinta a cuarenta leguas de esa capital maniobran los racoleurs de esclavos para los gomales de Bolivia y los yerbales del Norte del Paraguay: en Villa Encarnación y Posadas maniobran los angariadores de los esclavos destinados al Alto Paraná en la costa paraguaya, en la argentina y en la brasilera del Oeste Paranense.
Esos angariadores, llamados «conchabadores» tienen un tanto por cabeza como si se tratara de ganado vacuno, así pues, cuanto más víctimas hacen más ganan, y se comprende el motivo porque entre los esclavos blancos hay el 75 por ciento de menores de edad, y muchos tísicos, escrofulosos, sifilíticos, anémicos, ictéricos, leprosos, etc. Eso no importa: una vez en los bosques, lejos de la civilización y de todo amparo judicial ya sabrán los mayordomos obligarlos a trabajar a todos hasta morir, o cuando menos hasta que los reumatismos, el asma o la parálisis los inutilizan. Entonces los dan de baja y devuelven sus tristes bultos humanos a las poblaciones ribereñas de Posadas y Villa Enarenación. El 3 o el 4 % llega a los cuarenta años: los demás mueren en los montes, sin recursos, sin auxilios, sin nadie que cierre sus ojos abandonados de todos como una bestia en el desierto.
Más no anticipemos. Tenemos que penetrar en un mundo tenebroso al cual es necesario arrancar uno por uno sus secretos. Luego no vengo solamente a narrar hechos más o menos conocidos, vengo a denunciar y acusar, sobre todo acusar; y para esto, necesito de toda la serenidad de mi espíritu y de toda la imparcialidad de mi carácter que podría extraviarse si yo diera curso libre a mi indignación.
El campo de acción del recluteur moderno es Posadas en la República Argentina, pues en Encarnación sobre la costa paraguaya nada tiene que cosechar porque los menores de edad aptos para el trabajo lo son también para el cuartel y como allí poco les gusta servir a la patria por razones que no me corresponde exponer aquí, sucede que afluye la inmigración de los Paraguayos al territorio de Misiones Argentinas donde caen en Escila después de haber escapado de Caribdis.
El campo de acción del conchabador de peones, no se limita a Posadas, sino que se extiende mucho más allá en la campaña, cruza el Uruguay y penetra hasta en Rio Grande donde hace muchas víctimas y donde deja muchas madres sin hijos y muchos desventurados brasileros sin hogar.
Pero Posadas y el Sudeste del Paraguay son el teatro predilecto de su obra destructora de familias, antisocial y despobladora.
Hay que tener en cuenta que Posadas, Villa Encarnación y sus zonas limítrofes forman la base de un inmenso latifundio que abarca todo el Este del Paraguay, todo el territorio de Misiones Argentinas y todo el Oeste Paranense, es decir una zona de más de 300 mil kilómetros cuadrados en poder de unos pocos dueños (veinte apenas.)
Así pues entre veinte propietarios ocupan una extensión de terrenos, la más rica de toda la América del Sud, circundan ese gran cementerio de la civilización con la impenetrabilidad de una especie de muralla china erizada de bayonetas.
Así pues entre veinte propietarios, de los cuales casi ni un solo puede hablar en voz alta de la honradez, porque aquel que no es contrabandista es ladrón de tierras ajenas o explotador de carne humana, detienen en su poder a un territorio más grande que una infinidad de naciones del orbe que tienen ejércitos, escuadras y ministros plenipotenciarios; siendo ellos, cuatro solos los aparecen o se titulan dueños del Oeste Paranense, es decir de los cuarenta mil doscientos cincuenta kilómetros cuadrados de los cuales el Gobierno del Estado do Paraná no puede disponer ni una sola hectárea sin suscitar reclamaciones diplomáticas, ni tiene jurisdicción.
Más Adelante volveré sobre ese tema, con guarismos en la mano. Yo no temo a la verdad: al contrario, la quiero, la deseo con alma y vida y anhelo su triunfo.
Posadas y Villa Encarnación son pues la puerta de entrada al cementerio de la civilización. Siguiendo el río hacia el Norte se penetra en el imperio del robo, del saqueo, de las torturas inquisitoriales, de la desposesión, de la prostitución de miles de menores de edad, del cretinismo y de las tinieblas.
De allí hasta el último confín de ese latifundio en comandita, arrancan las injusticias, la muerte del progreso, la esclavitud de los blancos y el reino de los negreros.
Allí, pues, entre esas dos ciudades se debe poner un gran letrero que diga: «Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate» aunque no estaría demás poner otro que diga como en las estaciones de Londres: «Ciudado con los pick-pockets!»
JULIÃO BOUVIER
(Continúa)
EL OESTE PARANENSE
El pueblo paranaense tan celoso de sus derechos cuando se trata de la soberanía de su territorio como lo prueban sus cuestiones de límites con Santa Catharina y el atropello de los paulistas en Ararapira, no dejará de aprender con estupefacción que el Oeste Paranaense donde creía tener 120 mil kilómetros cuadrados de tierras de reserva, está todo enajenado, vendido o arrendado contando miles de picadas maestras, maestrillas, laterales, piques, repuntos, etc., por donde han salido millones de arrobas de yerba y centenas de miles de vigas de madera, sin que nadie se diera cuenta que a los Paranaenses se les fumaba lo más lindo de la herencia.
Realmente es cosa de preguntarse para qué sirven vuestros empleados, vuestros mayores o coroneles que van a la Colonia Militar de Iguazú, vuestros agrimensores, etc., si no son capaces de descubrir esas cosas que son del dominio familiar del último caboclo del sertão.
Exceptuando el Capitán Domingos de Nascimento recto y digno militar según lo afirma la opinión pública y lo comprueba su libro «Pela frontera» nadie ha denunciado esa invasión destructora del mejor patrimonio que os dio la naturaleza y la Providencia y las cosas seguirán así quien sabe hasta cuando, porque según parece el Gobierno del Estado no se da cuenta del irritante despojo que se hace a los grandes intereses de la patria y las generaciones futuras.
De mi parte, creo haber pagado en totalidad o en fracción las finezas que recibí en Curityba, pues el denunciar esos hechos y probarlos, es obra de muchas responsabilidades y no deben olvidar ustedes que, en Villa Encarnación, vivo a 300 metros apenas de la casa de Barthe es decir expuesto a cada momento a su ira, a su venganza, y al puñal o revólver do sus asalariados.
No estoy pues en la plaza Tiradentes oyendo la música, ni paseándome con mi amigo el Doctor Chaurrais, ni pirueteando en el Grand Hotel, ni en actitud de «pose» en el «atelier» de Señor Alfredo Andersen.
Estoy en la boca del tigre y basta.
JULIÃO BOUVIER.
(Continúa)
EL OESTE PARANENSE
Solo diré como George Sand: «Il ne faut parler de soi qu'une seule fois dans sa vie et ne plus jamais y revenir.»
Continuaremos con la trata de los blancos.
La araña que acecha a la mosca no despliega más astucia que el «conchabador de peones» para conseguir una presa destinada a la esclavitud. Escoge de preferencia a los menores de edad, porque los hombres maduros no se dejan engatusar tan fácilmente.
Los menores de edad de estos puntos, corrompidos por el ejemplo, analfabetos y sin educación en el hogar, son viciosos desde temprano: saben fumar, beber pinga, frecuentar bailes, carreras, riñas de gallos y jugar a la barraja desde los diez, once o doce años. Apegados a todos los vicios de ese medio ambiente que ha convertido a Posadas y Villa Encarnación en unas Sodoma y Gomorra sudamericanas, faltándoles recursos para satisfacer lo que ellos llaman sus necesidades están inmoralmente preparados para escuchar ofertas de dinero.
El conchabador aprovechando las sutilezas del idioma guaraní empieza a ponderarles las ganancias del trabajador que va en el Alto Paraná (1). Lo llama al menor CHE RAHY... (mi hijo.) lo palmotea, le convida con una o varias copas y, finalmente lo arrastra con engaños hacia la casa de negocios del empresario yerbatero donde se le anticipa 70 a 150 mil reais, a cuenta de un año de trabajo en los yerbales.
Desde aquel momento aquel infeliz ya no se pertenece. Lo llevan a una especie de Oficina antropométrica llamada Oficina Informativa instalada por los mismos empresarios yerbateros y que, a más de ser anticonstitucional e inhumana, es una vergüenza sin nombre para las Repúblicas Argentina y Paraguaya respectivamente.
En esa Oficina le apuntan su nombre, edad, profesión, estado, nacionalidad, filiación, señas particulares y también el nombre y apellido de su futuro dueño.
JULIÃO BOUVIER.
(Continúa)
(1) Alto Paraná llama a todos los territorios bañados por el río entre Posadas y Sete Quedas.
https://memoria.bn.gov.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=187666&Pesq=JULI%c3%83O%20BOUVIER&pagfis=3166
EL OESTE PARANENSE
Cuando sale de allí es un hombre perdido a jamás para civilización, para el progreso, para la sociedad, para su familia y para su misma patria.
Lo volveréis a ver durante unos pocos días cada dos, tres, cuatro, cinco o más años. Lo veréis con vistosa ropa de pacotilla, ropa de clown más bien que ropa de hombre trabajador, amarillente el rostro, hundidos los ojos con el estigma de la malaria en su piel demacrada y su prematura condenación a muerte escrita en la frente. Lo veréis borracho, tambalear prendido del brazo de una prostituta callejera gozar una diversión ficticia, sumergirse en un aturdimiento erótico, desquitar en pocos días las privaciones sufridas durante años en las selvas donde no ha tenido más horizonte que la picada, más cielo que la bóveda de los estrechos sertões, más alegrías que las brutales reminiscencias de sus orgías pasadas y más civilización y roce social que los de sus compañeros de yugo y cretinismo. Lo veréis encaminarse infalible y nuevamente hacia la casa del patrón yerbatero, firmar o renovar su contrata esclavizadora con tal de volver a tener otros 70 o 150 mil reais de anticipo, para gastarlos en pocos días antes de subir otra vez en el vapor que lo llevará para esos cementerios de la civilización que se llaman Este Paraguayo, Misiones Argentinas y Oeste Paranense.
Y llegarán varios «fin de zafra» en que no bajará más. La prostituta, su marchante en vano lo esperará. Su familia misma extrañará su prolongada ausencia. Aquel esclavo ya no pertenece al mundo de los vivos. La muerte remató su existencia en algún toldo situado a 20 o 30 leguas en el interior de las selvas.
Habrá muerto joven, tumbado por el chucho, la pulmonía, o la tisis galopante. Habrá muerto solo, como un chacal en el desierto, como un buey viejo en un pantano. Habrá muerto abandonado de todos, lejos de los suyos, lejos de sus compañeros de cadena obligados a ir al trabajo todos los días aunque sea bajo de lluvia. Habrá muerto sin socorro humano, sin nadie tal vez que cierre sus ojos, sin el más leve consuelo, revolcándose sobre una tarima de tacuaras, en un toldo azotado por la inclemencia del tiempo, sin una voz cristiana que murmure a su lado siquiera esas palabras, elocuentes y desgarradoras en esas circunstancias: «¡Pobre amigo!....»
…¡Pobre amigo!»
Y todavía ¡dichoso de él! si el ojo inquisidor del mayordomo al verlo febriciente, enfermizo y con algunos soplos de vida suficientes para alimentar unos días más esa su carcasa ambulante no lo escoge entre los demás sentenciados al mismo fin y lo aparte como un animal inútil al servicio, para embarcarlo en el primer vapor y devolverlo a Posadas o a Villa Encarnación como diciendo a esas dos ciudades: «Tomad mi obra: dadle de comer!»
Detalle horrible: Ni el 10 por ciento de esos infelices menores de edad arrastrados así con engaños a la esclavitud alcanza a cumplir los cuarenta años de edad.
Mueren jóvenes. Mueran artríticos, o minados por la ictericia, o llevados como hoja seca por la pulmonía contraída sudando bajo las lluvias torrenciales, o anémicos, o de accidentes, o por falta de asistencia médica, de remedios y de sustento.
JULIÃO BOUVIER
https://memoria.bn.gov.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=187666&Pesq=JULI%c3%83O%20BOUVIER&pagfis=3175
EL OESTE PARANENSE
Algunos mueren de hambre!
Mueren de hambre, sí!!!
Le entierran as cierto, pero no lo entierran por humanidad, sino para que su cadáver no apeste cerca del noque como el de la mula a mitad comida el por tigre.
Ni siquiera dan aviso a los parientes. Ni siquiera dan aviso a la famosa oficina antropométrica. El mayordomo lo raya de la lista y en el escritorio en Posadas su nombre pasa a la partida de «Pérdidas y ganancias».
Su tumba queda casi a flor de suelo a orillas de la picada. La picada con el tiempo se abandona porque no se saca más yerba en ese lugar. La crucecita se pudre o desaparece entre les tacuapíes. La civilización salvaje de los patrones ignora hasta los nombres do sus víctimas.
Y la tumba queda perdida a jamás en la inmensidad de las selvas que vuelven a estrechar sus lianas e icipós sobre el lugar que sepultó los despojos de un ser humano destinado a mejor suerte, más garantías y más protección si esas cosas se hubieran sabido antes en Curityba.
Así pues, cuando legítimamente orgullosos veréis flamear vuestra simpática bandera, recordáis sin embargo que por debilidades de vuestros gobiernos, ella encubra la trata de los blancos en el Oeste Paranense, el cretinismo de miles de menores de edad, y la prostitución brutal de criaturas de doce años que sirven de ludibrio a esos esclavos separados del mundo, de la luz intelectual y de la civilización.
Los que han asistido al embarque de los esclavos blancos destinados al Alto Paraná, han presenciado muchas veces escenas tan bochornosas para la civilización, que nunca las pueden olvidar.
El 80 por ciento de los peones son llevados borrachos a bordo donde los hacinan como animales en un espacio reducido donde permanecen sentados, en cuclillas o encogidos como una masa informe, durante dos, tres, cuatro, cinco y hasta seis días, según el puerto de su destino.
Hombres, mujeres y criaturas de ambos sexos van así aprensados como sardinas en una promiscuidad revoltante.
Basta decir que el «Araguayo» que llega a Rio de Janeiro tiene camarotes para familias, de más superficie que el espacio concedido por los empresarios yerbateros para la conducción de cien y más peones destinados al Alto Paraná.
El día de la salida de los vapores, los conchabadores y los dependientes de los empresarios establecidos en Posadas y Villa Encarnación, recorren los boliches, los tugurios de las rameras, los ranchitos de las orillas: en fin, todos los lugares donde alzó sus tiendas aquella población cosmopolita y sin característica definible que vive a expensas de los esclavos del Alto Paraná.
De allí arrancan hacia el Puerto, haciendo numerosas estaciones en el camino, emborrachándose con una precipitación angurrienta pues aquella es la despedida, el último adiós al centro civilizado, a la Meca en la cual soñarán sin cesar allá en las selvas umbrías, recordando las orgías callejeras y las mesalinadas de las perigurdineras.
JULIÃO BOUVIER
Continúa
https://memoria.bn.gov.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=187666&Pesq=JULI%c3%83O%20BOUVIER&pagfis=3191
EL OESTE PARANENSE
Esos hombres, perdidos a jamás por el progreso, porque allá se cretinizan y se embrutecen limitando sus aspiraciones a pagar su deuda al negrero para volver a contraer otra más y así quedar esclavos toda su vida; esos hombres son arrancados al trabajo manual, a la industria y a la agricultura para ser confinados años y años en las selvas donde no llega más ni un solo eco del mundo civilizado (!) donde no hay ni un solo juez para amparar sus derechos y garantizar su vida, y donde volverán (si vuelven!) hechos cadáveres ambulantes, enfermizos, demacrados, anémicos, inútiles a sí mismos y a la sociedad, embrutecidos por la labor esclava y por la esterilidad de sus esperanzas.
El 70 por ciento de esos infelices es formado por menores de edad a los cuales han arrancado por medio de ardides a los brazos de sus familias y sin embargo, de memoria de hombre se ha visto que un juez de Posadas o de Villa Encarnación haya prohibido su embarque, ni que un Director de la Colonia Foz do Iguazú haya impedido su desembarque en territorio brasilero.
(Continúa)
Julião Bouvier
https://memoria.bn.gov.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=187666&Pesq=JULI%c3%83O%20BOUVIER&pagfis=3199
EL OESTE PARANENSE
Jamás tampoco un solo Sub-Prefecto marítimo ha impedido la salida de un vapor negrero por llevar ciento a ciento cincuenta desgraciados en un espacio de treinta metros cuadrados que es a lo sumo lo que pueden llevar disponible los barcos aquellos del tipo del «Feliz Esperanza» de Domingo Barthe. Se han arreado peones por medio de la policía hacia el puerto de embarque, se les ha encepado o castigado a cintarazos a bordo, pero jamás una sola autoridad marítima ha sabido cumplir con su deber castigando a los verdugos como lo merecían.
Es que en Posadas y en Villa Encarnacion, cuales más, cuales menos viven subordinados a los grandes empresarios o explotando a la carne humana del Alto Paraná.
Desde la perigurdinera hasta los Gobernadores de Misiones, todos aprovechan una parte del dinero que el esclavo irá a pagar allá en las selvas con sudor y sangre. La altivez de nuestro carácter, la honradez de nuestras hijas sacrificadas desde la más tierna edad a los ludibrios de los mayordomos o empleados de los empresarios, la dignidad del cargo, la austeridad del hogar: todo ha cedido al paso ante el avance de esa degradación moral. Por eso, en esas açougues de Venus nos hemos acostumbrados de tal modo al juego, al alcoholismo, al contrabando y a la prostitución que nos encontraríamos como emigrados en nuestras propias ciudades si ese sistema de asquerosa inmoralidad social desapareciera repentinamente.
La opulenta Buenos Aires misma alcanza a ser salpicada por el lodo de esa corrupción. Las familias de los esclavistas ostentan en sus cabelleras riviéres de diamantes que representan años y más años de esclavitud de centenas de hombres que desde las dos de la mañana o bajo lluvia trabajan sin descanso, comiendo peor que los perros y los chanchos de los colonos libres, viviendo en toldos durante toda su vida, casi desnudos y siempre enfermizos y desalentados.
Ya he dicho que el peón del Alto Paraná una vez a bordo es un hombre perdido a jamás para el progreso y la civilización.
Vuelva o no vuelva es lo mismo. En el cementerio de vivos donde lo llevan no hay escuelas, no llegan diarios, no se sabe nada del mundo externo. Para él, la selva es peor que una cárcel: es una tumba.
(Continúa)
Julião Bouvier
https://memoria.bn.gov.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=187666&Pesq=JULI%c3%83O%20BOUVIER&pagfis=3206
EL OESTE PARANENSE
(Conclusão)
Desde que llega al puerto de desembarque ya pertenece a esa esclavitud que solo terminará con la muerte. Allí ya no hay más carne fresca sino charqui podrido o lleno de tierra, ya no hay leyes que lo amparen, ya no hay cartas que le lleguen, ya no hay progreso que lo alcance, ya no hay gobierno que lo proteja: no hay más que el trabajo penoso, inexorable y mal retribuido, los mbariguies, el chucho, el revólver del mayordomo, el machete del capataz y la selva para sepultura.
Lo hacen llevar cargas de 8, 10 y 12 arrobas o subir con ellas barrancas de 70 a 100 metros de altura sobre un plano inclinado de 45 o más grados. No le pregunten cuantos años tiene, ni si las fuerzas le permiten realizar esa tarea, ni si llueve o si el sol raja la tierra, ni si es Domingo, fiesta o día de semana.
Nada: más que trabaje y se acabó.
Si fuga le meten balas dondequiera que lo encuentran, porque fugó debiendo al patrón (!!!).
Y muchas veces fugan de hambre o a causa de malos tratamientos. En el Oeste Paranense, un tal Alegrini y otros mayordomos de Domingo Barthe asesinaron a varios peones. Luego, como Barthe tiene empresas en la Argentina y en el Paraguay los asesinos pasan allí con goce de sueldo y estimación del patrón. Y se acabó.
Como yo hablo con pruebas en la mano voy a citar un hecho donde está comprometido el Cónsul Brasileño en Posadas. En abril del año pasado, en las Misiones Argentinas fueran asesinados así siete peones en un solo día: entre ellos, dos brasileros y uno menor de edad. Los fusilaron, ni más, ni menos.
El crimen quedó impune.
El Juez era empleado de una empresa yerbatera y se comprende lo demás.
El Cónsul Brasilero en Posadas no dio ni un paso, por no quedar mal con sus amigos y compinches los negreros del Alto Paraná.
Pude conseguir una fotografía de los lugares donde actúa la empresa cuyo mayordomo hizo fusilar los peones y la entregué junto con otros papeles al Coronel Fernando Preste en Itapetininga para que los hiciese llegar al Barón de Rio Branco, con el fin de que la conducta bochornosa del Cónsul Brasilero recibiera su merecido.
¿Qué se hicieron de esos papeles?
¿Qué determinación fue tomada por el Exmo. Señor Barón de Rio Branco?
¿Quién procuró el castigo de los culpables que ahora están en Rio Grande?
Si la vida de los brasileros asesinados por orden de sus patrones, los negreros del Alto Paraná, es tan sagrada como la de los brasileros que viven en Rio de Janeiro o Curityba u otra ciudad del Brasil, y debe serlo, levanten esos cargos con pruebas en la mano si quieren que me calle.
Tiene la palabra el Cónsul Brasilero en Posadas.
Tiene la palabra el Coronel Fernando Prestes de Itapetininga para darnos explicaciones sobre el paradero de mis documentos.
Tiene la palabra el Exmo. Señor Barón de Rio Branco.
Vía Encarnación (Paraguay). Febrero, 16 de 1908.
Julião Bouvier.
https://memoria.bn.gov.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=187666&Pesq=JULI%c3%83O%20BOUVIER&pagfis=3214
EL OESTE PARANENSE
El primer introductor de la esclavitud de los blancos, en el Oeste Paranense, es Domingo Barthe, aquel que se burla de todos los Gobiernos, Paraguayos, Argentinos y Brasileros, porque opera lejos de los grandes centros y tiene mucho dinero para comprar a las autoridades que se mandan a esos lugares, muchas veces para castigo, como en un destierro. Lejos de las capitales y libres de todo control, esas autoridades han sido en el Alto Paraná el principal pilar de los negreros.
Barthe tiene otra costumbre sui generis que consiste en equivocarse (!) de propiedades, es decir, en tomar las propiedades fiscales por suyas y en mudar sus mojones unas cuantas leguas más allá de su norte verdadero.
En el Paraguay hace lo mismo; pero como aquí, nadie le dice nada pues sus cómplices viven escalonados en todas las esferas sociales y políticas, sucede que desde Villa Encarnación hasta el quinto piso del infierno, todo es de Barthe y Barthe con sus discípulos lo ha monopolizado todo.
A vosotros, no solamente os ha llevado el destrozo vandálico de vuestros yerbales, la maña de los contrabandos, la cleptomanía de los terrenos fiscales, la trata de los blancos, la explotación al sudor de los menores de edad, sino que os ha llevado también la corrupción administrativa.
No una, sino muchas veces, hemos visto viajar con pasaje libre en los vapores negreros de Domingo Barthe, a oficiales y empleados brasileros que se daban un gran tono aristocrático sobre la toldilla del buque contrabandista, mientras que en los flancos de la nave iban las mercaderías que se introducían en el Brasil sin pagar ningún derecho, y que, en el asqueroso cuadro del vapor pirata, los esclavos blancos sufrían hacinados como bestias peor que bestias, sí—la promiscuidad de los sexos, el contacto de los sifilíticos y escrofulosos, las obscenidades de los más atrevidos, los vómitos de los borrachos, la falta de espacio, el entumecimiento de los miembros y a veces, los cintarazos que les aplicaban los garde-chiourmes de aquellos pontones de infamantes recuerdos para la civilización.
JULIÃO BOUVIER.
(Continúa)
https://memoria.bn.gov.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=187666&Pesq=JULI%c3%83O%20BOUVIER&pagfis=3271
EL OESTE PARANENSE
El sistema implantado por Barthe en ese cementerio de la civilización es el que impera todavía sin modificaciones más humanitarias en los dominios de ese señor, que permanece inmóvil en el medio del progreso de las ideas y de las relaciones recíprocas entre los hombres como esas rocas que en el medio del río, ven correr el agua a sus costados pero no ceden y solo sirven para escollos de los navegantes.
Siendo los dominios de ese neurótico tirano de los esclavos blancos, los que conservan aún a su mayor nivel de cretinismo y degradación las criaturas humanas que caen víctimas de ese pulpo capitalista, penetraremos en uno de ellos situado en el Oeste Paranense el del antiguo «Sol de Mayo» traslado hoy más al Norte en el lugar llamado «Santa Elena».
Haré notar de paso que todos los puertos que sirven de entrada al cementerio de la civilización tienen nombres simpáticos al oído, como si se tratara de encubrir la muerte del espíritu humano con los alegres sonidos de una ilusión. Sin embargo, viajando entre las necrópolis talladas en las selvas por la tiranía capitalista, solo encontraréis espíritus muertos, fantasmas de hombres incapaces de tener una idea propia o una iniciativa particular, algo en fin que denota el destello moribundo de una inteligencia que se apaga.
Los que andan allí desde el madrinero cuya estatura apenas llega a mitad de costillas de la mala madrina hasta el engreído mayordomo que se cree andar bien con el patrón, todos son autómatas que se mueven instintivamente en el medio de las tinieblas de su abyección, sin sentir el peso de su cadena ni la inconciencia de su cerebro atrofiado por la voluntad del cosaco que paga para ser obedecido.
He aquí los nombres de los puertos de donde salen las picadas principales que se internan algunas de ellas hasta 200 kilómetros y más también, en el Oeste Paranense para arrancarle su riqueza principal y más a mano hoy en día: la yerba (herva-matte) el oro en polvo como se ha dado en llamarlo por aquí.
(Continúa)
Julião Bouvier.
https://memoria.bn.gov.br/DocReader/DocReader.aspx?bib=187666&Pesq=JULI%c3%83O%20BOUVIER&pagfis=3279
EL OESTE PARANENSE
Oro! Ya lo creo. Pero oro barato. Oro de los brasileros. Oro de los imprevisores.
Oro de los Gobiernos sin amigos sinceros o demasiado huérfanos de colaboradores competentes.
Citaré dichos puertos que abarcan desde Foz do Iguazú hasta cerca del Yariri-minin es decir hasta el último punto navegable hasta hoy.
Bella Vista.
Puerto Leal.
Sol de Mayo.
Santa Elena.
Tuna.
Felicidad.
Britania.
Figueroa Alcorta.
12 de Octubre.
Artaza.
y otros más intermediarios. C
Como se ve, Bella Vista, Leal, Sol de Mayo, Santa Elena, Felicidad son nombres simpáticos.
Pero ¡qué triste es esa lista! NI UN SOLO NOMBRE BRASILEÑO!
Y se trata del Oeste Paranense, es decir de la más hermosa y más rica región sudamericana. Se trata del reino de la hulla blanca, del imperio de las cataratas y de las cachoeiras de donde brotarán al impulso del progreso, inmensas auroras boreales de electricidad que correrán estremecidas sobre las copas de las araucarias para llevar bien lejos el nombre del Brasil en los países menos favorecidos por la naturaleza.
En cambio, si no figura ningún nombre brasilero figura el del Presidente de la República Argentina.
Homenaje cortés, todo lo que se quiere, pero homenaje al cual no vendría mal un nombre brasilero para vecino.
Pero ¿quién se va a ocupar del Brasil, ni de su honra en esas comarcas donde hasta los militares han negociado en madera; donde ciudadanos brasileros que aún viven en la Colonia Foz do Iguazú han entregado a Barthe, yerbales que este no podía conseguir en Curityba; donde esos mismos ciudadanos se erigen en defensores gratuitos (!!) de Barthe, defendiendo así a los que prostituyen a la bandera de su patria haciéndola servir para proteger la trata de los blancos, la explotación clandestina de los yerbales, el saqueo al Fisco y otras lindezas por el estilo?
Hay que desengañarse.
No es en Foz do Iguazú que hay que buscar honradez comercial y administrativa incorruptible.
Allí van y llegan como cualquier hijo de vecino, pero cuando se dan cuenta que es mejor formar en la comandita y callarse, allí se van de cabeza y pocos son los que no los sigan.
Por eso allí estuvo muchas veces el foco de la corrupción; si hoy, se ha moralizado mucho, no falta sin embargo quien se crea, con razón o sin ella, que los tiempos de concesiones no han cambiado y que se puede seguir como antes, robando a Dios y al vecino.
JULIÃO BOUVIER.
(Continúa)
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EL OESTE PARANENSE
Desde su llegada al Puerto de desembarque el peón queda incorporado a los demás esclavos blancos. Al abandonar el vapor da su último adiós a la civilización y tal vez su último adiós al mundo. Aquella máquina de fierro y madera que le sirvió de jaula durante unos días……… ese vapor, con ser él también el esclavo de un negrero, es sin embargo lazo que lo une a la humanidad redimida, libre, amparada y garantizada por leyes que se cumplen mal que mal.
Con ese vapor huye la última esperanza de volver a su hogar mientras no cumple el lapso de esclavitud que se le impuso, y aunque lo cumpla, no recupera por eso su libertad hasta no extinguir por completo su deuda con el patrón.
Llega debiendo el sueldo de ocho, diez o más meses, a veces el de dos a tres años que recibió adelantado y que gastó en Posadas en 8 o 10 días que ahora le van a resultar caros, bien caros sí.
Las hermosas promesas que se hicieron allá en la ciudad argentina de Posadas, nadie se las cumple. El mayordomo o encargado dice que no tiene ordenes de la casa. (La casa, es el patrón, el negrero, el judío, el Silock, el buitre, el tirano, el irresponsable.)
Desde el primer día prueba el yugo y la repugnante comida. Si tiene quejas que hacer, nadie le escucha. En cambio, lo mandan a vía de ensayo que suba la carga traída por el vapor. Y allí van sin distinción de edad a probar su resistencia, quieran o no quieran.
Ahora bien, subir la carga arriba de la barranca es subir bultos de mercaderías, bolsas de harina de 90 kilos, fardos de xarqui de 100 a 110 kilos, por una cuesta que tiene una asperidad de 60 a 70 grados de inclinación, por senderos apenas esbozados por el tránsito, y eso, caminando a veces en cuatro pies.
Figúrense un menor de edad de 15 a 18 años cargado con un bulto de 80, 90 o 100 kilos, subir por una vertiente igual a la del Pico do Diabo.
Pues a esos trabajos los emplean, violando todas las leyes humanas, agotando en pocos días un cuerpo de por suyo agotado en las orgiásticas farras en Posadas.
La víctima no tiene adonde quejarse, ni a quien contar sus torturas físicas al subir la barranca con semejantes pesos. Para el encargado, esa víctima es un peón como cualquier otro, un número, un matriculado y nada más.
Si se resiste le atracan garrotazos, si huye le meten balas, si queda inválido lo devuelven con sus miembros rotos a la civilización, si muere, lo entierran o lo tiran al rio.
Para sus compañeros de infortunio es el espectáculo diario que ya no conmueve.
Dichoso todavía si no se burlan de él y le arman una gritería cuando se cae de bruces rendido por el peso de la carga o por el cansancio.
(Continua)
JULIÃO BOUVIER.
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EL OESTE PARANENSE
Luego ¿adónde fugará ese infeliz? Está a cien leguas de todo centro civilizado; en unas selvas trilladas de picadas que convergen a una sola salida: el puerto donde está el mayordomo que lo encepará o le dará una buena paliza.
Burlar la vigilancia y escaparse por el río es imposible. Ningún vapor lo admite si no tiene su libreta firmada y arreglada por el mayordomo.
Si se expone al hambre, al peligro de los arroyos crecidos y de los tigres, y se abre un pique con el machete y sale en otro yerbal, cae otra vez en el yugo, pues el nuevo patrón lo emplea haciéndose cargo de su cuenta que él, el peón tendrá que pagar lo mismo a su nuevo dueño. Así pues ¿adónde irá el buey que no ara?
Si lo castigan a cintarazos ¿a quién irá a reclamar si el Juez más próximo está en Guarapuava a cien leguas (!) de distancia?
Cómo es que los Gobiernos del Estado do Paraná han podido tolerar que esa magnífica región no tenga ni una sola autoridad civil y eso, que cuenta con más de dos mil habitantes y cuantiosos intereses estaduales.
Pero ¿qué? ¿Cómo van a ocuparse de jueces si ni siquiera han podido establecer un correo terrestre, un simple correo?
Al otro día de su llegada al puerto, el peón, o por mejor decir, el esclavo es enviado al centro, es decir rumbo al Este, a 25 o 30 leguas en la fuerza de los yerbales. Tiene que ir a pie, llevando su mochila, dormir a la intemperie y en lugares infestados de tigres y de cobras, cargando charqui seco, maíz y porotos como Dios lo ayuda, pues no hay una sola casa en el camino.
A los cinco, seis o más días, llega al depósito central y de allí otro empleado lo recibe en su rebaño, lo anota y lo despacha a los ranchos cuya distancia varía entre cuatro y ocho leguas.
Allí sí, empieza lo lindo; si trabaja por su cuenta o si es mensu es decir, peón por mes, lo mismo da. Sale robado, explotado, rendido, gastado, inútil y sin alientos.
Lo roban en el peso de la yerba en hojas que entrega si es tarefo; lo roban en el precio de las mercaderías vendiéndole estas al cuádruple o quíntuplo del precio corriente, lo roban en un todo y por todos lados, de modo que aquel pobre infeliz, nunca puede pagar su cuenta y queda en calidad de bien hipotecado unos cuantos años, tres, cuatro, seis, diez y más todavía.
Y ese sistema de esclavitud lo impone un Domingo Barthe, en el Oeste Paranense, burlándose de los brasileros y de sus leyes humanitarias.
(Continúa)
JULIÃO BOUVIER.
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EL OESTE PARANENSE
¡Parece mentira! Hay algunos de esos esclavos que han pasado años y años sin ver un vapor, sin ver un campo, sin ver una ciudad. Ellos viven completamente separados del mundo, rigurosamente incomunicados y sin poder recibir cartas de su familia, pues se las interceptan para que nada venga a perturbar la quietud de su ignorancia y abrirle los ojos a la luz del derecho y de la igualdad.
Embrutecidos por esa monotonía y esa soledad donde el cielo apenas despliega algunas estrellas sobre su cabeza, esos hombres se embrutecen y se identifican con los objetos que los rodean.
Son troncos que caminan y troncos que ruedan al abismo. Una especie de idiotismo se apodera de su cerebro incapaz ya de formular un pensamiento propio. Su decadencia moral se acentúa silenciosamente y esas almas inertes se inmovilizan en la cadena, como las aguas de una laguna en la cumbre de una cordillera.
Una sola aspiración ocupa su mente y la llena de proyectos que son otras tantas olas vanas que se estrechan contra las disposiciones de la casa.
Nadie baja sin previa cancelación de su cuenta.
Y bajar es la suprema aspiración de todos. Bajar es ir a Posadas, sacar nuevamente otro anticipo, gastarlo todo en pocos días y volver triste, cabizbajo esclavizado por alguna nueva contrata.
Cuando llueve, tienen que trabajar lo mismo.
El patrón no quiere saber nada. «La comida cuesta caro» le dice; y se la cobra por cada día de falla, sin remisión alguna.
La vida de ese paria es una esclavitud sin desquite. En donde quiera que miréis, no encontrareis una sola compensación que le haya caído en suerte, siquiera para decir a guisa de consuelo que una hora de ilusión le hizo olvidar diez años de cadena.
El indio tiene la naturaleza a sus órdenes; el preso recibe visitas, el condenado a muerte puede dictar sus últimas voluntades antes de morir y hacer oír su voz en público; el inválido en nuestras ciudades puede encontrar una puerta caritativa o gozar de las bandas de música en los jardines públicos: en fin, por muy desgraciado que sea un ser humano no le falta en su mísera existencia un rayo de luz, por más que sea un fuego fatuo.
Los esclavos que Barthe mantiene en el Brasil: no.
Ellos están perpetuamente atados en el yugo de la esclavitud. Ellos viven eternamente sumergidos en las criptas de las selvas, embrutecidos por un cansancio invencible, enceguecido por el cretinismo de su nivel inferior. Si trabajan son robados, explotados y arrastran siempre el grillete.
Su vida es la más desgraciada que se conoce: Es una tumba! …su propia tumba que siempre llevan consigo.
JULIÃO BOUVIER.
V. Encarnación (Paraguay)
Febrero 17 de 1908.
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EL OESTE PARANENSE
Señores Redactores de «A Noticia».
Dejaremos por unos días al esclavo blanco en su cadena. Volveremos a encontrarlo en cualquier tiempo y lugar. ¿Dónde quiere que vaya ese infeliz poblador del cementerio de la civilización, sin luz, sin guía; sin defensa, sin protección y sin voz que se tenga en cuenta?
Ante sí, no vislumbra ningún horizonte. Su grillete está sobre el umbral de la eternidad.
Retrocedemos al 27 de Mayo 1903.
Ocupa el Ministerio de la Guerra el mariscal Argollo. Es Gobernador del Estado el honrado anciano Francisco Xavier da Silva, y refrenda su firma el Señor Octavio Ferreira do Amaral. Es Director Interino de la Colonia Foz Iguazú el Teniente Portugal remplazante del mayor Rozzani.
Sea quien sea, el Director de la Colonia, abriremos el «Diario da Tarde» encontrando en él, el siguiente despacho telegráfico: «O senhor Ministro da Guerra acaba de autorisar o arrendamento dos terrenos da Colonia Militar do Iguassú, para a exploração da herva-matte existente naquella região.»
Al otro día «A República» metió un barullo infernal exclamando «A União não tem terras. Nem o art. 64 da Constituição as concede».
¡Lo que va de ayer a hoy!
Hoy se saquea 1500 leguas en el Oeste Paranense, hoy, la soberanía del Estado do Paraná está pisoteada con un descaro inaudito; hoy cada cual saca de allí lo que se le antoja, sin pagar nada, las más de las veces, y sin embargo ni «A Republica» ni el «Diario da Tarde» protestan. Y no solamente no protestan sino que antes al contrario buscan y rebuscan en el revoltijo de los sofismos, algo que les sean favorables para caerme encima duro y parejo al lugar de ayudarme en la noble tarea que como amigo sincero y constante de los Paranenses, emprendí para limpiar la región Occidental de los grandes ladrones que la saquean amparados por autoridades y empleados brasileros que venden subrepticiamente las riquezas de su patria, el honor de su bandera, el patrimonio del porvenir, la tranquilidad de las familias y la felicidad relativa de sus compatriotas.
Lo más gracioso, es que cuando el Mariscal Argollo daba esa autorización y «A República» lanzaba esa protesta ¡qué tiempo hacía que ya se sacaba yerba y madera de los terrenos de la Colonia y de los que no eran de la Colonia también, DE LOS TERRENOS del Estado do Paraná!
¿Qué respeto a lo ajeno se podía pedir a esos Directores que llegaban allá, pobres como ratones de iglesia, y a los pocos meses vestían como dandys, viajaban como Cresos y subían en los vapores como en su casa?
Tiempo hacía que la Colonia Militar de Foz do Iguassú era el mostrador donde se vendía el derecho a saquear el Estado do Paraná.
¿Quién amparaba a los que sacaban anualmente veinticinco mil arrobas de yerba sin pagar? ¿Quién amparaba a los que sacaron miles de piezas de maderas?
Los Directores de la Colonia Militar y sus cómplices en Curityba.
¿Quién ampara hoy mismo, los mismos sistemas de saqueos?
Los Directores de la Colonia Militar de Foz do Iguassú y sus cómplices en Curityba.
¡Oh! la historia de esa Colonia Militar es la historia la más vergonzosa que se reconoce en tierra brasilera! Pasaron y repasaron allí personajes que ni siquiera merecen que se estampe su nombre en las columnas de un diario.
Exceptuando el malogrado Edmundo de Barros y el teniente Da Silva Pereda, todos los demás se hacen sospechosos de encubridores de robos.
Si los Directores de la Colonia Militar no hubiesen amparados esos saqueos; jamás esos saqueos se hubiesen llevado a cabo.
Ellos son, pues, los que traicionaron la confianza que en ellos se depositó.
(Continúa)
Julião Bouvier
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EL OESTE PARANENSE
Luego, la tal Colonia no es, ni ha sido nunca lo que debe ser.
No es Colonia Militar porque no tiene soldados. No es Colonia Agrícola porque no tiene colonos. No es Colonia Penal porque allí a los grandes ladrones se les saca el sombrero.
¿Qué es entonces?
No es nada, y es un castigo, una plaga, una úlcera de la cual mana un pus virulente que corre por las arterias de la fama hasta las Repúblicas del Plata.
Es un peñón de Gibraltar levantado a la audacia y a la soberbia. Es una horca caudina debajo de la cual el Estado do Paraná sale humillado y saqueado al mismo tiempo. Es el derecho a conquistar lo ajeno y la autorización sellada para entrar en la región Occidental del Estado y sacar lo mejor y los más que se puede para llevarlo a enriquecer la casa del vecino.
Oh! esos Directores Oh! esos agrimensores! Oh! esos empleados poco escrupulosos.
¡Que sepulcros blanqueados!
¡Qué hombres enlozados!
Declarada Colonia Militar en 1889 más o menos, la Colonia Foz do Iguazú que por su brillante posición podría ser una ciudad como Guarapuava, no es más después de sus diecinueve años de existencia que un agrupación de casas a orillas del rio, un puerto fluvial sin muelle ni fondeadero determinado, y al mismo tiempo la más fiel expresión del absolutismo.
Basta decir que a los colonos, si colonos pueden llamarse esos restos de pobladores que sirven de juguetes a los Directores, a los colonos extranjeros se les prohíbe de telegrafiar a sus cónsules o ministros sin permiso del Director. Solo falta que se les prohíba casarse o nacer o morir sin permiso del Director también (!)
Ese Señor puede expulsar a los extranjeros, hacer parar sus trabajos, defenderles tal o tal cosa y permitirla a otras personas, en fin, cada Director es un reyezuelo que no reconoce más superior que su capricho.
Lejos de todo control, absolutos y envalentonados, esos Directores han sido el azote de la Colonia.
Allí el Estado do Paraná no ha tenido jamás representación alguna a no ser en las cuentas a pagar.
No hay juez, no hay Receptor de Rendas, no hay Cámara Municipal, no hay tabelião, no hay abogados ni procuradores, no hay jurado, no hay sacerdotes, no hay escuelas, no hay policía estadual, no hay nada que sea del Estado do Paraná.
Corre más el dinero argentino que el brasilero, los negociantes no tienen relaciones comerciales con Curityba sino con Posadas (R. Argentina) y los Señores Directores y empleados tienen en todo tiempo pasaje libre en los vapores argentinos, su familia también.
Ya se comprenderá fácilmente que la recíproca de cortesía entre esos señores se traduce con la entrega de un yerbal paranense o con hacer la triste gorda a un contrabando.
JULIÃO BOUVIER.
(Continúa)
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EL OESTE PARANENSE
Cuando un Director tiene algún contrario entre el elemento civil entonces se acuerda que existe Guarapuava, pero no es para respetar la soberanía del Estado, sino para incomodar y mortificar con un viaje de 160 leguas ida y vuelta al adversario.
Cual más, cual menos, todos los Directores han levantado una pequeña fortuna allí, y, como ninguno duró más de tres años es de suponer que la vaca es una buena lechera.
Para vergüenza de la civilización no limitaron sus vicios a la venalidad: fueron más allá todavía y mancharon sus manos con sangre brasileira. Dos soldados fueron asesinados a azotes, en público, hará unos diez años. Una tal Anita, viuda de una de las víctimas vive todavía en la Colonia.
Muchos fueron azotados y cintareados, es decir castigados con sable, y muchos, soldados y particulares fueron a dar al cajón. (caixão).
Ese caixão es un instrumento de tortura sui generis.
Recuerda los toneles chineses o las jaulas de fieras.
Tiene más a menos 1 metro 80 de alto, 1 met. 20 de largo y 1 metro de ancho. En esa jaula han estado varios extranjeros: Ángel Martini, italiano; Legrand, francés; ciudadanos argentinos y paraguayos. En cuanto o los brasileros, los soldados especialmente, lo probaron a saciedad.
El calabozo, de 3x6 metros contiene cajones que ocupan una parte del reducido espacio, y el intermedio es conquistado por basuras, inmundicias hediondas entre las cuales se mueven los presos como hormigas en su cueva.
Allí permanecen el tiempo que se le antoja a los Directores de la Colonia. Allí no hay juez, ni Ley, ni nada a quien invocar. Allí en ese pedazo de tierra paranaense el hombre está como si estuviere a diez mil leguas del Brasil. Bien lo pueden matar si quieren no habrá novedad por eso.
Parece increíble que hay todavía en Brasil lugares donde se puede atar un soldado al palo de la bandera y matarlo a fuerza de azotes; parece increíble que se pueda encerrar a hombres civilizados en una jaula para castigar en ellos pequeñas infracciones policiales; pero ahí están los lúgubres anales de la Colonia Militar de Iguazú, ahí están al alcance de los que levantarán el gran sumario a ese presidio donde muere todo lo que quiere ser honrado; ahí está, sí, ese nuevo Peñón de Gibraltar que se alza sobre la tierra paranaense como un desafío a la civilización moderna, como un reto a los Presidentes del Estado, como una guillotina puesta a la entrada occidental del Estado cual si dijera: «Por aquí no pasa nadie» o bien «Lasciate ogni speranza voi ch'entrate».
No soy yo que acuso: son veinte años de ignominias consentidas; son veinte años de miseria moral y de concupiscencias administrativas que pueden enseñar una por una todas las fojas de ese gran libro negro donde figuran nombres que el ejército brasilero debe borrar a jamás de su historia.
Y ¿qué decir de esos pobres soldados brasileros que una fatalidad arrojaba a esas playas convertidas en el colchón de los negreros que compraban a los militares el derecho de robar al Estado do Paraná sus yerbas y sus maderas?
Somos cientos, somos miles de testigos, los que hemos visto trabajar como esclavos, arrastrar fardamentos hechos girones, enseñar las carnes, ostentar una indumentaria de cacique pampa, ni militar ni civil, mendigar un abrigo a la tierra paraguaya por medio de una deserción que los salvaban del hambre y de la miseria.
Y mientras ellos sufrían mil penurias, mil necesidades, mil tormentos, los oficiales superiores convertidos en nababs bajaban a Posadas con pasaje libre y se paseaban en coche con el dinero de Barthe en el bolsillo.
¿Me querrán desmentir?
¿Encontrarán otra vez algún «Diario da Tarde» que asuma la defensa de las brebis gâleuses que el ejército brasilero debe rechazar enérgicamente de sus centros?
Pues bien: yo los espero de pie firme. Sobran testigos a mi favor. Citaré nombres propios si es preciso.
Además ya pueden mis calumniadores tener en cuenta que no he dicho todavía mi último adiós a Curityba.
Y conozco el camino.
Julião Bouvier
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EL OESTE PARANENSE
Si los soldados de Ia Colonia Militar de Foz do Iguazú no pasaban una existencia semi-cristiana, los colonos no la pasaban mucho mejor.
Casi todos los Directores eran destituidos o sumariados o removidos. Eso daba lugar a sumarios, procesos, indagaciones e intrigas en los cuales difícilmente aparecía la verdad.
Colocados así entre la espada y la pared los pobres colonos no sabían ni a qué santo entregarse. Si declaraban la verdad eran aborrecidos por el nuevo funcionario que veía en ellos un obstáculo a sus planes de enriquecerse pronto. Si se callaban, la oración se volvía por pasiva y el nuevo jefe militar los esquilaba más. Si se ponían a favor de su verdugo para vivir en paz, el remplazante del verdugo le buscaba chicanas después.
No sabían pues cómo proceder, sus títulos no llegaban nunca, la justicia menos y, entonces, despojados o candidatos al despojo emigraban a otras tierras.
En poco tiempo la Colonia quedó sin habitantes.
He aquí el resultado de las oligarquías que pretenden administrar civilmente un pueblo, gobernándolo a la baqueta y oprimiéndolo con el absolutismo de sus ukases.
Las leyes de la Colonia según los primeros Directores, eran que el Colono tenía que cumplir durante tres años de residencia que no han conseguido todavía sus títulos. Esa falta es de los Directores, pues según el Coronel Salgado dos Santos, el Gobierno Brasilero está en la creencia que los colonos tienen todos sus títulos.
En cambio, individuos que no tienen lotes sacan madera por la cual pagan a razón de 400 a 450 reais por metro es decir e 0,25 centavos argentinos a Schemmelfeng, que según se ve es dueño del agua, del cielo, de la tierra y de los montes.
Sistema Barthe!
Leoncio Alves saca maderas hace 4 años de los lotes de la CoIonia y paga a Schemmelfeng unos cuantos contos de reais que, seguramente se reparte con la autoridad militar que le permite esa explotación a las riquezas del Estado do Paraná.
Luego es un saqueo general. En las costas cabeceras del Gonçalves Diaz han cortado yerba de un año para otro, condenando ese yerbal a la extinción.
Schemmelfeng arrienda montes para yerbales a razón de 0,25 centavos argentinos cada diez kilos; y tanto cobra por los yerbales pertenecientes a la Colonia como por los que él dice ser autorizado por el Gobierno del Estado do Paraná.
Continúa.
Julião Bouvier.
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EL OESTE PARANENSE
Autorización a un particular para disponer de 1200 leguas de yerbales y maderas! Pero entonces los Gobiernos del Estado do Paraná son locos de atar o vulgos judíos que entregan el porvenir de las generaciones venideras a los ladrones de siete suelas que han enriquecido Posadas y Buenos Aires con las riquezas robadas a los paranenses!
¿Cabe en el sentido común y en el sentido legal entregar a un solo individuo, sin control, sin autorización del Congreso, sin publicidad, sin discusión por la prensa, mil doscientas leguas de florestas (!) y eso todavía para traspasarlas a extranjeros que no tienen ni siquiera la cortesía de poner un nombre brasilero a las puertas por donde sacan el botín que los traidores a la patria les abandonan por cuatro tostões?
Y si fuera mil doscientas leguas solamente! Pero a mí me consta personalmente que son más, mucho más.
Por el mapa que le adjunto verá que si no son dos mil leguas cuadradas las que conquistaron los que van extendiendo el cementerio de la civilización, poco falta.
¿Y querrán hacer creer que en Curityba no se sabe que el Oeste Paranaense está conquistado por medio de la astucia y del soborno?
No puede ser.
En Curityba están o deben estar los que pusieron su firma a ese Panamá Paranense.
Si son falsamente colocados en un pedestal de gloria.
¡Caigan de su pedestal!
Si pasan por austeros y honrados ¡Inscríbanse sus nombres en las listas negras!
Si son muertos ilustres exhumen y pesen nuevamente su vida pública.
Todo es preferible al silencio.
Hasta el luto de nuestras ilusiones.
¡Qué importa dos o tres nombres más o menos en la historia contemporánea si se libra el Estado do Paraná de los caciques que lo entregan a la lujuria de los extranjeros!
¡Qué importa sea Juan o Pedro o Diego los cómplices de los saqueadores, si lo que se quiere es evitar la repetición de los saqueos. Y las complicaciones diplomáticas en el porvenir?
El Estado do Paraná está frente a frente con una usurpación escandalosa, frente a frente con un pasado de ignominias consentidas, frente a frente con una comparsa maestra en pillerías y en astucia que va a poner en juego todos sus recursos, todas sus mañas y todos sus maquiavélicas invenciones y combinaciones.
Esta gente va a pelear unguibus et rostro para desviar el castigo de su cabeza, y salvar la frontera del delito para volver en la vida real con disfraz de honradez.
Han de golpear a las puertas de «A Republica» y «Diario da Tarde» para verter en las desagradecidas columnas de esos diarios, las calumnias del caso con las cuales pretenderán confundirme ante la opinión pública.
Han de ir otra vez a la redacción de «A Noticia» para tratar de engañarla, como se jactaron a bordo del vapor «Lucero» en el Alto Paraná diciendo que al diario «A Noticia» se le vino la cangalha en la barriga, y que no publicaría más mis correspondencias. Y con todo, no lograrán más que engañarse a sí mismos!
Julião Bouvier.
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